Cuando uno contempla algunas de las cosas que hace el Régimen sirio de Bachar Al Assad de un tiempo a esta parte, no puede por menos que preguntarse si efectivamente las hace el Régimen o las hacen los que quieren acabar con él, que por mucho que entrenaran, no lo harían mejor: aquel ataque violando el territorio turco, este ataque con armas químicas… A veces, parece que los bacharistas hicieran oposiciones para que las potencias occidentales les zumben, si quieren como si no quieren… ¿o no?
 
            Más allá de ello y de todo el sistema de alianzas imperante en la zona que convierte a un país suní como Siria en el gran aliado de la gran potencia chiíta del mundo, Irán, que a su vez sostiene la guerrilla islamista en un país mayoritariamente cristiano como Líbano, que es el enemigo número 1 de la gran potencia judía del mundo (Israel), y está apoyado por la gran potencia ortodoxa del orbe (Rusia) y la gran potencia taoísta del planeta (China), mientras las grandes potencias protestante (Estados Unidos), anglicana (Reino Unido), y católica (Francia) de la tierra, no ven el momento de entrar a pegar petardazos en el país...(que lío ¿no?) una cosa no admite ya la menor discusión: por mucho que en la impostadamente cándida Europa sigamos jugando al juego de la gallinita ciega y al del rey desnudo a los que tanto nos gusta jugar, la guerra civil siria no es una guerra que enfrenta a unos déspotas malísimos contra unos aguerridos y voluntariosos ciudadanos desorganizados y desarmados, deseosos de implantar una paradisíaca democracia ejemplo de los países del mundo, islámicos o no. ¡Para nada! La guerra civil siria es una guerra entre dos déspotas, uno de ellos ilustrado, Bachar el Assad, que había elevado su país antes de la guerra a cotas de bienestar, educación e igualdad que pueden ser insuficientes en Europa pero que eran insoñables en Siria, y otro de ellos igual de déspota… pero sin ilustrar… ¡¡¡Y cómo de sin ilustrar!!!
 
            El panorama que se abre en Siria como el vencedor de la contienda sean los salvajes terroristas que combaten el régimen sirio y que según creemos en Europa deben de llegar a las ciudades sirias repartiendo palomitas, porque jamás vemos en la televisión uno solo de sus ataques y lo único que vemos son los bombazos que los bacharistas tienen que lanzar para repelerlos, es absolutamente desolador: una república islámica con la sharía por toda legislación, con un retorno de las mujeres a los mejores índices de pobreza y sumisión alcanzables en una zona donde dichos índices son la especialidad de la casa… y para la minoría cristiana del país, -¡porque en Siria hay dos millones de cristianos, ¿qué no lo sabían?!-, la sangre, el sudor, las lágrimas, el hedor, el horror, la postración, la miseria, la desolación, la muerte... ¡¡¡la nada!!! Como en Irak, como en Egipto, como en tantos otros países que ya han degustado las delicias de la primavera árabe. Por cierto, que no sólo para ellos, sino para todas o casi todas las muchas minorías étnico-religiosas del país, estas sí, islámicas, (chiítas, alauitas, ismailíes, drusos), las cuales no lo van a pasar mucho mejor, no se vayan Vds. a creer.
 
            Y todo ello, con la complacencia de los lobbies y de los progres primermundistas nuestros de cada día… los mismos a los que se les pone gorda la boca hablando de democracia, igualdad y derechos donde hace ya varias décadas que los conquistamos y ellos sin enterarse, pero no dicen ni mu cuando de los lugares en los que ni la palabra conocen se trata… No vaya a ser que dejen de parecer progres… O peor aún, que se enfaden los malos y les hagan pupita…¡¡¡pupita a ellos, que son tan estupendos y están tan contentos de haberse conocido!!!
 
 
            ©L.A.
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