Muchos analistas consideran que el parón del PP a la reforma del aborto que prometió en sus programa electoral se debe al “arriolismo”, es decir, a la influencia de ideología “progre” del sociólogo Pedro Arriola, que es asesor (pagado) del PP, fichado en 1989 por José María Aznar y mantenido luego, y hasta hoy, por Mariano Rajoy, siempre como analista externo.

Es el “técnico” con bata de “experto” que presenta encuestas internas y por lo general secretas (que han pasado por su filtro, de constraste dudoso) a la cúpula del partido y con ellas les intenta convencer de lo que él presenta como “opinión de la ciudadanía”.

También es el esposo de la la diputada más abortista y anti-familia del PP, Celia Villalobos, exalcaldesa de Málaga, que lleva décadas hablando a favor del aborto y durante el mandato de Zapatero votó a favor de la ley de matrimonio gay y también votó a favor de la actual ley ampliada del aborto (la ley Aído).

Ahora, Francisco Marhuenda, director del diario La Razón, por lo general muy afín a Mariano Rajoy, ha escrito una columna contra el “arriolismo” y define esta actitud como una herejía parecida al adopcionismo en la España medieval, una quinta columna que abre las puertas al enemigo y agujerea el alma de la nación y sus valores. La reproducimos por su interés.


por Francisco Marhuenda, director del diario La Razón


El anuncio de que el Gobierno está dispuesto a incumplir su promesa electoral de legislar sobre el aborto ha provocado una enorme satisfacción en el PSOE, IU y Podemos. No me sorprende.

La victoria del arriolismo es una derrota grave del PP, que somete sus principios a las opiniones del todopoderoso asesor presidencial y del sector «progre» del partido.

Es un síntoma inquietante de una evanescencia ideológica que jamás imaginé que vería.

Nunca he sido radical o ultra, pero creía que se podrían resolver los problemas que afectan a una norma que no respeta el derecho del nasciturus. Es necesario que exista una ley del aborto, pero no entiendo que sólo la izquierda pueda legislar sobre esta cuestión.

Era necesario corregir los excesos actuales, pero al final se ha impuesto Arriola. Es un buen ejemplo de la sensibilidad social de izquierdas de algunos dirigentes del PP. Su ventaja es que nunca se juega nada, porque Arriola, como la banca en un casino, siempre gana.

Una vez más asistimos al complejo de un centro derecha que tiene que pedir perdón por existir y que necesita que la izquierda le pase la mano por el lomo.

Tras la caída del reino de los godos en Hispania, la mayor parte de la Península quedó en manos de los musulmanes. Los ignorantes invasores consideraban que el Cristianismo era politeísta y el obispo Elipando de Toledo acogió con fervor la herejía del adopcionismo que convertía a Cristo en hijo adoptivo de Dios Padre para satisfacerlos.

Con la ayuda del obispo Félix de Urgel comenzó una polémica que afortunadamente perdieron y la Iglesia salió reforzada para hacer frente a sus enemigos.

El arriolismo es una versión actualizada del adopcionismo para complacer a la izquierda sin importarle la opinión de una parte importante de sus votantes.

Es cierto que Arriola minimiza ese voto y esgrime siempre unas encuestas que poco importa que luego no acierten.

El objetivo es no entrar en polémicas y el resultado final es la tecnocracia en la gestión del Gobierno. El PP es una formación que consigue alrededor de 11 millones de votos y seguro que existirán diferentes sensibilidades en una cuestión tan polémica, pero sucede lo mismo en la izquierda, porque el modelo de aborto del PSOE no es un dogma, salvo para Arriola y sus seguidores, que tengamos que aceptar como si fuera una verdad revelada.

No se trataba de hacer una regulación radical y ultra, sino de recoger una fórmula que fuera más respetuosa con la vida aceptando una serie de circunstancias en las que una gran mayoría considera aceptable el aborto.

El arriolismo, por utilizar el símil del adopcionismo, es una «herejía» dentro del PP. No la comparto. He defendido con firmeza y coherencia la labor de Rajoy, creo que pocos lo han hecho como yo, pero el triunfo de Arriola me parece un error de graves consecuencias.

[Nota de ReL: nuestra publicación, en línea con la Iglesia Católica, aclara que quiere una legislación que logre el aborto cero y no considera aceptable ninguna circunstancia para provocar un aborto]

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