Después de que el avión papal aterrizara esta tarde en el aeropuerto internacional de Paphos, el Papa Benedicto XVI fue recibido por diversas autoridades civiles y eclesiásticas católicas, el presidente chipriota Demetris Christofias y el arzobispo Crisóstomos II, líder de la Iglesia ortodoxa.

En la ceremonia de bienvenida, Benedicto XVI ha reconocido su alegría y gratitud por su encuentro con la población de Chipre, situada «en una encrucijada de culturas y religiones, junto con historias gloriosas y antiguas, pero que aún mantienen un impacto fuerte y visible en la vida de vuestro país».

Benedicto XVI destacó el reciente ingreso de Chipre en la Unión Europea, gracias a lo cual el país «ha comenzado a notar el beneficio de intercambios económicos y políticos con los demás países europeos» y el acceso a los mercados, a la tecnología y a conocimientos prácticos.

En este sentido hizo votosd para que pertenencia «traiga prosperidad» al país y que los demás países europeos, a su vez, se enriquezcan con la herencia espiritual y cultural de Chipre, «que refleja vuestro papel histórico, al encontraros entre Europa, Asia y África».
 
El Papa destacó que con su viaje quería seguir las huellas «de nuestros comunes en la fe, los santos Pablo y Bernabé» y subrayó que desde que ellos «trajeron el mensaje cristiano a estas orillas, Chipre ha sido bendecida por una fuerte herencia cristiana».

Tras un fraternal saludo a Su Beatitud Crisóstomo II, arzobispo de Nueva Justiniana y de toda Chipre, expresó su anhelo de poder encontrarse con los miembros de la Iglesia ortodoxa de Chipre y con los demás responsables religiosos chipriotas.
 
Al saludar a los católicos de Chipre adelantó que entregará el Instrumentum Laboris, para la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en octubre, en Roma.

Al destacar la importancia de este evento para Iglesia en la región y los desafíos que los católicos deben afrontar, «a veces en circunstancias difíciles», Benedicto apuntó que «Chipre es por ello un lugar apropiado desde el que lanzar la reflexión de nuestra Iglesia sobre el lugar de la comunidad seglar católica en Oriente Medio, nuestra solidaridad con todos los cristianos de la región y nuestra convicción de que éstos tienen un papel insustituible que mantener en la paz y en la reconciliación entre sus pueblos».