Varias personalidades cristianas de la vida pública catalana, que suelen firmar juntos análisis sociales y éticos, han publicado en La Vanguardia este domingo 12 de noviembre un texto criticando la ideología de género, aunque evitan esta expresión concreta y hablan sólo de 'ideología queer' y 'teoría queer'. Evitan también cuidadosamente las palabras "trans" y las siglas LGTB.

El texto lo firman personalidades de diversos ambientes, como son los políticos de entornos socialistas Albert Batlle y Josep Maria Carbonell, el ex-magistrado del Constitucional Eugeni Gay, el físico, filósofo y poeta David Jou, el filósofo Francesc Torralba (recientemente galardonado con el Premio Ratzinger), la investigadora de La Salle Rosa Maria Alsina Pagès, la profesora de Ética de la UB Margarita Mauri, la veterana abogada Montserrat Serrallonga y el presidente de la asociación E-Cristians Josep Miró i Ardèvol.

"Es insensato y peligroso dejar de lado las evidencias y las constataciones científicas para hacer decir a la realidad lo que las ideología piden. El primer paso es negar la realidad para, enseguida, crear la que convenga", empieza el texto.

Lo que critican es "la teoría queer, que empezó en los años noventa".

Sustituir el sexo por género es negar la ciencia

Los firmantes denuncian que "sustituir radicalmente el concepto de sexo por el de género es negar el conjunto de peculiaridades bioquímicas, fisiológicas y orgánicas que dividen cualquier especie en machos y hembras. A esta distinción atiende la ciencia médica cuando distingue, por ejemplo, entre las especialidades de ginecología y urología, si bien esta diferenciación no dice nada a los teóricos de la ideología queer, que la consideran fruto de lo que llaman 'el clasismo de la ciencia'".

Los firmantes reconocen que hay personas que nacen como hombre o mujer pero no se sienten tal, y eso causa angustia a esas personas. "Esta disonancia ha condenado a muchas personas a la incomprensión y la exclusión y eso es inaceptable. Pero la lucha contra la marginación no ha de pasar necesariamente por la negación de la biología", detallan.

Denuncian que "se ha extendido la ideología de que una persona es lo que quiere ser, y que el sexo es fluido y tan cambiante como lo sea el deseo".

Y comentan: "Es irónico que en un tiempo en que todo se quiere tan natural y ecológico, sin intervenciones químicas artificiales, sea excepción la condición humana".

Manifestación de la asociación Amanda en España en 2023, denuncia el contagio social del cambio de sexo.

Las leyes imponen la excepcionalidad: resultado, más daños

Señalan los autores que "la legislación del país, en vez de regular situaciones excepcionales con precisión y sensibilidad, impone la excepcionalidad sobre la situación ampliamente mayoritaria de hombres y mujeres. El resultado son más daños, problemas y angustias que antes, sobre todo para los más jóvenes".

Lamentan que "hoy, cualquier apelación a la naturaleza en el campo de los asuntos humanos es sospechosa y quien reclama el reconocimiento de una naturaleza constitutiva del ser humano es tildado de esencialista o de reaccionario".

De fondo, avisan, "no se quiere ningún límite, ninguna autoridad, natural, humana ni divina".

"Es necesario que nos preguntemos por el número de personas a quienes la ideología confunde y arrastra acríticamente hacia planteamientos que acaban siendo contradictorios, como la de los padres que, cuando nace su criatura, quieren esperar a que cuando sea mayor, elija si quiere ser hombre o mujer", proponen.

También plantean que la teoría queer "cuestiona el sujeto feminista porque niega la realidad de las mujeres". Y mencionan "la perplejidad de los científicos ante las personas que rechazan la diferencia biológica entre hombres y mujeres". (Más sobre esto en nuestra sección Ciencia e Ideología de Género).

El artículo finaliza diciendo: "Como dicen los clásicos, no hay nada tan difícil de demostrar como lo que es evidente".

Algunos puntos débiles del artículo

El artículo es notorio por ser una crítica colectiva por parte de personalidades reconocidas a la ideología queer. Ayuda a mantener abierto el debate y a la sana conciencia crítica.

Se le puede achacar que entra poco en el tema legal (más allá de una mención a la legislación del país) y a cómo esa legislación dificulta la libertad de expresión.

Tampoco es muy expresivo a la hora de explicar los peligros médicos del cambio de sexo, que no son meras "contradicciones" o "angustias" sino mutilaciones de órganos sanos, esterilizaciones irreversibles de por vida, efecto de contagio social en adolescentes, y todo con una nula demostración científica de que eso ayude a las personas con disforia.

Tampoco mencionan el fenómeno de los arrepentidos del cambio de sexo y el deber del Estado para con ellos.

Es de destacar también la participación de Francesc Torralba, nuevo Premio Ratzinger, quizá animado por anteriores colaboraciones con los co-firmantes.

En 2004 Francesc Torralba negaba en "El País Semanal" la idoneidad de que un niño creciese con un modelo paterno y materno, y no le veía mayores problemas al matrimonio homosexual.

En 2011, siendo asesor de la Generalitat en temas religiosos, se negaba a hablar más del tema del matrimonio homosexual porque "no tengo una opinión definida al respecto. Es un tema que está muy lejos de mis intereses intelectuales" y porque, decía "cuando respondí a esas preguntas hace años estaba en temas de bioética, pero ha llovido mucho".

Parece que vuelve a interesarle algo la bioética, y en principio eso es bueno.