Un reporte de la agencia vaticana Fides da cuenta de los esfuerzos que muchos católicos atraviesan para vivir su fe en Corea del Norte, bajo el régimen de Kim Jong-Un, como fingir que cuentan habichuelas para rezar el Rosario en comunidad.

Según la escasa información que ofrecen las autoridades norcoreanas, en el país todavía existen unos tres mil católicos, contra los 50 mil que se registraron en 1945.


“Tenemos la sospecha que después del largo periodo de persecución, todavía quedan unas diez mil personas en el país que profesan la religión católica y la practican en secreto”, señala el Padre Lee Eun-Hyung, Secretario general de la Comisión para la Reconciliación de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur en un informe enviado a Fides.

“Algunos refugiados que consiguieron escapar del Norte, hablan de las mujeres ancianas que sentadas en círculo, rezarían el Rosario contando habichuelas mientras murmuran algo en voz baja”, añade.

La Comisión para la Reconciliación de la Conferencia Episcopal Surcoreana dirige desde 1999 un constante esfuerzo de comunión y colaboración con el Corea del Norte. El P. Lee ha realizado varios viajes y se ha entrevistado con los representantes de la “Catholic Association Joseon”, la única asociación de fieles católicos reconocida oficialmente por las autoridades norcoreanas.

“Gracias a esta asociación, hemos podido dar ayuda humanitaria a Corea del Norte, comida y carbón para la calefacción”, explica.

Los fieles cristianos “permanecen en una situación de gran sufrimiento, no se sabe cuántos son, ni si hay entre ellos sacerdotes. La única iglesia reconocida está en Pyongyang, y probablemente los edificios eclesiales que había antes del régimen hayan sido destruidos”, añade.

El P. Lee expresa también su satisfacción por la próxima reapertura de la zona industrial que Corea del Sur y del Norte comparten en Kaesong y que podría dar pie a un nuevo acercamiento.

Las actividades del parque industrial se sitúa en los confines entre las dos Coreas y fueron cerradas el pasado abril después de meses de intensa tensión. Ambas naciones han experimentado repercusiones negativas en el marco económico y han decidido retomar de manera oficial las actividades.

“En esta situación de tensión, la carestía entre las población de Corea del Norte ha empeorado, y también en Corea del Sur, la economía está viviendo desventajas. El camino de salida correcto es el diálogo y los acuerdo, la colaboración y el intercambio... y esto podría dar lugar a un proceso de deshielo y un nuevo acercamiento”, auspicia el P. Lee.