Evangelización por medio del arte y la belleza
La evangelización ha mostrado la riqueza de la fe y la Presencia del Misterio por medio de la Belleza. El arte ha sido un potente instrumento de evangelización que permitía el acceso del hombre al Misterio por la contemplación despertando en él el deseo de Dios, de la plenitud y de la trascendencia.
Las cosas feas, mediocres o de consumo, no son vehículos de Gracia, Belleza y evangelización. Sólo la Belleza remite al Autor de la Belleza. El arte, además, ha hecho accesible por la pintura y la escultura, la plasmación del Evangelio como una catequesis visual; la arquitectura sumerge al hombre en el Misterio al entrar y vivir en ella; la música ha educado el espíritu para orar y elevarse...
Hay que apoyar dedicidamente la Belleza y el arte como vehículos de evangelización y no limitarse a una pastoral secularizada de grupos, reuniones, misas chirriantes...
Los conciertos son un medio espléndido, acompañados de un folleto que explique al compositor y lo que expresa con su música.
También las exposiciones de pintura religiosa o de orfebrería, con buenas introducciones, catálogos, explicaciones, suelen ser un medio que provoca la respuesta de la fe. Téngase en cuenta que este tipo de iniciativas educan humana y culturalmente, entre otras cosas, porque dada la ignorancia reinante en la enseñanza, apenas se sabe leer, ver, interpretar, las obras de arte de temática religiosa.
Y son de alabar las interesantísimas "Edades del Hombre" que los Obispos de Castilla y León han organizado y donde se hace un auténtico itinerario de fe, así como otro tipo de exposiciones y muestras en distintos aniversarios, centenarios o Congresos. Todo esto es camino de evangelización que muestra la fe vivida por nuestros antepasados y provocan el espíritu del hombre post-moderno.
Un discurso de Pablo VI al inaugurar una exposición de arte moderno puede servirnos de referencia para educar nuestra sensibilidad en este tipo y forma de evangelización, a veces mirada con desprecio o indiferencia desde la misma secularización interna de la Iglesia.