En Cuerpo y Alma, la somalí Asha Ismail nos habla de la ablación que ella misma ha sufrido
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Asha Ismail
He tenido la ocasión de entrevistar “Con otros ojos” en Radio María el pasado sábado a Asha Ismail, fundadora y directora de la ONG “Save a girl, save a generation”, valiosa y valiente mujer somalí, víctima, como tantas compatriotas suyas, de una terrible tradición que condena a la niña, y también a la mujer en que se ha de convertir esa niña, a la disección de varias partes de sus órganos genitales, en lo que comúnmente se conoce como “ablación”.
Asha, que ha sufrido ella misma en sus carnes la atroz mutilación, se expresa, como van a tener Vds. ocasión de comprobar, con toda claridad y sinceridad, en un testimonio desgarrador, que por su interés transcribo para Vds. a papel. - Buenas tarde Asha, gracias por estar en “Con otros ojos”. Lo primero que le preguntaría es: ¿en qué países del mundo se practica la ablación? - Se practica en muchos países africanos, en Asia, y gracias a la inmigración en Europa, en Estados Unidos, así que está muy muy extendido - ¿Hay diferentes tipos de ablación o la ablación siempre es la misma? - No, hay cuatro tipos de ablación: la primera es solamente cortar un poquito el clítoris. Está la segunda que lo corta completamente y los labios menores; está la tercera, que corta los labios menores y cortan un poquito los labios mayores. Y está la última que es la faraónica, que cortan el clítoris, labios menores, labios mayores y luego lo cosen para que se cierre completamente dejando un pequeño agujero. - ¿Cuál es el más practicado de estos cuatro tipos? - Todos son practicados, lo que pasa es que depende del país. Por ejemplo, donde yo vengo, Somalia, en Etipía, Sudán, parte de Kenia, en Egipto también, practican la última, la que llamamos faraónica. - ¿A cuántas mujeres afecta cada año la ablación en el mundo? - Más de seis millones de niñas. - La ablación ¿es una práctica religiosa o no tiene nada que ver con la religión? - En absoluto. Se ha achacado muchas veces a la religión islámica, porque lo adaptaron y lo convirtieron en parte de su cultura. Pero existió mucho antes del islam, la mutilación genital femenina, y existió en muchísimas culturas, incluso en Europa, cuando pensaban en Inglaterra que eso ayudaba a que las chicas no se masturbaran. En Africa por ejemplo, en Kenia, donde crecí, convivimos muchas religiones, y lo practican tanto los musulmanes, los cristianos, los protestantes y muchísimas otras religiones pequeñas no muy conocidas. Entonces no tiene su raíz en la religión, no, no tiene nada que ver con la religión.
- ¿Cómo es el proceso de la ablación? ¿Cómo empieza este proceso macabro, crudelísimo de la ablación? - Pues es durísimo, durísimo. Lo que yo tengo son recuerdos que nunca se me olvidan. Yo tengo cuarenta y cuatro años, y no se me olvidan. La mayoría de las niñas se la practican desde los cinco hasta los diez años, es la edad perfecta para practicar la mutilación. Lo que hacen es que cogen a la niña, claro sin previo aviso ni nada, nunca te hablan del tema, no sabes lo que te espera, y llaman a una señora, hay señoras que se dedican a esto, que le pagan por hacerlo, y en la mayoría de los casos lo hacen en casas, como fue en mi caso. Fue en la cocina de mi abuela, era una cocina de barro, lo que hicieron fue hacer un agujero en el suelo, me echaron ahí atándome y empezaron a cortar. Es muy doloroso, muy doloroso. Por ejemplo, hablando de mi caso, lo que sentí era muchísimo dolor, no sabía cómo me iba a afectar en el futuro. Era el momento y era doloroso. Me cortaron el clítoris, me cortaron los labios menores, los labios mayores, me cosieron y tienes que estar sentada casi un mes para que se cierre bien, que deje un agujero muy pequeño para ti, entonces te imaginas el dolor que uno puede sentir.