Se acerca la Vigilia pascual
Los ayunos, mortificaciones y penitencias cuaresmales preparan al bautizado a renovar sus promesas bautismales, disponerse interiormente a celebrar la santa Vigilia pascual. ¡Ése es el horizonte deseado, anhelado, profundamente esperado!
La Santa Iglesia, en todos sus ritos y familias litúrgicas, concedió gran honor a la Vigilia pascual convirtiéndose en la Fiesta de las fiestas, en la máxima solemnidad. Las basílicas, parroquias y monasterios se veían llenos de fieles que velaban durante la noche de la Resurrección del Señor. Era una celebración popular y festiva, larga, solemne, espiritual, que culminaba con la celebración eucarística más importante del año litúrgico.
Cielo y tierra se unen en la alegría pascual. Cielo y tierra gozan en la noche en que Cristo venció la muerte, muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida. San Atanasio destacaba el aspecto cósmico y celestial de la Vigilia pascual para inculcar a la Iglesia de Alejandría el misterio de la Vigilia pascual:
Renovemos el espíritu, no cejemos en la penitencia para llegar a la Pascua y participar (como no podía ser menos, y es indiscutible) a la Vigilia pascual.
¿A qué ya tenemos ganas de la santa Pascua?