Religión en Libertad

«Si queremos ser semillas de fe, primero debemos renovar nuestra propia identidad como creyentes»

León llama a abrazar la identidad cristiana y evangelizar a los alejados frente a una fe privatizada

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José María Carrera Hurtado
Publicado por
J.M.C.

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La mañana de este lunes 2 de junio, el boletín oficial de la Santa Sede publicó el mensaje del Papa León XIV a los participantes en el Seminario “Evangelizar con las familias de hoy y de mañana”, que organiza entre el 2 y 3 de junio el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

En su mensaje, el pontífice abordó el presente como un momento marcado por una creciente búsqueda de espiritualidad especialmente entre los jóvenes, “que anhelan relaciones auténticas y guías en su vida”.

Excluidos, jóvenes y familias alejadas: "No escuchan la invitación"

Hablando de los jóvenes, el pontífice reclamó la necesidad de que la comunidad cristiana tenga una marcada visión de futuro que permita “discernir los desafíos del mundo y alimentar el deseo de fe en el corazón de cada hombre y mujer”. Junto a los jóvenes, León XIV precisó que debe darse un esfuerzo y atención especial que se enfoque en el llamar y buscar a las familias “espiritualmente más alejadas”.

“Aquellas que no se sienten involucradas, se declaran desinteresadas o se sienten excluidas de las actividades habituales, pero que desearían formar parte de una comunidad en la que puedan crecer y caminar juntos. ¿Cuántas personas hoy simplemente no escuchan la invitación al encuentro con Dios?”, planteó.

Privatización y alienación que no dejan espacio a la fe

El pontífice eludió a una “privatización cada vez más generalizada de la fe” como uno de los motivos centrales que a ese grupo de personas conocer la riqueza y dones de la Iglesia y contar con el lugar de gracia, fraternidad y amor que representa.

“Como resultado, a pesar de sus sanos y santos deseos, mientras buscan sinceramente la manera de ascender hacia la vida y la alegría abundante, muchos terminan en falsos apoyos que no soportan el peso de sus necesidades más profundas y los hacen resbalar, lejos de Dios, naufragando en un mar de preocupaciones mundanas”, comentó el pontífice.

Entre esas víctimas de la “privatización de la fe”, alejados de la Iglesia o que nunca han sido invitadas, León mencionó a padres, madres, niños y jóvenes que acusan estar “alienados” por un “estilo de vida ilusorio que no deja espacio para la fe”. Alienación que a su vez se ve motivada y propagada por un mal uso de medios como las redes sociales, “potencialmente buenos, pero que resultan dañinos cuando se utilizan para transmitir mensajes engañosos”.

El ejemplo y la comunidad cristiana, cruciales

El alejamiento, la falta de apoyos sólidos o la misma ausencia de una invitación a redescubrir la fe es lo que, según el pontífice, puede estar detrás de que muchos jóvenes de hoy elijan la convivencia en lugar del matrimonio cristiano.

“En realidad, necesitan que alguien les muestre de forma concreta y clara, especialmente con el ejemplo de su vida, qué es el don de la gracia sacramental y qué fuerza deriva de él”, recordó.

También es de importancia crucial, a su juicio, el ejemplo de vida cristiana o de comunidades que se ofrezcan ayuda mutua y que apoyen a los padres en la formación de las mejores condiciones para que sus hijos encuentren a Jesús.

“Con cuánta frecuencia, incluso en un pasado no muy lejano, hemos olvidado esta verdad y presentado la vida cristiana principalmente como un conjunto de reglas que hay que cumplir, sustituyendo la maravillosa experiencia del encuentro con Jesús por una religión moralista, onerosa y poco atractiva que, en cierto modo, resulta imposible de vivir en la vida cotidiana”, lamentó.

Cultivar la identidad para atraer a los alejados

Por ello, el pontífice dirigió a obispos, laicos y ordenados un llamado directo a “convertirse en pescadores de familias, de parejas, jóvenes, niños, mujeres y hombres”, con el objetivo de que “todos puedan encontrar al único Salvador”: “Les invito a unirse a la labor de toda la Iglesia para buscar a las familias que ya no acuden a nosotros, para aprender a acompañarlas y ayudarlas a abrazar la fe y a convertirse, a su vez, en pescadores de otras familias”.

El llamado evangelizador de León XIV a la Iglesia universal no careció de medios para llevarlo a cabo que pasan, a su juicio, por la escucha, la apertura, y la identidad cristiana.

"No se trata de dar respuestas apresuradas a preguntas difíciles, sino de acercarnos a las personas, escucharlas y tratar de comprender junto con ellas cómo afrontar sus dificultades, destacó. “Y esto requiere estar dispuestos a estar abiertos, cuando sea necesario, a nuevas perspectivas. Si queremos ayudar a las familias a vivir caminos gozosos de comunión y ser semillas de fe los unos para los otros, primero debemos cultivar y renovar nuestra propia identidad como creyentes”. 

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