La Iglesia Católica propone a sus fieles y a todos los hombres de buena voluntad que la denominada Teoría de la Evolución y la fe son compatibles siempre que no se haga una interpretación ideológica de la misma.

Ya en 1868, a los pocos años de hacerse pública la propuesta darwiniana, el sacerdote católico Raffaelo Caverni postuló la compatibilidad entre evolucionismo y fe en su obra Nuevos estudios de filosofía. Discursos a un joven estudiante. Su tesis – tomada del científico católico Galileo – de que la Biblia no contiene falsedades y tiene el cometido más de llevarnos al cielo que de describir verdades científicas, encaja con un evolucionismo teísta y finalista.

Más tarde Pío XII, en 1950, en un intento de reducir la creciente confrontación, más ideológica que otra cosa, hacia una declaración “oficial” de la Iglesia en la Humani generis diciendo que el evolucionismo era una teoría que debía ser estudiada, y que en ningún caso el alma provenía de otro lugar que no fuera Dios mismo. San Agustín (S. IV) ya aconsejaba abandonar la interpretación literal cuando los hechos empíricos la contraviniesen y esforzarse por hacer una interpretación no literal conciliadora con la ciencia.

San Juan Pablo II declaró: “…la evolución presupone la creación, y la creación se presenta a la luz de la evolución como un suceso que se extiende en el tiempo… No existen obstáculos entre la fe y la teoría de la evolución, si se las entiende correctamente…”.

Desde las reflexiones sobre los fósiles en el siglo XVIII, pasando por el siglo XIX y la propuesta de Darwin, y adentrándonos en el siglo XX, es fácil mostrar con el ejemplo de científicos católicos españoles de gran nivel que la fe católica nunca fue un impedimento para la investigación sobre la historia de las especies sobre la tierra. 

La disciplina científica que estudia los restos fósiles de los seres vivos se llama paleontología, fundamental para entender la evolución.

En España, quien es considerado su fundador es José Torrubia (16981761), que escribió el primer tratado de paleontología titulado Aparato de Historia Natural Española, en el que por primera vez se dice que los fósiles, tenidos por curiosidades de la naturaleza, son restos de seres vivos petrificados. Torrubia era fraile franciscano.



Poco después Manuel Torres (17501817), considerado padre de la paleontología americana, descubrió el esqueleto fósil de un animal extinguido, el megaterio, que se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid porque él se ocupó de enviarlo a España desde Argentina, convencido de su importancia.



El hallazgo fue crucial para que otro científico también creyente, el francés Georges Cuvier (17691832), enunciase la posibilidad de un proceso evolutivo a través del cual Dios generaría la diversidad de formas existentes en la actualidad, parte de las cuales habrían desaparecido en el Diluvio, algo que se admitía como cierto en la época hasta por instituciones científicas de la talla de la Royal Society. Manuel Torres era cura católico además de fraile dominico.

Poco después Antonio Bergnes (18011879), helenista liberal y editor, se interesó tanto por publicar la Biblia y como los libros de otros evolucionistas católicos como Lamarck o Buffon, anteriores a Darwin.

Otro mito de las ciencias naturales españolas, que fuera director del MNCN, Mariano de la Paz Graells (18091898) con la llegada del darwinismo pasó de un fijismo moderado, en el que consideraba que los animales existentes eran los “…llamados a repoblar la Tierra… tras el diluvio”, a admitir sin problemas la nueva teoría.

En su obra Mastodología Ibérica, Graells declara sus creencias en Dios Creador, aludiendo a que los cambios de forma son sólo parte de la realidad de la vida.



Posteriormente destaca la figura de Juan Vilanova Piera (18211893) que desarrolló su actividad en los ámbitos de la paleontología, geología y prehistoria, y fue Catedrático de Geología y Paleontología de la Universidad Central de Madrid.

Descubrió los primeros restos fósiles de dinosaurios en España y propagó la conciliación evolución-fe católica escribiendo cosas como que «conviene tener presente que Moisés no se propuso dar en el Génesis un tratado de Geología ni de ninguna otra ciencia, sino más bien hacer comprender a los hebreos la grandeza y omnipotencia del Dios Creador, y evitar de esta manera que cayesen en la idolatría; lo cual era más fácil de conseguir, diciendo que a la sola palabra de Dios “Fiat lux”, “apareció la luz”, que si les hubiera dado un tratado de Óptica.», que demuestran un alejamiento con el literalismo bíblico claramente asumido.




Otra figura destacable de la controversia evolución-fe fue Eduardo Llanas (1843-) miembro de la Academia de Bellas Artes de Barcelona, cura católico que se manifestó en contra de la utilización ideológica de las ideas de Darwin, algo que el propio Darwin advirtió que no se debía hacer, dejando escrito en su obra El origen de las especies (1859): "no veo ninguna razón válida para que las opiniones expuestas en este libro ofendan los sentimientos religiosos de nadie…Un famoso autor y teólogo me ha escrito que gradualmente ha ido viendo que es una concepción igualmente noble de la Divinidad creer que Ella ha creado un corto número de formas primitivas capaces de transformarse por sí mismas en otras formas necesarias, como creer que ha necesitado un acto nuevo de creación para llenar los huecos producidos por la acción de sus leyes…”.

Llanas dejó escrito cosas como que “…al fin de la edad terciaria creará Dios al hombre: todo estaba preparado para recibirle; el clima, la situación definitiva de mares y tierras, las faunas y floras que debían servirle: nada faltaba para que pudiera desarrollar en buenas condiciones su existencia…

De esa manera, la creación del hombre está ligada a las creaciones anteriores: todas contribuyeron a prepararla: la primera alga, el primer infusorio existieron para que a su tiempo pudiera existir el hombre”.



Enrique de Aguilera y Gamboa (18451922), XVII marqués de Cerralbo, fue presidente fundador de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas cuyo trabajo se conmemora actualmente en una exposición en el MNCN.


El Marqués de Cerralbo, político católico y carlista y entusiasta de la paleontología

Colaboraría con él otro católico convencido, Juan Cabré Aguiló (18821947). Ambos eran católicos carlistas. 

También trabajarían con dicha comisión el sacerdote católico francés Henri Breuil (18771961)que demostró la autenticidad de las pinturas de Altamira, y el alemán Hugo Obermaier (18771946), dos eminencias de la paleoantropología europea, ambos catedráticos de universidad, vinculados con el Institut de Paléontologie Humaine, en Paris. 


Juan Cabré Aguiló, otro difusor de la paleontología y los estudios prehistóricos


En España trabajarían también por la época y en la misma línea Telesforo Aranzadi (18601945), cuya tesis doctoral fue dirigida por Vilanova Piera al que nos hemos referido más arriba.

Catedrático de Antropología de la Universidad de Barcelona que trabajaría codo con codo, entre otros, con el sacerdote católico Jose Miguel de Barandiarán y Ayerbe, ambos promotores de la creación de la Sociedad de Estudios Vascos.

Nunca abandonaría sus arraigadas creencias religiosas, que concilió a la perfección tanto con su trabajo como con la aceptación de la teoría de la evolución, sin negar, eso sí, la existencia de un Dios creador que hizo las cosas como le pareció oportuno.



El caso de Jesús Carballo (18741961) es similar a los que venimos refiriendo. Además de los estudios eclesiásticos para ser cura católico, cursó los de Música y Ciencias Naturales.

Obermier y Carballo salvaron con el dinero del Duque de Alba las cuevas de Altamira y consiguieron convertirlas en Monumento Nacional. Fue el primer español en utilizar la palabra espeleología, rama de la geología de la que se le considera pionero.



Santiago Alcobé Noguer (19031977) sustituyó a Telesforo Aranzadi en la Cátedra de Antropología de la Universidad de Barcelona.

Su discípulo aventajado, Josep Pons, indicaba en su necrológica que era hombre “…de una fe católica nunca disimulada…”. Introdujo la estadística en la paleontología y escribió Guía para el estudio antropológico de las poblaciones prehistóricas de España.




Miquel Crusafont (19101983) fue un científico católico español especializado en paleontología que difundió la teoría de la evolución en España.

Fundador en 1969 del Instituto Provincial de Paleontología en Barcelona, hoy llamado Instituto de Paleontología Miquel Crusafont. Aumentó mucho el registro paleontológico de los mamíferos y la estratigrafía del Terciario español.

En una de sus cartas decía: «si aquí en España (…) nos metemos los científicos en honduras de tipo filosófico o religioso, lo hacemos para decir que según nuestro punto de vista nada hay en la ciencia que esté reñido con el Dogma.

Esto es algo que nos vemos forzados a tratar, pues hablar de Evolución sólo desde el punto de vista científico, sería aquí casi imposible», afirmando en otro lugar que «nunca la Ciencia, por “atrevida” que pueda parecer a determinadas mentes pusilánimes estará en contradicción con los dogmas de la fe cristiana católica».

Trabajó con Félix Rodríguez de la Fuente para su programa de evolución en Planeta Azul, que en 1971 fue censurado en cuanto a cualquier alusión a la teoría de la evolución.



Con Crusafont colaboró Bermudo Meléndez (19121999), catedrático de Paleontología de la Universidad de Madrid (1949), autor de Tratado de paleontología (1947), libro donde señalaba que la única evolución posible era la que aceptaba la intervención de Dios.

Defendió y difundió la idea de la Evolución como «una ley biológica general» en su versión neodarwinista y finalista, en la que se puede admitir la intervención de Dios.

Colaboró con el MNCN del CSIC. Tuvo familia numerosa, y celebró sus bodas de oro en el Monasterio del Paular.

Antonio Prevosti (1919-2011). Participó en las Conversaciones Intelectuales de Poblet y Montserrat, con el Movimiento Internacional de Estudiantes Católicos y Pax Romana, en reuniones privadas en la Facultad de Teología de San Cugat del Vallés, o colaborando con revistas religiosas como Apostolado sacerdotal, Orbis catholicus o Forja.

Así de simplemente exponía sus creencias sobre la evolución y Dios  "capaz de actuar libremente, el hombre estuvo preparado para recibir el alma y poder amar a Dios”, quien fuera Licenciado en Ciencias, Sección Naturales.

Y para terminar, el broche de oro: el padre de los yacimientos de Atapuerca, Emiliano Aguirre (1925-). Al acabar el bachillerato ingresa en los Jesuitas, decidido a ser misionero, algo que sus superiores no parecen permitirle.

En 1942 ingresa en el seminario de Aranjuez, donde cursa dos años de noviciado y tres años de Letras.

Entre 1947 y 1950 estudia Filosofía en Chamartín, en la Facultad Complutensis de la Iglesia. Por indicación también de los jesuitas fue dirigido hacia las ciencias naturales, realizó cursos de verano sobre histología, anatomía y embriología microscópica del padre jesuita P. Jaime Pujiula.

Terminó la carrera en 1955 en la Universidad Complutense de Madrid, licenciándose con Premio Nacional Fin de Carrera. Luego hizo teología.

En 1974 se secularizó e ingresó en el MNCN-CSIC Descubrió treinta yacimientos nuevos . En 1976 localizaría el primer resto humano fósil en Atapuerca.



Todos los científicos mencionados en este artículo recibieron religión en la escuela, y por lo que hemos comentado, esto no les produjo mayor problema para su desarrollo mental, científico y espiritual. Los laicistas practicantes mienten cuando afirman que la Iglesia Católica está en contra de la Teoría de la Evolución y de la ciencia.

(El autor de este artículo, Alfonso V. Carrascosa, es  científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, MNCN-CSIC; las opiniones y creencias recogidas en este artículo no tienen por qué ser las oficiales de las mencionadas instituciones.)