Jueves, 31 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Fuerza volcánica

Manos orando sobre la Biblia.
Si no dedicas un tiempo diario a estar con Dios, tal vez no estás tan bien como crees, dice la autora. Foto: Timothy Eberly / Unsplash.

por María García de Fleury

Opinión

Hay muchas razones para dejar de buscar a Dios en oración o su consejo en su Palabra. Muchas veces simplemente nunca adquirimos el hábito de hacerlo todos los días. Pensamos que con escuchar alguna predicación o rezar de vez en cuando tendremos lo necesario para el día a día. Pero no es así... también necesitamos nuestro tiempo con Él.

Alejarnos de Dios, ofenderlo provoca que nuestra conciencia esté cauterizada, encallecida, que deja de sentir dolor por ofender a Dios y al prójimo. Pero orar y meditar en la voluntad de Dios ayuda a poner tu voluntad en sintonía con la de Él (Salmo 119:11).

Perder el ánimo y el gozo de orar y leer la Biblia es un síntoma de una deteriorada salud espiritual. Todos requerimos examinarnos a la luz de la Palabra y saber qué es lo que está encalleciendo nuestra conciencia. Recuerda, estábamos alejados de Dios por nuestras faltas y Dios salió a buscarnos para reconciliarnos con Él, pero si tropezamos una y otra vez y volvemos a practicar el pecado será difícil volver. Pregúntate: ¿Qué te aleja de Él? ¿Qué te impide volver? Hay quienes responden: "No quiero hacerlo ahora, pero estoy bien..."

En ocasiones no necesitamos estar haciendo cosas malas, simplemente el desánimo o la rutina podrían habernos alejado poco a poco de la oración y la meditación en la Palabra.

Quiero decir que muchas veces es muy sutil nuestro “enfriamiento” espiritual y no nos damos cuenta de lo que está pasando. Un día no tuvimos tiempo de buscar a Dios, se nos juntaron compromisos, la cantidad de trabajo, nos sentimos cansados o agobiados... y de pronto llevamos un año o dos así.

A veces pensamos que estamos bien, pero en realidad nos esforzamos en creer y hacerle creer a la gente que no pasa nada, aunque estar desanimados indica que algo está pasando.

Como fue muy sutil haber dejado de orar y leer la Biblia, llegamos a convencernos de que no es tan importante hacerlo porque estamos bien y seguimos reuniéndonos y sirviendo a la Iglesia, participando y haciendo cosas buenas. No trates de convencerte de este engaño. Jesús recordó que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Examínate para que sepas si estás obedeciendo a Dios en todas las áreas de tu vida o solamente cuando hay actividades con la Iglesia o los domingos. Si no quieres buscar a Dios diariamente en un tiempo especial, seguramente no estás tan bien como creías.

Recuerda, si no estás alimentando tu mente de la voluntad de Dios, la estás llenando de algo más. Quizá podrían ser cosas buenas, pero no es lo que realmente necesitas. Entonces comenzarás a aprobar ideas opuestas a Dios sin que lo notes.

Muchas veces no tendremos ánimo de orar y leer la Biblia: no importa, de cualquier manera practícalo, sobre todo si te sientes así. ¡Es cuando más lo necesitas!

Cualquiera que sea la condición espiritual o cultural de una persona, la oración es como una fuerza volcánica subterránea que desea emerger desde lo más profundo y sabe esperar, pero está siempre lista para irrumpir cuando existen una condiciones mínimas. Dios siempre te está esperando, lo que falta es que tú te le acerques, y cuando lo hagas comprobarás que con Dios siempre ganamos.

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