Oficios de Jueves Santo, en San Pedro: la gran revolución es «hacerse Eucaristía, imitando a Jesús»

El arcipreste inclinó la cabeza ante doce laicos, hombres y mujeres.
A primera hora de la tarde de este Jueves Santo, el Papa visitó una prisión de Roma, sin embargo, debido a su recuperación, no pudo estar en la Misa del lavatorio de pies en el Vaticano.
El cardenal arcipreste de la Basílica de San Pedro, el italiano Mauro Gambetti, fue el encargado de sustituirlo y llamó la atención en su homilía sobre los desafíos del presente, marcado por guerras que nacen de la falta de compasión y de la fragilidad de las relaciones.
Un nuevo poder
El mundo "nos traiciona", "nos entrega", para obtener ganancias "económicas y de poder". A esta lógica –que arma los conflictos de nuestro tiempo– se contrapone un nuevo "poder", inherente al "servir" y encarnado por Jesús, expresión concreta del "dinamismo de la proximidad".
"Me conmueve profundamente la determinación de Jesús de compartir el pan y el vino con todos aquellos que el Padre le ha dado. Es tan humano, en la prueba. Y pienso en cuántas oportunidades he perdido de ser tan humano ante las adversidades de la vida, ocupado buscando soluciones o vías de escape", dijo el cardenal en su homilía.
"Todos estamos en venta, en base a un costo-beneficio, a cambio de algún beneficio económico y de poder", aseguró. La denuncia del cardenal Gambetti se extendió a los vínculos que se tejen en los diversos contextos de la vida cotidiana, donde falta la "compasión".
El mundo "traiciona" en busca de ganancias, e incluso las prácticas religiosas corren el riesgo de caer en esta lógica, cuando se doblegan ante "alguna forma de gloria, algún bien material o algún poder: vendemos nuestra fe".
"Lo único que le importa es el amor. Éste es el único sacerdocio. Lavad los pies, incluso los de Judas. Él me lava los pies. Él te lava los pies. Vive el dinamismo de la proximidad, de la reciprocidad, vive el verbo de dar y recibir, vive la potencia de servir y la impotencia de acoger", dijo el cardenal.
El cardenal concluyó su reflexión deseando un "nuevo tiempo" para la Iglesia, en el que pueda "revelar su naturaleza de pueblo sacerdotal". Una revolución que pasa por "hacerse" Eucaristía, imitando a Jesús, mostrando "la humanidad divina que el bautismo nos ha conferido".
Durante la celebración también se realizó el rito del Lavatorio de los Pies. El arcipreste inclinó la cabeza ante doce laicos, hombres y mujeres que frecuentan o trabajan en las naves de la Basílica de San Pedro.