El obispo de Convington (Kentucky), Roger Foys, se disculpó este viernes  por el juicio prematuro emitido por la diócesis contra los chicos víctimas de una fake news de los medios del establishment a la finalización de la Marcha por la Vida de Washington del pasado 18 de enero.

Pedimos disculpas a cualquiera que se haya sido ofendido en cualquier forma por nuestras afirmaciones, que se hicieron con buena intención basándonos en la información que teníamos”, dijo monseñor Foys en una carta dirigida a los padres de los alumnos del Convington Catholic High School, según informa el National Catholic Register: “No tendríamos que haber permitido que nos acosaran y nos presionaran para hacer prematuramente una declaración, y asumimos toda la responsabilidad por ello”.

A la finalización de la Marcha por la Vida, unos adolescentes católicos que esperaban el autobús para volver a Kentucky, algunos de ellos con gorras de Make America Great Again (lema de la campaña electoral de Donald Trump), fueron insultados durante horas por un grupo racista negro, y posteriormente una marcha indigenista se les acercó. Un activista indigenista, Nathan Phillips, eligió al adolescente Nick Sandmann para plantarse ante él y aporrear su tambor mirándole fijamente. El joven sonrió, y sobre la base exclusivamente de la foto de esa sonrisa, y de que los jóvenes estaban alrededor de Phillips porque éste se había aproximado a ellos, se estructuró una campaña contra ellos que repicaron sin mayor contraste grandes medios como la CNN. Acusaban a los chicos de racistas por rodear a un anciano indio para reírse de él. El sábado 19 de enero, la difusión de los vídeos completos del incidente (en cualquier caso, un asunto totalmente menor) evidenciaba que los jóvenes no habían hecho nada reprensible, y que Nick había demostrado autocontrol y sangre fría ante la provocación del activista. Algunos medios del sistema se disculparon por la pifia. Otros no.

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Tanto la diócesis de Covington como el colegio, aterrorizados ante la opinión pública, emitieron aquel mismo viernes sendos comunicados censurando el comportamiento de los chicos, y en el caso del instituto anunciando medidas contra ellos que podían incluir la expulsión. Mientras, Nick era objeto de una campaña nacional de acoso, con amenazas de muerte a él y a su familia. La escuela tuvo incluso que cerrar por la cercanía de manifestaciones agresivas, incluso cuando ya se sabía toda la verdad.

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“Me disculpo especialmente con Nicholas Sandmann y su familia, y también con todas las familias del Convington Catholic High School que se han sentido abandonadas durante esta terrible experiencia”, añade monseñor Foys: “Por desgracia, Nicholas se ha convertido en el rostro de estas acusaciones basadas en los videoclips. No está bien. No es justo”.

Además de esta carta, a lo largo de la semana el obispo de Covington transmitió los mismos sentimientos a los estudiantes durante un acto público: “Rezo para que, con la gracia de Dios y la buena voluntad de todos los implicados, la paz reinará de nuevo en los corazones y mentes de nuestros fieles… Sabed que estoy con vosotros y que pasaremos esto juntos. Gracias y que Dios os bendiga”.