La voracidad comercial china no conoce fronteras. La última que ha descubierto podría ser la literatura cristiana, aunque reservada casi exclusivamente a la exportación. En 2012, la producción china de biblias -una actividad muy limitada con anterioridad, y reservada sólo a las iglesias controladas por el régimen- alcanzó la cifra de 12 millones de ejemplares, dos tercios para la venta en el extranjero.

El dato convierte a la China comunista, donde hasta hace poco los católicos se consumían en las cárceles o en los campos de trabajo, en uno de los grandes editores de biblias del mundo.
 
Según informa “The Economist”, la gran empresa editorial ha sido encomendada a una imprenta de la ciudad de Nanjing, preparada para producir 18 millones de ejemplares anuales de la Biblia en 90 idiomas. Sólo un tercio, algo más de cuatro millones, se reservarán para el consumo interno, y serán distribuidos “exlusivamente” por las 55.000 iglesias oficiales. Quedan excluidos los centenares de miles de templos, protestantes y católicos, que siguen resistiéndose a la Iglesia Patriótica, la mayoría de ellos en forma de iglesias-hogar con sabor a catacumbas.
 
China cuenta oficialmente con 67 millones de cristianos, alrededor de un 5 por ciento de su población. Los más activos, los católicos, son aproximadamente 12 millones, poco menos del 1 por ciento. En 1957, Mao decidió fundar la Iglesia Patriótica para someter a los obispos y a los católicos a los dictados del régimen. La persecución religiosa ha sido, aparentemente, suavizada en los últimos años, aunque aún se cuentan por docenas los clérigos y laicos encarcelados por su defensa de la libertad religiosa.