La Real Academia de Medicina valenciana, organización creada por el Rey Fernando VII en 1831, ha creado un nuevo “sillón” que estará centrado en la Bioética. A partir de ahora será el doctor Justo Aznar el que ocupe este sillón.

El doctor Aznar es uno de los grandes expertos en Bióetica y declarado católico. El valenciano es Doctor en Medicina por la Universidad de Navarra y ha sido jefe del Departamento de Biopatología Clínica y Coordinador de la Unidad de Investigación Bioquímica, del Hospital Universitario ‘La Fe’ de Valencia. Actualmente es Director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia, creado en 2005.

Además, Justo Aznar ha ganado diversos premios en el área bioética, y ha publicado 508 trabajos de investigación, de ellos alrededor de 300 en revistas del más alto nivel científico además ha escrito 30 capítulos en diversos libros y ha sido editor de cuatro, dos de ellos de carácter internacional.

El doctor Aznar es miembro de la sub Comisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española. En mayo de 2005 fue nombrado Miembro de la Pontificia Academia para la Vida, cargo que oficialmente ya no desarrolla por edad, aunque sigue implicado personalmente.

En una entrevista para Zenit habla de este nuevo nombramiento:

- Es la primera vez que se crea un “sillón” de Bioética en la Real Academia de Medicina de la Comunidad de Valencia, ¿cuál cree que será la contribución, sobre todo en términos prácticos, de este nuevo nombramiento a la reflexión bioética actual?
- Sí, es la primera vez que se crea un “sillón” específico para Bioética en la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana, aunque en los estatutos de esta casi bicentenaria institución se especifica el estudio de la Bioética como una finalidad específica de la misma.

Pienso que en términos prácticos, la contribución de la Academia al área de pensamiento bioético puede ser importante para la singular cualificación profesional de los miembros de la Academia y por la propia autoridad científica de la institución.

- Como miembro de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana y ahora merecedor del “sillón” de Bioética ¿cuáles serán sus funciones en la institución?
- Ciertamente, al ser un “sillón” de nueva creación, habrá que ir definiendo las funciones de su ocupante, pero en principio pienso que puede ser estimular la reflexión bioética, realizar informes si son solicitados o por iniciativa propia, y sobre todo, hacer presente la voz de la Academia en las redes sociales, que sin duda, hoy son parte fundamental en la difusión de cualquier corriente de pensamiento.

- Usted dirige el Instituto Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia, del que depende el Observatorio de Bioética ¿qué objetivos se marcan para el nuevo año?
- Además de continuar y ampliar las acciones que habitualmente desarrollamos, como objetivo prioritario, poner en marcha un amplio proyecto que se ha elaborado para impartir online nuestro máster en Bioética, especialmente dirigido hacia el área hispanoamericana.

- También implementar nuestra presencia en las redes sociales y mejorar nuestra página web. Actualmente, son cerca de 30.000 nuestros seguidores en Facebook y nuestra página web recibe cerca de 1.000 visitas diarias. Aumentar estas cifras es un objetivo fundamental, por supuesto intentando mantener, si no mejorar, la calidad científica de los contenidos que difundimos.

- ¿Qué retos tienen, según su punto de vista, los expertos y profesionales en Biomedicina, concretamente en Bioética, en la sociedad española?
- Conseguir eficazmente expandir las ideas bioéticas en el entramado social. Crear corrientes de opinión positivas con amplio influjo social no es fácil, pero hay que intentar conseguirlo, pues gran parte de los grandes problemas que en nuestra sociedad se debaten tienen un sustancial trasfondo bioético, por lo que tratar de participar en dichos debates nos parece una misión ineludible de las instituciones académicas que tratan temas bioéticos.
 
- La Pontificia Academia para la Vida tiene como fin “honrar la ciencia pura dondequiera que se encuentre; asegurar su libertad y favorecer las investigaciones, que constituyen la base indispensable para el progreso de las ciencias”, ¿qué aporta su misión como miembro esta Academia al diálogo entre fe y ciencia?
- En primer lugar, he de decirle que por mi edad, al cumplir los 80 años, tuve que cesar en mi actividad en la Pontificia Academia por la Vida, pero mi misión personal creo que continúa intacta, y como tantos, seguiré trabajando por difundir una bioética acorde con el humanismo cristiano, especialmente entre los medios de habla inglesa, pues en ese mundo es donde se inician las grandes corrientes bioéticas.

Ya hemos conseguido publicar diversos trabajos en revistas anglosajonas y tenemos un servicio de prensa y una página web en inglés sobre temas que afectan al diálogo entre ciencia y fe, pero en ello debemos continuar, y estamos continuando.

Creo que este es un reto no solamente de la Academia Pontificia para la Vida sino de todas las instituciones académicas, que como nuestro Observatorio de Bioética la Universidad Católica de Valencia, deben y quieren participar en el concierto bioético nacional e internacional. Estamos muy animados a seguir participando en esta área de pensamiento.