Llega a los cines de más de 20 ciudades españolas Marca de vida, una película emocionante basada -con mucha fidelidad- en la historia real de David Scotton, un joven adoptado que al cumplir 18 años aceptó conocer a su madre biológica, la que le entregó en adopción nada más nacer.

Es una película llena de sentimientos, en la que no hay personajes "malos": una y otra vez descubrimos al otro, que siempre puede madurar y crecer. Igual que un viajero descubre nuevos paisajes, nosotros exploramos con David su relación con nuevos parientes y sus historias.

Cada nueva persona que nos atrevemos a conocer es un riesgo, y una aventura. Y vale la pena.

Hay que tener en cuenta que la trama viene dada no sólo por los hechos reales, sino por el documental de 30 minutos que el mismo David y sus amigos y parientes filmaron al respecto, “I Lived on Parker Avenue”. Este documental (que se puede ver aquí) es el que cautivó al cineasta cristiano Kirk Cameron, que decidió darle forma de largometraje con actores profesionales, y la participación de los hermanos Kendrick (A prueba de fuego). Cameron (padre de seis hijos en la vida real) se reserva el papel del padre adoptivo.

El resultado es una historia que se inicia en David, explora a sus padres adoptivos, se amplía a sus padres biológicos, a las familias de éstos, a lo que sucedió en 1993, cuando su madre quedó embarazada y a lo que sucedió 18 y 19 años después, cuando David retomó el contacto con sus "otras" familias. Se necesitan actores para interpretar los personajes jóvenes y también 19 años después.

Es una película que aborda el impacto de los embarazos juveniles e imprevistos, pero sin escenas de sexo ni violencia, y sin lenguaje grosero. Es perfectamente adecuada para adolescentes a partir de 12 años.

La metáfora: hay que lanzarse... y disfrutar

La película empieza con el joven David y sus amigos lanzándose a un lago desde gran altura. Es la gran metáfora de la película: la vida implica eso, lanzarse, arriesgarse, y nadar, con el lago y su agua como símbolo de vida. Hacia el final se expresará lo mismo saltando en avión. También vemos a Melissa en el campo, en un vehículo quad de carreras: hay mucha vida y aventuras más allá de un embarazo inesperado.

Se plantean muchas de las preguntas y sentimientos complejos que asaltan a los implicados en la adopción. Empezando por una muy práctica: cuando ante un problema médico preguntan por el historial familiar, ¿qué sabe el hijo adoptado de su linaje genético? De alguna manera, lo natural es conocer tu linaje familiar, sus enfermedades, tendencias. Por otra parte, hay un derecho a no querer tener más información. La prudencia busca siempre evitar el dolor.

Cuando un hijo adoptado quiere investigar su linaje, su familia adoptiva puede preguntarse: "¿Y si ahora nos va a querer menos?" Aunque es más común que se pregunte: "¿Y si lo que descubre le hace daño?"

También hay preguntas por parte de los padres adoptivos. En esta historia, es el padre el que tomó el paso de perseverar en la adopción, porque la madre estaba bloqueada por haber perdido dos niños en una enfermedad. "Me enfadé con Dios cuando mis hijos murieron, me asustaba otra pérdida", explica ella. ¿Y si hubiera perseverado en esa parálisis?

Una escena de la película Marca de Vida, una historia real sobre adopción y amor.

"Que les guste pescar y acampar"

Hay una escena peculiar, que probablemente no se dé en los sistemas de adopción de muchos países. La vemos cuando la joven embarazada revisa muchas cartas de solicitantes de adopción. "Buscamos que los padres adoptivos se parezcan a nosotros, o que incluso sean mejores. Por ejemplo, que les guste pescar y acampar", comenta la muchacha. Esa posibilidad de 'elegir' da espacio a imaginar bienes para el bebé, y no terrores absurdos.

Con todo, lo que le hizo optar por los Scotton fue convencerse de que su fe cristiana "sonaba auténtica. "Dios, si estás ahí, te pido que lo cuides y lo protejas", rezó la joven madre de 18 años por su bebé.

Por parte de los padres adoptivos, también hay un elemento de incertidumbre, y lo admiten: "Queremos confiar en Dios". También entienden que esa confianza es gradual: es una historia de ir "paso a paso con Dios". Cada paso, en su momento. Pasados los años, se ve que los pasos se convirtieron en todo un camino...

Esta es una historia real plenamente sucedida en la era de Internet. Eso implica un fenómeno especial, su gradualidad en el contacto: observar las redes sociales de la persona que nos interesa, luego contactarle online por escrito, sólo más adelante llegar al encuentro en persona. Pero antes de ese encuentro en persona nos hemos emocionado ya viendo en sus redes sociales sus fotos, logros, escenas de amistad y familia...

El matrimonio da fuerza

Otro punto fuerte de la película es su visión positiva del matrimonio. Hay personajes que se casaron sin contar toda la verdad sobre su pasado. El cónyuge que ahora conoce la novedad, se aferra al juramento: "en lo bueno, y en lo malo".

Hay también una actitud de aceptación a los cambios, el deseo de "completar el puzzle" porque "los puzzles son parte de la vida".

Mantas y radios para ocultar la vida y la esperanza, una escena escalofriante.

Hay un giro final, una revelación que permite reflexionar sobre la banalidad del mal, la ocultación de la esperanza... "Dos segundos más y habría muerto". Resulta especialmente impactante porque llevamos toda una película viendo una explosión de vida, relaciones y sentimientos, que tienden a generar más vida y más relaciones. La esterilidad fría y herida que se ofrece como alternativa se nos antoja escalofriante.

Mucha gente no tiene imaginación para el bien, piensa sólo en "lo peor", ni siquiera es capaz de imaginar varios años en el futuro. Marca de Vida lo que nos enseña es que el futuro siempre está lleno de vida y, a menudo, lleno de amor. Vale la pena lanzarse al agua.