Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Es fundamental que haya confianza y honestidad entre padres e hijos

Tres errores a evitar para proteger a tu hijo de la pornografía sin ser «un controlador totalitario»

Pornografía
Los niños están expuestos a la pornografía, hay que saber cómo ayudarles

Fernando de Navascués / ReL

Cualquier padre sensato quiere evitar que su hijo caiga es la pornografía. Esto es evidente para cualquiera y más si este tiene unos valores cristianos o, por lo menos, el sentido común de querer formar lo más íntegramente posible a sus hijos. El experto en temas de formación sexual Carl Thomas, de la asociación norteamericana XXXChurch, ha abordado en no pocas ocasiones la importancia de la responsabilidad positiva que tienen los padres en la formación humana de sus hijos. Al respecto, este autor también aclara la importancia de generar confianza en los hijos, a la vez que denuncia tres grandes errores que cometen con regularidad los padres: el desconocimiento de la tecnología, la falta de sinceridad y la mentira cuando se tratan estos.

Es prácticamente imposible, y quizá no del todo recomendable, hacer que los hijos vivan en una burbuja aislados del mundo que les ha tocado vivir. Es tan necesario conocerlo como saber protegerse de todo lo negativo que pueda ofrecernos. Posiblemente, los padres nunca podrán evitar al cien por cien que sus hijos se expongan a la pornografía, pero eso es algo diferente a darse por vencido y dejar que vean lo que quieran ellos mismos o lo que otros les impongan en la pantalla de sus móviles.

Pornografía

Es fundamental el diálogo entre padres e hijos para evitar que caigan en la pornografía

Para guiarse en este camino, Carl Thomas usa una palabra talismán: “Confianza”. “Si en sus esfuerzos por proteger a sus hijos erosiona la confianza con ellos, generalmente no saldrá bien. Sin embargo, veo que los padres recurren a todo tipo de medidas furtivas para ‘proteger’ a sus hijos de los males del mundo que, en última instancia, resultan contraproducentes a largo plazo”, explica este experto en educación de los hijos.

Error 1: no tomarse el tiempo para comprender la tecnología a la que tienen acceso sus hijos

En cierta ocasión, Thomas se encontró con un padre que se quejaba del mal uso que hacía su hijo de 12 años del móvil: “La palabra ‘pornografía’ no surgió, pero quedó bastante claro que por sus comentarios era una de sus preocupaciones. Básicamente, se sentía desesperadamente mal preparado para manejar el acceso ilimitado que tenía a las aplicaciones e Internet”.

Thomas le explicó la existencia de controles parentales en los móviles pues al parecer no tenía ni idea de la existencia de tales protecciones. “Esto puede parecer casi de sentido común -señala-, pero es sorprendente cuántos padres no tienen ni idea de cómo proteger los dispositivos que les dan a sus hijos o los canales a los que les permiten tener acceso”.

La realidad es que “los niños encuentran porno en Instagram y que las niñas usan Snapchat para enviar fotos desnudas de sí mismas…”, advierte a muchos padres inconscientes de lo que sus hijos e hijas son capaces de ver y hacer cuando no están ellos delante.

Por ello “comprende que una gran parte de ser un padre responsable y proteger a los hijos es hacer la tarea desde el principio”. Y pide, casi ordenando, “haz tu investigación. Mira algunos tutoriales. Lee algunas reseñas. No es tan difícil”. En la generación actual de padres y madres es prácticamente imposible no saber cómo proteger a los hijos, y casi resulta negligente no buscar soluciones.

Otra opción que se debe tener en cuenta, sin el más mínimo de los prejuicios, en el caso de las plataformas de redes sociales, es “simplemente decirles que ‘no’ por ahora hasta que tengan la edad suficiente para usar esos sitios y aplicaciones de manera responsable”.

Error 2: No ser sincero sobre por qué está limitando su acceso

La historia continúa con la sorpresa y la emoción que este padre tenía al descubrir el nuevo poder parental que acababan de darle. El problema era que su hijo de 12 años estaba junto él en el momento del descubrimiento, por lo que empezaron a escucharse preguntas como: “¿Qué estás haciendo con mi teléfono?”, “¿Qué estás cambiando?”, “¿Me estás quitando el teléfono?”… A la vez que toda respuesta que obtuvo el hijo giraba en torno a “nada de lo que debas preocuparte” o “él solo me muestra algunas cosas: no es nada”.

La actitud del padre era muy clara: esperar que el hijo no se diera cuenta, sin ni siquiera reconocer ante su hijo la necesidad y la responsabilidad de hacerlo. Sin embargo, Carl Thomas indica que “siempre que mi esposa y yo establecemos restricciones sobre el acceso o el uso de ciertas aplicaciones y sitios por parte de nuestros hijos, siempre se lo decimos y explicamos el razonamiento. No intentamos pasarlo por alto. E igualmente importante es que cuando explicamos la necesidad de establecer restricciones, dejamos claro que no es un problema de confianza con ellos, sino que solo tratamos de asegurarnos de que no estén expuestos a cosas que puedan dañarlos”.

Es verdad que “esto requiere algunas conversaciones honestas que duren mucho más que una frases despreocupadas como: ‘porque lo digo yo’, pero vale la pena el tiempo y el esfuerzo y ayuda a reforzar la visión de nuestro hijo de nosotros como protectores y cuidadores”, además de ser una oportunidad para una correcta orientación formación sexual que puedan tener los hijos.

Nunca es tarde para tener este tipo de conversaciones con los hijos, aunque cuando se les entrega un móvil es, sin duda, el momento más oportuno. Ahora bien, también vale la pena mencionar que, a medida que sus hijos crecen, “puedes (y honestamente deberías) permitirles la oportunidad de demostrar su sentido de responsabilidad al aflojar gradualmente las restricciones y el acceso a las aplicaciones”. Y por lo mismo, “deja claro que lo está haciendo debido a sus excelentes hábitos y que un mayor privilegio significa una mayor confianza y responsabilidad; y si su responsabilidad no puede seguir el ritmo de su mayor privilegio, no tendrás problemas para volver al punto de partida”.

Error 3: Mentir cuando te pillen

Este experto en temas de sexualidad hace una nueva petición a los padres: “¡No mientan!”. La experiencia con ese padre de familia, tras las preguntas que le hizo el hijo, concluyó diciéndole que “no estaba haciendo nada”. Y eso es mentir.

Mentir lleva justamente a lo contrario que buscamos en los hijos: confianza. Por eso este experto en temas de sexualidad y familia recomienda explicar las cosas con claridad y adaptada a la madurez de los hijos: “Sí, pueden calentarse y molestarse a corto plazo, pero mantén la calma y recuérdales que los amas y que necesitas hacer lo que crees que los preparará para el mayor éxito”. Y, si un padre está cambiando las reglas del juego con el móvil porque los hijos las han manejado mal, “no tenga miedo en decírselo, pero con el aviso de que siempre hay gracia y nada es para siempre. Solo necesitan demostrar que pueden manejar la gran responsabilidad que les ha dado”.

Thomas finaliza que “lo más probable es que vean pornografía. Lo más probable es que quieran acceder a cosas que no son seguras. Lo más probable es que cometan errores en el camino”. Podrán hacerlo a través de sus terminales o de los móviles de compañeros, siempre hay una puerta por la que huir, pero “si los niveles de confianza son lo suficientemente altos, será más probable que acudan a usted con sus preguntas en lugar de simplemente escabullirse y tratar de encontrar soluciones por otro lado”. De esta forma, “cuando se trata de trabajar con sus hijos y su uso de la tecnología, se sentirá más como padre y menos como un control totalitario”.

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