La fe de uno tiene..., a los ojos de Dios un valor incomprensible para quien, o bien la ha tenido desde que nació y la conserva o bien para quien la perdió y después la recupero. Para el que carece de fe y él nunca la ha tenido ni hace nada por buscar a Dios, de este tema él ni se ocupa ni le preocupa Desde luego que sin fe, no hay amor a Dios ni tampoco esperanza y por lo tanto no existe posibilidad de salvación. Las tres virtudes teologales; fe, esperanza y caridad o amor, nacen viven y mueren las tres, en el ser humano al unísono. Nosotros creemos, en la misma proporción y fuerza con la que amamos a Dios y esperamos de Él.

            Escribe la M. Angélica, diciendo: “Si crees que a todo aquel que cree en Dios, le ha llegado la fe como un rayo del firmamento, cometes un grave error. La fe para la mayoría de nosotros, llega a pasos pequeños e insignificantes, el primero de los cuales suele consistir en cierta impaciencia con el mundo que conocemos”.

            Nuestra fe, y toda la fe de los demás es un don divino, que Dios dona al que comienza a buscarlo, un grado inicial de fe, porque el mero hecho de tratar de buscarlo, en sí da origen al nacimiento de la fe en la persona de que se trate, pues ya que nadie, busca lo que cree que no existe. Y el deseo de buscar a Dios, por parte del alma humana es el fruto de un proceso de conversión que se inicia y se desarrolla en el alma humana, en función de muchos factores, que el Espíritu Santo determina en el alma humana.  

            Hay una conversón inicial que nos abre un poco de luz, pero hay no acaba todo porque la vida espiritual es un continuo proceso de sucesivas conversiones, alimentadas por la gracia divina que fluye incesantemente en el alma inhabitada por Dios trinitario. Dios dona su gracia, cuando sucesivamente se van atendiendo las mociones e inspiraciones del Espíritu Santo. “La fe, nos dice Tadeusz Dajczer es un proceso constante de conversión, es un constante abrirse al amor de Dios y una constante recepción de ese amor para donárselo a otros”.

            Varias alusiones al Espíritu Santo nos dio el Señor, en los días finales de su estancia en este mundo así nos dejó dicho: "15 Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; 16 y yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros y está en vosotros”. (Jn 14, 15-17). “63 El espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida;”, (Jn 6, 63).

            Y también les dijo a sus discípulos y a nosotros: "12 Muchas cosas tengo aún que deciros, más no podéis  llevarlas ahora; 13 pero cuando viniere Aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa, porque no hablará de si mismo, sino que hablará lo que oyere y os comunicará las cosas venideras. 14 El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es mío; 15 por esto os he dicho que tomará de lo mío y os lo dará a conocer”, (Jn 16,12-13).

            Vivir en la de Cristo, para aquel que la vive apasionadamente, como escribe el P. Jesús Higueras: “La fe es una relación con Dios de amistad, de cariño, es mucho más que creer unas verdades que aparentemente son verdades muertas. La fe sobre todo, es un confiar, un apropiarme, hacer mío o hacer parte de mi vida, toda la realidad maravillosa de Dios”. Y el que En la medida en que se avanza por el camino hacia Dio, se va viendo más claro, los velos van cayendo y la fe va aumentando.

            Porque el contenido del misterio de la fe, no es un velo único el que nos lo tapa, sino muchos velos que constituyen una serie de obstáculo para ver lo que nos ocultan estos velos, que al final es el Rostro de Dios. A nadie se le caen de golpe todos estos velos sino poco a poco en las medida en que avanzamos en nuestra vida espiritual, poco a poco van cayendo los velos no del todo, porque los últimos caerán cuando estemos a en la presencia de Dios Esa visión perfecta y total de Dios la captaremos con los sentidos de nuestra almas no con los de nuestro cuerpo material actual que ya no existirá porque estará transformado en un cuerpo glorioso a semejanza del de Cristo, porque quien con Cristo muere con Cristo resucita.

            Tanto nuestro cuerpo material actual, como nuestra alma espiritual, tienen sus sentidos, unos nos sirven para captar las realidades materiales que nos rodean y los del alma para captar las realidades espirituales que también rodean nuestra alma. En ambos casos sentidos materiales de nuestro cuerpo y sentidos espirituales de nuestra alma, los sentidos nos sirven para relacionarnos con nuestro exterior, sea este material correspondiente a nuestro cuerpo o sea espiritual correspondiente a nuestra alma. De estos sentidos los más importantes son nuestros ojos materiales de nuestra cara y los espirituales de nuestra alma. Con los ojos materiales de nuestra cara nunca podremos ver ni captar las realidades espirituales. En ambos casos los ojos sean de nuestra cara o de nuestra alma necesitan, una luz que les ilumine, para poder ver lo que se desea ver. Sin luz estamos en tinieblas y nada veremos. Pero los ojos materiales de nuestra cara la luz que necesitan es una luz material, como la es la del sol, la luna, o el fuego generado por el hombre. En el caso de los ojos de nuestra alma, la luz que ellos necesitan para ver es la luz divina, que poco a poco muy lentamente va entrando en las almas, que están siempre avanzando en su fidelidad y amor al Señor.

            Cuando el nivel de las almas es muy alto en el amor al Señor, Él les proporciona, visiones e inspiraciones de carácter sobrenatural e inclusive algún fenómeno correspondiente a los llamados ímpetus espirituales, como pueden ser las levitaciones o la transverberación de la que fue objeto Santa Teresa de Jesús. En una categoría inferior pero muy deseable, el Señor ilumina las mentes humanas para que puedan entender, determinados aspectos teológicos. Tal es el caso de muchos santos doctores de la Iglesia, como la misma Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, San Santo Tomás de Aquino o San Ambrosio de Milán y muchos más.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

  1. Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
  2. Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107
  3. Libro. MILAGROS EN LA EUCARISTÍA.- www.readontime.com/isbn=9788461179091
  4. Libro. SANTIDAD EN EL PONTIFICADO.- www.readontime.com/isbn=9788461266357
  5. Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281 
  6. Libro. VIDA DE NUESTRA ALMA.- http://www.readontim.com/ISBN=9788461266364

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