Karen Alexia Palma era trabajadora de la clínica Legacy Community Health en Texas hasta que fue despedida por negarse a enseñar a los clientes que acudían las prácticas anticonceptivas. Por ello, esta joven católica ha denunciado este despido pues afirma que ha sido discriminada y que se ha visto vulnerado su derecho a la objeción de conciencia.

En una entrevista en The Washington Post que recoge Aciprensa, Palma afirma abiertamente que “mi fe católica me enseña que la anticoncepción está mal. No puedo enseñar una clase que viola mis creencias religiosas. Siempre voy a poner mi fe en primer lugar”.

Pese a que el despido se produjo hace seis meses, la joven ha presentado ahora una demanda por discriminación ante la Comisión de Igualdad de Oportunidades para el Empleo y está siendo representada legalmente por el instituto First Liberty, especializado en la lucha por la libertad religiosa.


Como parte de su trabajo en el centro de salud, Palma tenía que impartir clases de planificación familiar tres veces al mes. Durante un año y medio, la clínica le permitió que se pusiera un vídeo explicativo en vez de ser ella la que tuviera que impartir dichas charlas.

Ella recuerda que “el permiso por motivos religiosos fue mínimo y no aumenté el trabajo de otros empleados de Legacy, ni generé molestia alguna al empleador. Además, no afectaba en gran parte de lo que hacía como educadora de salud”.


Pero el mayor problema y el desencadenante del despido se produjo cuando cambió la administración del centro y la obligaron a impartir personalmente las charlas y a asistir a un curso formativo obligatorio en un local de la multinacional abortista Planned Parenthood. La joven se negó y fue despedida.

En un correo electrónico, el vicepresidente de servicios de salud pública de la clínica Legacy Community Health, Amy Leonard, afirmaba que “a veces los empleados tienen que dejar a un lado sus propias creencias personales o puntos de vista para satisfacer los requisitos del trabajo”.