Hablemos del amor
Ningún tema es más importante que el tema del amor. Todos los días se puede hablar del amor y más cuando se habla del Sagrado Corazón de Jesús, donde Cristo mismo quiere enseñarnos Su amor.
Ningún tema es más incomprendido en nuestros días que el del amor. La Palabra de Dios dice, directo: "El amor es lo más grande que hay" (1 Cor 13, 13). La Sagrada Escritura dice que "Dios es amor" (1 Jn 1, 8). Nunca dice que Dios es justicia o belleza o rectitud, aunque Él es justo y hermoso y recto. Pero "Dios es amor": no solo amor, aunque también lo es. Es por eso que Él es una Trinidad: Él es Amor, Amado y Amoroso, amor completo en tres Personas. El amor es la esencia de Dios, todo Su ser. Todo en Él es amor.
La antigua palabra “ágape” habla del tipo de amor que Cristo vino a darnos, que Cristo vivió y enseñó. Hay quienes traducen ágape como "caridad". Desafortunadamente, esa palabra ahora significa para la mayoría de la gente simplemente donaciones a los mendigos. Pero la palabra "amor", el verdadero amor es el buscar el bien de la otra persona, lo que hace feliz a la otra persona y la perfecciona. Buscar el bien del otro precisamente en cuanto otro, no por mí, sino desde mí para el otro, tal como es. Amar como Dios ama a cada uno de nosotros, tal como somos, buscando que siempre seamos mejores y más felices.
Incluso su justicia es amor. San Pablo identifica "la justicia de Dios" en Romanos 1, 17 con el suceso aparentemente más injusto de toda la historia: el asesinato de Dios, la crucifixión. Ese fue el gran acto de amor de Dios. Por nuestra parte, ha sido lo más injusto, malvado y odioso que hemos hecho; pero de parte de Dios, esa fue Su perfecta justicia, porque fue perfecto amor, y tan bueno que llamamos Viernes Santo a la festividad en la que celebramos este acto asesino.
El Sagrado Corazón de Jesús quiere enseñarnos que Cristo vino a darnos un amor muy concreto, amor hacia cada persona, no hacia una abstracción llamada humanidad.
El amor a “la humanidad” es fácil porque “la humanidad” no te sorprende con exigencias inconvenientes. Nunca encuentras a “la humanidad” en tu puerta, apestando, llorando, con hambre y pidiendo limosna. Porque… “la humanidad” es una idea, no una persona.
Jesús pide que amemos a personas reales tal como Él lo hizo. Murió por mí y por ti. No por algo abstracto como “la humanidad”. La Cruz tiene nuestros nombres escritos en ella, no el nombre de “humanidad”. Cuando los clavos atravesaron Sus manos, la sangre deletreaba "Juan", "Pedro", “Carmelo”, “Luisa” y "María", no "humanidad". Cuando Jesús se llamó a sí mismo el Buen Pastor, dijo que conoce "a sus ovejas y las llama por su nombre" (Juan 10, 3). El Evangelio está dirigido personalmente a ti, como una carta de amor de Dios. Está escrito solo para ti.
Hay quienes están “enamorados del amor.” El problema es que el verdadero amor es hacia una persona, eso es lo más real que existe, porque una persona es la imagen de Dios, que es la realidad última, y el nombre de Dios es "Yo Soy", el nombre de una persona.
El estar enamorado del amor no es amor sino sólo un sentimiento.
No es lo mismo decir "Dios es amor" que decir "el amor es Dios". Adorar “el amor” en abstracto en lugar de “adorar a Dios” implica dos errores mortales. Primero, usa la palabra Dios solo como otra palabra para el amor. Se piensa en Dios como una fuerza o energía, más que como una persona. En segundo lugar, diviniza el amor que ya conocemos, en vez de mostrarnos un amor desconocido. Para entender este punto, consideremos por ejemplo cuando uno dice: "Esa casa es de madera". Eso no significa "la madera es esa casa". "Un ángel es espíritu" no significa lo mismo que "espíritu es un ángel". "Madre está enferma" significa: "Conoces bien a mamá, déjame decirte algo que no sabes sobre ella: está enferma".
Entonces, "Dios es amor" significa "Déjame decirte algo nuevo sobre el Dios que conoces: Él es amor esencial, hecho de amor, de principio a fin". Dios es la realidad última. "Dios es amor" es lo más profundo que hemos escuchado porque lleva a que estemos seguros de que con Dios siempre ganamos.
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