HAZ TÚ LO MISMO

El cuidadoso estudio del sagrado volumen
 hará mejores ciudadanos, mejores padres y mejores esposos.
-Thomas Jefferson-

          Muchas personas no saben por dónde empezar a leer la Biblia, de modo que, a veces, usan el método del azar. Ellos dicen: «Señor, muéstrame lo que tú quieres que yo lea» y abren la Biblia a la ventura y comienzan a leer dondequiera se abrió la Biblia. A veces el Señor bendice este método, pero no es la mejor manera de leer su palabra, como ya hemos comentado en otra ocasión.

         Ahí va un ejemplo:

         Se cuenta la historia de un hombre que en una ocasión utilizó este método. El primer versículo que encontró fue Mateo 27,5 que dice que Judas salió y fue y se ahorcó. Como no sabía cómo aplicar este versículo a sí mismo, pasó a otro pasaje y la Biblia se abrió en Lucas 10,37: Entonces Jesús le dijo: ve y haz tú lo mismo.

         Como podemos imaginar, nuestro hombre quedó muy perplejo y no sabía cómo podría obedecer esto, de modo que probó suerte una vez más. Nuevamente abrió la Biblia al azar y, para su horror, su dedo cayó en Juan 13,27: Entonces Jesús le dijo: lo que vas a hacer, hazlo pronto. 

          Es más prudente usar el método de Martín Lutero. Él aseguraba que estudiaba la Biblia tal como cosechaba manzanas. Primero, sacudía todo el árbol, para que cayeran las que estaban maduras; luego se subía al árbol y sacudía cada rama y cuando había sacudido cada rama acababa sacudiendo cada vástago. Después examinaba cada ramita y miraba bajo cada hoja. En otras palabras, escudriña la Biblia como un todo, estudia cada libro, luego estudia cada capítulo, estudia cada versículo y finalmente estudia cada palabra.

          Por eso, sin negar que Dios se vale de cualquier cosa, incluso el azar, para mejorarnos, lo prudente es proceder con la Biblia razonadamente.

          Cuando leemos una historia, generalmente la comenzamos a leer desde el principio y seguimos leyendo hasta llegar al final. Así es como el autor la escribió, y es la mejor manera de leerla. Usualmente leemos las cartas de esta manera. Debemos hacer lo mismo con los libros de la Biblia.

         La mejor manera es comenzar desde el capítulo uno y continuar hasta el final. Cuando Pablo escribió el libro de Romanos, por ejemplo, no escribió primero el capítulo 13 y luego el capítulo 8. Él comenzó con el capítulo 1 y luego escribió el capítulo 2, etc. Si lo escribió así, ¿por qué no hemos de leerlo así?

          Leyendo con orden comprobaremos que el «ve y haz tú lo mismo», de san Lucas 10, 25-37, no está indicando que nos ahorquemos, sino que nos preocupemos por el hermano necesitado como el buen samaritano.