Jubileo de los Diáconos: Francisco se hizo presente con un mensaje de insistencia en la «gratuidad»

Monseñor Fisichella abraza a uno de los nuevos diáconos ordenados este domingo.
De no ser por su ingreso hospitalario del pasado viernes 14 de febrero, con una bronquitis que derivó en neumonía bilateral, Francisco habría presidido este domingo en la basílica de San Pedro la misa del Jubileo de los Diáconos. Lo hizo en su lugar el arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, que fue el encargado de leer la homilía preparada al efecto por el Papa y de conferir el diaconado a los 23 candidatos.
La “gratuidad” es una “dimensión fundamental de la vida cristiana” y en particular del ministerio de los diáconos, dijo, “en particular desde tres aspectos: el perdón, el servicio desinteresado y la comunión”.
El perdón, condición para la convivencia
El perdón es un “elemento indispensable para cada camino eclesial” y “condición para toda convivencia humana”, señaló el pontífice, “no excluyendo de nuestro amor ni siquiera a quien nos golpea y traiciona”. En efecto, “un mundo en donde para los adversarios hay sólo odio es un mundo sin esperanza, sin futuro, destinado a ser desgarrado por las guerras, divisiones y venganzas sin fin”.
Perdonar, al contrario, es “preparar para el futuro una casa hospitalaria, segura, en nosotros y en nuestras comunidades”. El diácono debe hacerlo ver así a quien “se equivoca y produce sufrimiento”, que son quienes más necesitados están “de reconciliación, de guía y de ayuda”.
Para "unir el altar a la calle"
Un “servicio interesado”, dijo al hablar del segundo punto, consiste básicamente en llevar consigo “la amistad”: “Ante todo, la de Dios por nosotros, pero luego también la nuestra”. Esto es “una dimensión esencial” del ser diácono.

Los 23 diáconos que recibieron la ordenación, postrados en la basílica de San Pedro.
“Hermanos diáconos”, instó el Papa, “el trabajo gratuito que realizan, como expresión de su consagración a la caridad de Cristo, es para ustedes el primer anuncio de la Palabra, fuente de confianza y de alegría” para los demás y “puente” que une “el altar a la calle, la Eucaristía a la vida cotidiana de la gente”. “La caridad será su liturgia más hermosa y la liturgia su servicio más humilde”, insistió.
Dar sin pedir nada a cambio
Por último, la gratuidad es “fuente de comunión” porque “dar sin pedir nada a cambio une, crea vínculos, porque expresa y alimenta un estar juntos que no tiene más finalidad que el don de sí y el bien de las personas”. Puso como ejemplo a San Lorenzo, el patrón de los diáconos, quien consideraba a los pobres “el tesoro de la Iglesia”.
“Es así como se construye la comunión”, glosó Francisco: “Diciéndole al hermano y a la hermana, con las palabras, pero sobre todo con las obras, personalmente y como comunidad” que “para nosotros tú eres importante”.
El Papa concluyó su homilía instándoles a rogar a la Santísima Virgen y a San Lorenzo para que todos vivamos nuestro ministerio “con corazón humilde y lleno de amor” y siendo, “en la gratuidad, apóstoles de perdón, siervos desinteresados de los hermanos y constructores de comunión”.