Jueves, 02 de mayo de 2024

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La ONU de mi pueblo. La Iglesia, ¿qué? (IV)

por Un obispo opina

Anda, pues que a la Iglesia algunos le tienen una ojeriza que ya, ya, empieza diciendo Andrés en la reunión que tienen los de la ONU de mi pueblo.

Pero es que la Iglesia se mete en todo, dice Juan. Que si los Obispos, que si el Papa, que si los curas... y, claro, como se meten en todo, pues a veces fallan y la gente no los puede ver. Y lo peor es que unos piensan de una manera y otros, de otra. Ya se podrían poner de acuerdo antes de hablar de algunos problemas.

Sí, continúa Andrés, la gente no los puede ver y por eso vienen esos asaltos a sacerdotes y obispos y cardenales y si pudiesen quemarían las iglesias, pero con los curas dentro, como algunos han dicho ya. Tengo la sensación de que hay ODIO a la Iglesia en muchos sectores de la sociedad, igualito en los años 30 del siglo pasado; odio.

Pero es que la Iglesia se mete en todo, sigue Juan: que si el aborto, que si los matrimonios entre homosexuales, que si la justicia social, que si… bueno, en todo. Que nos dejen tranquilos y en paz, y que cada uno que elija lo que quiera.

Tú eres libre para hablar ¿no?, pregunta José, y ¿por qué no deben poder hablar los curas? El presidente de cualquier asociación ¿no puede hablar a los socios? Y los curas y los obispos ¿no han de poder hablar a los católicos?

Añade Vicente: No sólo pueden sino que deben.

Y Juan insiste: pero es que la Iglesia se mete en todo. Que se calle de una vez y que no quiera dirigirnos a todos.

Claro que se mete en todo, y seguirá metiéndose, añade Andrés. Es su deber; no es que pueda meterse a nivel científico o técnico o político, pero sí debe entrar en el campo de la moral; juzgar de la moralidad de los actos humanos es muy propio de la Iglesia; además de ser un derecho irrenunciable, es un deber. Jesús dijo a sus apóstoles: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado» (Mt. 28, 18-20). Esto es lo que hace la Iglesia cuando enseña la moral de Jesús. Y la enseña, sobre todo, a sus católicos.

Si la Iglesia ha recibido esta misión del Señor no puede callarse, especialmente cuando está en juego una dimensión moral importante en la que los políticos cristianos andan divididos en cuanto a rechazar o aprobar leyes claramente inmorales. Por ejemplo, ¿a qué político cristiano le cabe en la cabeza aprobar un asesinato en masa de miles de seres humanos inocentes? ¡Menudo follón se está armando con todo eso del cambio de la ley del aborto!

Y sigue Vicente: Ante una situación como ésta, decir que la Iglesia se

calle y que no se meta en todo, es perder el tiempo. Se mete y se meterá anunciando a los cristianos y a los que no lo son, si lo quieren oír, las actitudes morales en cualquier asunto que tenga una dimensión moral. Y lo mismo puede hablar de un caso de corrupción generalizada, que de injusticias flagrantes, que de falta de libertad y de responsabilidad, y de la inmoralidad de cualquier acto humano; todo desde el punto de vista moral, no político. Y si debe dirigirse a todos los católicos, también a los Diputados católicos.

Añade José: Por ejemplo, ¿creéis que puede dejar de hablar cuando ahora está en juego la vida de muchos niños ya vivos, en el seno materno? Y más, ¿creéis que puede callar si en la nueva legislación se permite abortar cuando el niño viene con alguna enfermedad incurable? Porque si se permite matar en este caso, es que se puede matar a los ya nacidos que tienen alguna enfermedad incurable, porque en un caso y en otro se mata a un ser humano, haya nacido o todavía no, porque ya vive.

Que no me vengan con el respeto a los derechos de la madre y que son adultas y libres y cosas por el estilo. Que la Iglesia hable, que hable, y que los cristianos hablemos y hablemos, que falta hace; y que actuemos también cuando actuamos en política y que seamos conscientes de que tenemos el deber de ser coherentes con nuestra fe cristiana. Y si no lo somos, ¿para qué considerarnos como cristianos cuando fallamos en algo tan importante?

José Gea
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