Al menos once personas, en su mayoría católicos, fueron asesinados el jueves por la noche en un ataque de pastores fulani a un pueblo cercano al campamento de desplazados interiores de Abagena, situado a 4 km de Makurdi, capital del estado nigeriano de Benue, en el centro del país. Es una matanza que se suma al reciente asesinato del sacerdote Isaac Achi, quemado vivo, y a la cadena de agresiones que sufre la comunidad cristiana desde hace años. Y que parecen intensificarse ante las cercanas elecciones presidenciales del 25 de febrero

El vicario general de pastoral de la diócesis de Makurdi, Moses Aondover Iorapuu, declaró a ACI Africa que la persecución contra los católicos durante el ataque fue "horrorosa": "Ni siquiera el Estado Islámico es capaz de semejante brutalidad", dijo, explicando que después de matar a sus víctimas, las decapitaron y seccionaron alguno de sus miembros para llevarlos como prueba "a quien lo haya ordenado".

Entre los asesinados hay mujeres y niños y muchas otras personas resultaron heridas de gravedad, temiéndose por su vida en los hospitales donde fueron atendidas. 

Problemas enquistados

"La respuesta de la policía y de los militares fue como siempre. Llegaron tarde y los atacantes no están identificados", lamentó Aondover, quien cuenta cómo los fulani arrancaron a las gentes de sus hogares antes de proceder a su destrucción y a la matanza: "Son ataques continuos sin una sola detención ni ninguna reacción significativa del gobierno. Nos sentimos terriblemente frustrados y abandonados por nuestro gobierno y por la comunidad internacional. Tenemos campos de desplazados interiores desde 2001, ¿qué más tenemos que decir para que recibamos la protección y ayuda que necesitamos?"

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Nigeria, el país más poblado de África con más de doscientos millones de habitantes, tiene su población dividida aproximadamente por la mitad entre cristianos (mayoritarios en el sur) y musulmanes (mayoritarios en el norte), además de una compleja composición étnica. 

A la violencia terrorista islámica de Boko Haram, presente desde 2009, se ha unido en los últimos años la de los pastores nómadas fulani del norte, también musulmanes, que buscan  nuevas zonas de pasto el sur y atacan a los agricultores cristianos.