Eso de pedir es cosa de niños

Mi hija Nicolle siempre ha sido una niña muy especial, cariñosa, divertida, sensible y extremadamente creativa, su infancia estuvo repleta de frases estilo Mafalda y peticiones imposibles. Recuerdo con nostalgia una época en la cual ella quería ser negra y tener el pelo afro, tengo que aclarar que ella no es negra y tiene el pelo completamente liso. Como cuando quería algo era incansable, Nicolle no dejaba de insistirme hasta la extenuación en que la “pusiera negra” y en que la peinara con trenzas. Yo no hacía más que decirle que ella era guapa como era, que todos somos hermosos como Dios nos creó y que era imposible que se volviera de otro color. 

En otra ocasión, a esta niña con el don de la insistencia se le ocurrió la brillante idea de empezar a pedir un hermano, lo cual no es raro en un niño; el problema era que el hermano que ella pedía, era un hermano mayor. Tuve que explicarle muchísimas veces que ella podía pedir un hermano, pero jamás sería uno mayor, que tendría que conformarse con uno pequeño. Pero a Nicolle eso le daba igual, ella lo seguía pidiendo como si fuera posible.

Los niños tienen la gracia de creer que todo es posible. 

El eterno niño Peter Pan dijo: “Todo el mundo está hecho de fe, y confianza, y de polvo de hadas”. 

La fe y la confianza son un don de Dios, y es verdad que cuando nos encontramos con el Señor, nuestra vida se llena de fe y de confianza. Pero muchas veces nos falta ese toque de polvo de hadas. El polvo de hadas en cristiano se podría llamar esperar lo imposible.

En Mt.19, 14 Jesús dice: “Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos.”

De los que son como niños es el Reino de los Cielos. De los pequeños, que tienen un corazón abierto y expectante, de aquellos que piden con inconsciencia lo imposible y lo esperan. 

Como gente de fe, solemos pedir a nuestro Dios que nos conceda cosas que necesitamos o que anhelamos, pero ¿cómo pedimos?

Muchas veces pedimos como adultos, desde la lógica de lo posible, de lo entendible, de lo razonable, todo lo que se escape de lo concebible no nos atrevemos a pedirlo, nos limitamos a aceptarlo. 

El “problema” es que en Lc. 1, 37 dice: “Ninguna cosa es imposible para Dios”; Y en Mt. 19, 26 “Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.” Y no solo nos habla de lo imposible, sino que también nos invita a pedirlo. "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mt. 7, 7-8)

El Señor nos llama a pedir más allá de lo que creemos que puede ser posible, nos llama a creer en la certeza de que nuestro Dios es capaz de romper la leyes físicas y hacer lo que nadie más es capaz de hacer.

Como dijo Griffin, el simpático alien de Men in Black 3:  “Un milagro es lo que parece imposible pero ocurre de todos modos.” Y aunque es una frase divertida de una película tonta, no deja de tener muchísima razón. Tenemos un Dios todopoderoso, un Padre que nos ama, que nos cuida, y que ansía darnos mucho más de lo que esperamos.

No tengas miedo, atrévete a pedir como un niño pequeño, pide como si todo fuera posible, no te resignes, no racionalices, pide un milagro. 

Si estás enfermo, pide sanación; si estas triste o deprimido, pide alegría; si estás cansado, pide nuevas fuerzas; si necesitas un trabajo, pídelo; si tus hijos están alejados, pide al Señor que vuelvan a casa; si necesitas amor, pídelo también; pide, pide, pide, con la insistencia e inocencia del hijo que sabe que Papá es capaz de hacerlo todo.

“Nadie que confíe en Él, quedará defraudado jamás.” (Romanos 10, 11)