Se puede exhumar el cuerpo de los muertos por diversidad de razones, como la investigación criminal, la exploración arqueológica y la investigación forense. Pero ¿cuándo es éticamente admisible desenterrar a un muerto?

En los últimos años se ha debatido mucho al respecto en los círculos arqueológicos. El arqueólogo Duncan Sayer, de la Universidad Central de Lancashire (Reino Unido), ha publicado un libro [Ethics and Burial Archaeology] sobre las excavaciones de tumbas. Según Sayer, que se permita exhumar un cuerpo depende de numerosos factores. “No es correcto desenterrar restos humanos solo porque somos arqueólogos y nos dedicamos a eso”, dijo Sayer recientemente a Discover Magazine. Él considera que las excavaciones de rescate, cuando las tumbas van a ser destrozadas por desastres naturales, son claramente admisibles. Pero para que esté justificado alterar tumbas que no están amenazadas, los arqueólogos deben tener cuestiones claras e importantes que investigar que no puedan ser resueltas sin proceder a la excavación. En opinión de Sayer, es irresponsable cualquier proyecto de desenterrar todas las tumbas en un lugar entero.

Otros académicos piensan que es importante hacer una consulta amplia. En una entrevista en National Geographic, Larry Zimmerman, arqueólogo de la Universidad de Indiana, dijo que el punto clave es “si los interesados tienen algo que decir, y no solo los interesados que forman parte de la comunidad científica”.

El asunto no se limita a la arqueología. En 2015, la Iglesia de Inglaterra se pronunció contra la tendencia creciente en el Reino Unido a reubicar cuerpos de familiares muertos por razones de conveniencia.

“El enterramiento permanente del cuerpo físico, o de los restos de la cremación, debe entenderse como símbolo de que confiamos en que la persona irá a Dios tras la resurrección”, dijo un portavoz de la Iglesia [de Inglaterra] al Sunday Express. Según la ley británica, si están en suelo consagrado, los restos solo pueden ser exhumados bajo la autoridad del secretario de Justicia de la Iglesia de Inglaterra.

Publicado en BioEdge.

Traducción de Carmelo López-Arias.