Son hombretones grandes y fuertes que declaran sentirse mujeres, toman ciertos químicos, a veces se mutilan los genitales, logran papeles que les declaran 'mujer' y se lanzan al deporte femenino: sus contrincantes, mujeres de verdad, siempre con huesos más frágiles, distinto punto de equilibrio, y otras muchas desventajas físicas propia de la diferencia sexual, poco pueden hacer contra estos rivales. 

El primer caso en las Artes Marciales Mixtas (MMA) fue el de Boyd Burton, que entre 2012 y 2014 participó declarándose mujer con el nombre de "Fallon Fox". 

Se retiró hace 7 años, pero ahora ya hay otro caso. Usa ahora el nombre de Alana McLaughlin. Parece que su nombre antes era Alan, pero las redes y Wikipedia se esfuerzan por no decirlo.

Tan solo necesitó 3 minutos y 32 segundos del segundo round para derrotar por estrangulamiento  a su oponente con diez años de experiencia, la francesa Celine Provost, el pasado 10 de septiembre en Miami, Florida.

Una mujer frente a un sargento de las fuerzas especiales

La victoria de McLaughlin ha sido especialmente polémica. No solo por su condición de transexual, sino por un historial que hacía del resultado algo fácilmente predecible. McLaughlin recibió entrenamiento militar de élite, fue boina verdees un veterano del ejército que sirvió durante seis como sargento médico de las fuerzas especiales en Afganistán y a todos los efectos (excepto los de la ideología) es un hombretón de 33 años.

El periodista británico Piers Morgan, conocido como polemista, no dudó en calificar la competición como “enfermiza”, ya que Provost, “no podía competir contra la abrumadora fuerza física de su oponente”.

Alana McLaughlin, antes y después del cambio. 

Los golpes de Provost rebotaban en McLaughlin como los de un pequeño león contra su padre, y cuando la inmovilizó en el suelo, no pudo moverse y rápidamente hizo tapping (estrangulamiento)”, describió Morgan.

Como escribió en The Daily Mail, aquel combate fue “el momento en el que la ideología se encontró con una fría y dura realidad”.

“La pelea me pareció repugnante”, escribió Morgan. “Rápidamente fue obvio que McLaughlin era demasiado fuerte, e igualmente obvio que esta fuerza provenía de los 33 años que pasó como hombre biológico”.

No es la primera vez que un transexual que declara ser mujer participa en competiciones como estas, pero el resultado obtenido por Boyd Burton fue similar al de McLaughlin: el ex marine de los Estados Unidos solo perdió un combate.

Tras el cambio, Alana McLaughlin muestra una imagen de su periodo como sargento de las fuerzas especiales. 

Una desventaja potencialmente mortal

El tratamiento hormonal restrictivo impuesto por las autoridades deportivas a las mujeres transgénero no reduce la densidad ni la potencia muscular”, apunta el periodista, lo que “crea una injusticia bastante grave en los deportes sin contacto. En los de combate, crea una desventaja que podría ser mortal”.

Una injusticia de la que ya han alertado otros luchadores de la UFC como el campeón Sean O`Malley, debido a los mayores niveles de testosterona y densidad ósea desarrollados antes de la transición.

Las declaraciones, lejos de ser un comportamiento de odio, para Morgan solo significan “una verdad incómoda para aquellos cuyo deseo de señalar las virtudes en asuntos trans supera a su capacidad de ver la realidad con sus propios ojos”.

Tras la victoria, McLaughlin mostró una camiseta con el mensaje "End trans genocide" (paremos el genocidio transgénero). 

Tras su victoria, el veterano McLaughlin vistió una camiseta donde se leía “fin del genocidio trans”. Para Morgan, “el verdadero crimen es contra el deporte femenino”.

Aquí el desigual y polémico combate completo de Artes Marciales Mixtas.