-Si tienes una gran hipersensibilidad ante una pequeña afrenta.

-Si tu amor propio magnifica, hincha, hace grande una pequeñez, una ridiculez, una insignificancia.

-Si una palabra, una actitud, un desprecio, una desatención... te perturba interiormente -tal vez fuertemente- y te hace tambalear, sufrir, y te desasosiega...

Habrás de luchar y suprimir tu gran susceptibilidad... tu amor propio... siempre tan a flor de piel... y dispuesto a recogerlo todo. Así no vivirás.

 

Pero si consigues suprimir lo que te han dicho, la ofensa recibida, entonces:

Entonces habrás dado un gran paso... Dejarás de sufrir.

Entonces habrás hecho desaparecer el "me han insultado", "me han herido", "me han despreciado, menos tenido, humillado".

 

Porque si logras hacer desaparecer  la ofensa:

Habrás suprimido, habrás borrado el insulto, la afrenta, la humillación, tu herida desaparecerá o habrá cicatrizado...

 

¿Quién después de haber puesto los ojos en un crucifijo, - en Jesús clavado en la cruz - calumniado, vejado, humillado y sonriente… no imitará su testimonio de Amor, con Amor y por Amor?








Alimbau, J.M. (1998).  Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.