Ser sacerdote en algunos puntos de Nigeria es una misión de gran riesgo. La inseguridad y la persecución contra los cristianos empiezan a convertirse en una tónica habitual. Es lo que está ocurriendo en el estado de Enugu, de algo más de tres millones de habitantes, situado en el sur del país.

De hecho, en lo que va de 2019 han sido asesinados dos sacerdotes de este estado y han secuestrado hasta nueve religiosos más. El último ha sido el padre Malachy Asadu, liberado tras varios días de secuestro, tal y como informó la Policía el pasado 27 de noviembre.

Según recoge la agencia Fides, el padre Asadu fue secuestrado el 25 de noviembre a lo largo de la carretera Imilike-Nsukka Road cuando regresaba de una reunión diocesana en la Catedral de Santa Teresa, en Nsukka. Su secuestro tuvo lugar exactamente nueve días después de que fuese secuestrado otro sacerdote, el padre Teófilo Ndulue, que desapareció el 16 de noviembre y fue liberado tres días después.  Entre los últimos casos están también el del padre Arinze Madu, vicerrector del seminario "Reina de los Apóstoles" en Imezi-Owa, estado de Enugu, secuestrado el 28 de octubre y liberado el 30 de octubre.

Más casos que demuestran la indefensión de los sacerdotes

Lamentablemente, los secuestros no siempre concluyen con la liberación del rehén. El 20 de marzo, encontraron el cuerpo sin vida de don Clement Rapuluchukwu Ugwu, párroco de la iglesia de San Marco, en Obinofia Ndiuno.

En esa ocasión, monseñor Callistus Onaga, obispo de Enugu, expresó su pesar por el hecho de que la policía no pudiese salvar al padre Ugwu a pesar de que le habían asegurado que estaban siguiendo a los secuestradores, mientras que estos últimos, por el contrario, continuaban sacando dinero de la cuenta del sacerdote con la tarjeta del cajero automático.

El clero de la diócesis de Enugu había salido a las calles para exigir más seguridad después del asesinato del padre Paul Offu asesinado en la tarde del jueves 1 de agosto. El sacerdote, párroco de la iglesia de Santiago el mayor en Ugbawka, fallecio por los disparos de arma de fuego de un grupo de “pastores Fulani” mientras conducía el automóvil por la carretera Ihe-Agbudu Road hacia Awgu.