"De las tinieblas a la luz": es el eslogan de la Comunidad del Cenáculo, obra fundada hace 40 años por sor Elvira Petrozzi -la madre Elvira- para asistir a quienes sufren los estragos de una vida rota a causa de las adicciones. La Comunidad celebra que durante estas cuatro décadas no ha dejado de extender su labor por todo el mundo, con 74 casas en cuatro continentes.

La última de ellas se ha abierto en la diócesis española de Orihuela-Alicante, la tercera del país. El padre Andrea, representante de la Comunidad en España, ha celebrado la noticia con CREO TV, invitando a conocer el día a día de una organización que ha ayudado a más de 60.000 personas a sanar sus heridas, recuperar sus vidas y a muchos, a abrazar la fe.

Lo que ve el padre Andrea cada día son decenas de jóvenes hasta hace poco sin rumbo, marcados por la violencia y la desesperación.

"Lo que les transmite el mundo es una falta de esperanza enorme que abre el corazón a la violencia del maligno. Es como si estuviesen dispuestos a aceptar la violencia de Satanás que pasa a través de la pornografía, las drogas, la sexualidad agresiva o el maltrato en las calles y eso les lleva a pensar que es justo que sus vidas sean humilladas. No piensan que son dignos de merecer una vida mejor", explica.

Por ello, la misión de los religiosos y consagrados de la Comunidad es, en gran parte, ayudar a que se valoren y que conozcan el amor de Dios.

"Lo único que tenemos que transmitir nosotros es eso, la importancia de sus vidas, que ellos lo valen todo, y que lo que tu valgas, o sufras, o te de alegría es importante para el Señor", explica.

Algo que el padre Andrea considera valioso para ellos es hacerles vivir de primera mano ese sentimiento de hijos de Dios desde la carencia.

La Comunidad del Cenáculo en Tarragona (donde ha cumplido 10 años) representa una obra teatral sobre el proceso de liberación de la adicción.

Normas exigentes: comida austera, sin teléfonos...

En las residencias de las comunidades del cenáculo, los protocolos son exigentes, comidas austeras, despertadores vespertinos, sin teléfonos ni redes… y como estructura, viviendo de la caridad.

Es precisamente por esto último, "por ser pobres y no tener nada", que los jóvenes ven lo que el Señor hace por ellos de forma directa. En el caso de los alimentos, una norma es que no se puede ir al supermercado  y comprar comida, sino que esta debe llegar de los donantes. De este modo, "los jóvenes ven que Dios es un padre que sabe lo que ellos necesitan".

Y este es solo uno de los milagros de la Comunidad del Cenáculo: a los 3.000 alojados en 75 casas de todo el mundo nunca les ha faltado el alimento.

Entre los pilares de la Comunidad, el sacerdote menciona la acogida y la propuesta de la sencillez, la amistad, una vida limpia de sacrificio, la honestidad, la ayuda recíproca o la pobreza. Pero por encima de todos ellos destaca "el abandono a la Providencia", la oración -especialmente eucarística- y la evangelización entre sus propios miembros.  

Por eso la Comunidad es mucho más que un simple "centro terapéutico" de asistencia social. De hecho, el sacerdote valora la independencia que le concede al Cenáculo ser una obra religiosa, ya que lo que quieren es ayudar, pero "siendo libres de proponerles la vida cristiana y no dar tratamientos de forma automática, pues cada persona es distinta y lo que necesita antes que nada es encontrar la paternidad del Señor y María".

La madre Elvira se dio cuenta de eso desde los comienzos de la Comunidad en 1983: "El problema de los jóvenes [alojados] es el corazón herido o la falta de sentido de la vida y al ver rezar a las religiosas, lo que pedían era "`encontrar al Señor´".

Representación teatral de la Comunidad del Cenáculo ante sus familias: hay que expresar cómo las adicciones esclavizan bajo una falsa sonrisa; también es importante el acompañamiento: en la Comunidad hay auténticos amigos y hermanos ayudando, mientras que en la droga sólo hay proveedores y compañeros adictos.

"Milagros eucarísticos": conversiones y extensión del apostolado

Gracias a esta cosmovisión, al orden de vida y al protagonismo que ocupa la Eucaristía en la Comunidad, el sacerdote enumera algunos de los que considera "milagros eucarísticos".

Uno, el número de jóvenes que se han acercado al Señor después de que, sin saberlo, otros que habían pasado por su misma situación realizaban adoraciones nocturnas pidiendo por la intercesión y ayuda a esos jóvenes, dándose cuenta tiempo después de que mientras estaban "de fiesta", otros habían estado orando por ellos.

También explica el gran incremento de los apostolados y sedes de la Comunidad del Cenáculo desde que se potenció la oración de los jóvenes ante el Santísimo. Ahora hay multitud de casas y misiones solo para mujeres, para niños, para familias y matrimonios…

"Es un milagro eucarístico, porque nada más empezar a hacer la adoración perpetua, explotó el bien de la obra del Cenáculo", subraya Andrea.

Los resultados son obtenidos por la oración, pero también por el plan del propio centro. Desde las primeras semanas, cada nuevo interno tiene un "ángel custodio" que "siempre está en tus manos y se entrega a ti siempre que lo necesitas o tienes un momento difícil.

También se enfrenta un día a día comparable "a la vida monástica" que, aunque al principio puede conllevar una difícil adaptación pero con unos resultados que no tardan en verse.

"La autenticidad, la transparencia o que los interesados en alojarse lo conozcan todo" antes de entrar son otros de las claves del éxito del Cenáculo, que el sacerdote sitúa en torno a un 99% de éxitos a la hora de "volver a llevar una vida normal".

En términos absolutos, más de 60.000 personas han recuperado sus vidas desde hace 40 años gracias a la labor de la Madre Elvira, haciendo realidad el lema de la Comunidad.