Cristianismo y dolor
El cristianismo no es dolorismo: no ama el dolor por el dolor, ni mucho menos. Más bien, el cristianismo muestra cómo el dolor, el sufrimiento, pueden ser vividos, ofrecidos, otorgándole así un valor redentor, salvífico.
Las presentaciones doloristas del cristianismo, tan en boga en otras épocas y en ciertos ámbitos, no corresponden a la verdad. El cristiano no sufre por sufrir, ni ama el dolor por el dolor mismo. El cristiano sí sabe cómo vivir el sufrimiento y el dolor cuando se presentan. Además, las mortificaciones que pueda (debe) practicar no buscan tanto el dolor, o el fastidio, cuanto el vencimiento de la voluntad, el ejercicio de la reparación y la unión con el Señor crucificado. El cristianismo es una escuela de vida que tiene por Maestro al Señor Jesucristo. Y vivir, muchas veces, es saber encajar el dolor y el sufrimiento, al que nadie nos prepara, únicamente el Señor nos da lecciones sublimes. Se aprende a vivir el sufrimiento y el dolor cuando se descubre la unión con el Señor en todo y cuando se descubre el valor redentor que tiene el dolor ofrecido a Dios por la salvación del mundo. Estas lecciones hemos de aprenderlas pronto y bien, integrándolas en la existencia cristiana, en nuestro modo espiritual de vivir, para que cuando llegue el momento de la dificultad, el sufrimiento ni nos escandalice, ni provoque rebelión, ni cuestione la fe, sino que cuando se presentan se sepa vivir bien y santamente desde el principio. Omitir estas lecciones, tal vez para no asustar, conlleva dejar a muchos cristianos a la intemperie, en un cristianismo voluntarista o solidario, simpático y moderno, y cuando llega el sufrimiento, lo viven escandalizados sin entender nada. Había que haberlos preparado con tiempo. El evangelio de la Cruz debe ser predicado siempre y no silenciarlo por valores "políticamente correctos", tales como compromiso, solidaridad, alegría, tolerancia, porque la vida real es iluminada por el cristianismo en todas sus facetas. Muchos católicos, viviendo en ese clima de optimismo y lenguaje postmoderno, se derrumban ante el sufrimiento porque nadie les enseñó a vivirlo. El cristianismo ilumina el dolor, enseña a vivir, ofrecerlo, entregarlo, con paz y abandono.