En el improbable caso de que Gilbert Keith Chesterton levantara la cabeza, volvería a la tumba segundos después de haber echado un vistazo a la cabecera de este diario.

No es tan improbable que, antes de regresar al cementerio, se parase en algún bar, encendiese un puro y trasegase un par de litros de cerveza. Para olvidar lo que había leído y reposar sin demasiadas pesadillas en su ataúd.

Para la mentalidad de Chesterton sería inconcebible que un diario llevara por nombre un grito. Una exclamación tan sensata, tan cabal, tan de sentido común, sólo podía surgir en un mundo enloquecido.

Un mundo que ni el propio Chesterton se atrevió a vislumbrar en sus novelas de ciencia ficción más proféticas.

Un mundo tan siniestro donde es preciso reclamar la religión en libertad o el derecho a vivir –otra marca- es un mundo que sólo merece el calificativo de infierno.

Un mundo que no se sorprende de que alguien diga “religión en libertad” o “derecho a vivir” es un mundo muerto, un mundo de zombies anestesiados.

¡Religión en libertad! ¡Derecho a vivir! ¿Nadie se da cuenta de que no es normal gritar –como un náufrago en plena galerna- obviedades tan evidentes? Llegará un día en que nadie se sorprenda cuando se diga:

-Hola, soy un hombre.
-Hola, soy una mujer.

Claro, ya lo vemos. Y tienes dos piernas y un corazón.
Pero en ese día terrible, no lejano, los conceptos de hombre y de mujer estarán tan diluidos que no será posible ya reconocerlos. Y “soy un hombre” será la cabecera de un diario de seres humanos rebeldes y cuerdos.

He citado a Chesterton. Profetizó que el lugar de trabajo se confundiría con el hogar. Profetizó el advenimiento de un socialismo que haría inútil –salvo para la Iglesia Católica- la lucha por los pobres y la defensa de los más débiles. Profetizó que el feminismo sería el asesino traidor de la vida de la mujer y heriría de muerte a la maternidad y a la familia.

Pero no vio que la familia acabaría por ser abolida; que el matrimonio terminaría destruido; y que el hombre, convertido en un robot que trabaja y consume, sería reducido a la condición inimaginable de un conjunto fortuito de células manejadas por una élite de avaros diabólicos, dioses resucitados del fondo del Hades. Moloch y Mammón han vuelto y sólo queda en pie la frágil barca de Pedro frente al Monstruo.

Post Scriptum: Si quieren seguir en Twitter a este viejo cowboy, háganlo. Es @pakez. Acepto tabaco y botellas de whisky, como la que me envió un día @EnricCantin