La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso;
la virtud, en llevarlo a cabo.
-David Starr Jordan -
La imaginación oriental ha creado numerosas obras de géneros diferentes y ha producido una increíble cantidad de cuentos y de apólogos. Esos poemas, en prosa o en verso, han llegado hasta nosotros gracias a las traducciones de Wilkins y William Jones, las cuales aparecieron a fines del siglo XVIII.
Así dice, resumido, uno de estos apólogos.
La vida del hombre tiene cuatro etapas. La primera es la del aprendizaje, cuando recibe formación de los maestros. La segunda, la de la enseñanza, en la que comparte lo que ha aprendido con los demás. La tercera fase es la del bosque al que se retira para encontrarse a sí mismo y recuperar nuevas energías. Finalmente, la cuarta etapa es la de ser mendigo, alargando la mano a los demás para que lo sostengan en la enfermedad y vejez.
Fisiológicamente: nacer, crecer, madurar y envejecer-morir. Todo ser humano atraviesa esas etapas en un proceso de continuos cambios físicos, sicológicos e intelectuales. En una evolución irreversible y permanente de cambios, nuestro cuerpo presenta fases de crecimiento, maduración y degeneración de los distintos órganos y tejidos.
Educativamente: aprender, enseñar, meditar y mendigar. Las cuatro etapas que hacen del niño un hombre adulto.
Aprender, tiempo del discípulo, de la búsqueda, del aprendizaje humilde, paciente y asombrado.
Enseñar, es la segunda etapa que nos lleva a ser maestros, testigos, padres y madres.
Meditar, es necesaria la recarga, no se puede estar siempre dando, hay que rellenar de agua el dique del espíritu. Es el tiempo del bosque, de la soledad interior y honda.
Mendigar, cuando, inevitablemente, llega la vejez o la enfermedad y entonces, con humildad, tenemos que alargar la mano como mendigos para que nos ayuden y sostengan.
Pudiera parecer la etapa más triste, cuando perdemos todo y nos volvemos dependientes; el orgullo se subleva y nos asedia la tristeza, pero envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
De las cuatro etapas de la vida, si se llevan bien, la última, aunque parezca lo contario, es una estación importante de esta aventura singular que es la vida.