Religión en Libertad

Creado:

Actualizado:

xml.err

Aquella primera homilía de Juan Pablo II, al inaugurar su pontificado, el 22 de octubre de 1978, fue un verdadero revulsivo para la vida de la Iglesia, un empuje, un vigor, una fuerza incontenible.

Sus palabras sobre Cristo se pueden definir, muy bien, como kerygmáticas: el anuncio central de Jesucristo. Y como la santa Pascua del Señor es el tiempo del kerygma, del anuncio del Señor resucitado, centro y vida de la Iglesia, centro y vida del hombre y de todo hombre, las volvemos a traer aquí. Son palabras poderosas, pronunciadas con contundencia. Son palabras para ser conmovidos, zarandeados, por la fuerza del Espíritu Santo.

Son palabras proféticas que inauguraron una nueva etapa en la vida de la Iglesia.

Son palabras que hoy igualmente pueden cuestionarnos.

¿Nos abrimos interiormente a este anuncio? ¿Las acogeremos como si fueran la primera vez que las oímos y las leemos?

Este anuncio, si se acoge, nos puede transformar. A nosotros, sí, pero también transformar las conciencias adormecidas, la vida pastoral de la Iglesia que se ve secularizada en sus acciones; transformar la presencia pública de los católicos en la vida social, cultural, artística... Sería una traición a Cristo escondernos en las sacristías y no salir a la plaza pública.

¡Cristo!Cristo es Aquél a quien necesitan los hombres. Porque sólo Cristo sabe y conoce lo que hay en el interior de cada hombre, su sed y sus búsquedas.


Suscríbete

y recibe nuestras noticias directamente