Miércoles, 01 de mayo de 2024

Religión en Libertad

Su discurso de 2008 en el parlamento australiano sacudió millones de conciencias

La fe de Gianna Jessen, superviviente de aborto: «No puedes cambiar el mundo si te pareces a él»

Gianna Jessen.
Gianna Jessen, durante una entrevista que le hizo en 2018 el pastor y ex candidato presidencial Mike Huckabee en la televisión cristiana TBN.

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Abortada en el séptimo mes de embarazo por una madre de 17 años a la que le aconsejaron la inyección de una solución salina en el útero, Gianna Jessen nació, a pesar de todo, el 6 de abril de 1977. Le quedaron graves secuelas, que le obligan a caminar con la ayuda de aparatos ortopédicos; pero al mismo tiempo ese intento de aborto le dejó una desenfrenada pasión por la vida, la libertad de ser políticamente muy incorrecta y una fe granítica: "Mi vida nunca ha sido simple, pero no quiero una vida simple, la quiero extraordinaria", expresa a Valerio Pece en una entreviste en Il Timone: 

-Gianna, ¿qué pensó tras la histórica derogación de la sentencia Roe vs. Wade, que ha eliminado el "derecho al aborto"?

-Nunca me olvidaré de ese día, me alegré y me conmoví, también porque nací bajo esa maldita ley. Ahora es tarea de cada estado elegir qué quiere hacer respecto al aborto; hay gobernantes verdaderamente malvados que trabajan para que se aprueben leyes más horribles y salvajes. No me gustaría estar en su piel cuando se encuentren ante Dios. Creo que la derogación de la sentencia es un milagro, siento que detrás está la mano de Dios, porque estoy firmemente convencida de que el aborto es un batalla espiritual.

 -Parece que los demócratas no se han tomado bien la decisión del Tribunal. El diputado Eric Swalwell ha creado incluso un anuncio electoral sobrecogedor titulado "Lock her up" ["Encerradla"], en el que una mujer es arrestada delante de su familia mientras cenan bajo la acusación de haber interrumpido su embarazo.

-Conozco a Eric Swalwell y no me sorprende su denigrante campaña publicitaria, realizada para convencer a la gente de que los provida quieren encarcelar a las mujeres que abortan. ¡Ninguna de las personas que conozco quiere hacer esto! Estamos aquí, y permaneceremos aquí, para cuidar de las familias y las mujeres en crisis. Somos personas correctas, nos interesa ayudar a quien está en dificultad. Pero la táctica de la izquierda siempre es la misma: manipular a las masas y llevarlas a creer cosas realmente falsas. ¿Quiere la verdad? En mi opinión, Swalwel es un desastre total.

-Y sin embargo, en las elecciones de mitad de mandato del pasado mes de noviembre, a pesar de las expectativas, los conservadores arrasaron. ¿Cuál es su juicio sobre el resultado de esa votación?

-Para responder tengo que remontarme hasta las elecciones presidenciales de noviembre de 2020 porque, en mi opinión -y hay muchas pruebas que la sostienen-, esas elecciones le fueron robadas al presidente Trump. Es obvio que los principales medios de comunicación no apoyan esta visión, pero yo creo que a partir de ese momento los estadounidenses ya no son verdaderamente libres y no tienen voz. Por consiguiente, hasta que la cuestión de la deshonestidad de las elecciones no se afronte de manera correcta, no volveré a fiarme de nuestro sistema, porque creo que nuestras voces han sido silenciadas.

-Es una acusación grave.

-Si creyera que Biden ha ganado de verdad con honestidad las elecciones, estaría dispuesta a reconocerlo de inmediato. Lo he hecho en otras elecciones, aceptando un resultado que no me gustaba. Pero como soy cristiana, quiero la verdad, prescindiendo del hecho de que el resultado me guste o no.

-Me imagino que esta postura le habrá atraído muchos enemigos.

-No me importa. Sin embargo, quiero dejar clara una cosa: creo en la libertad y creo en este fantástico y maravilloso experimento que son los Estados Unidos de América, creo en la que era la visión de nuestros padres fundadores. Pero la corrupción le ha robado a la gente la voluntad y la voz, por lo que pido que esta situación se supere por la gracia de Dios, para poder ser muy pronto libres de nuevo. Sencillamente, no creo que en este momento los estadounidenses lo sean, y esto me rompe el corazón.

-En Europa, uno de los pocos Estados que defienden la vida que nace es Hungría, donde se ha aprobado una ley que obliga a la mujeres que quieren abortar a escuchar antes de hacerlo el latido del corazón del feto. ¿Qué piensa de esto?

Brava, Hungría! Bravissima! ¡Es magnífico! Hay algunos estados de mi país que tienen leyes similares, que prevén que la mujer emotivamente implicada, por lo tanto vulnerable, escuche el latido del corazón de su hijo aún no nacido. Una vez hecho este gesto, la mujer casi siempre decide tenerlo. Ese latido de vida crea entre la madre y el hijo un momento hermosísimo, único, a menudo el inicio de un amor. Es algo que debería hacerse en todas partes.

-Y sin embargo, más de un político europeo ha definido a Hungría como "una no democracia" y esa ley como "horripilante". ¿Cómo explica estas reacciones?

-Me dan ganas de reír. Que alguien diga que es "horripilante" el hecho de que una madre escuche el latido del corazón de su hijo es la cosa más absurda que he oído nunca. Hacer un drama de un pequeño corazón que late es ridículo. Si acaso ¡es lo más bello del mundo!... En realidad, esto demuestra el miedo que tienen a la verdad. Lo repito: el único modo de explicar una ira semejante es que sea de naturaleza demoníaca, dado que ellos aman la muerte mucho más que a los niños no nacidos.

El célebre e impresionante testimonio de Gianna Jessen en el Queen's Hall del parlamento de Victoria, en Melbourne (Australia), el 8 de septiembre de 2008. Subtitulado en español.

-"Hombre, estas hecho para cosas grandes, para defender a las mujeres y a los niños...". ¿Sabe que su discurso en el Parlamento australiano ha sido incluido en muchos libros escolares de religión católica?

-Para mí es algo increíble, porque en ese momento no sabía que lo estuvieran grabando. No sabía que vuestros libros invitan a ver ese vídeo. Esto me llega al corazón porque amo mucho a los italianos. Sabe, mi vida a menudo es una batalla en muchos frentes, por lo que noticias de este tipo son, para mí, muy alentadoras.

-¿Era un discurso preparado o estaba en "estado de gracia"?

-Soy cristiana evangélica, por lo que sencillamente, cada vez que hablo, le pido a Jesús que me ayude, que me muestre qué tengo que decir. Recuerdo que, en la primera parte del evento, la sala estaba casi vacía, por lo que, al no tener ni idea de lo que iba a decir, me aliviaba el hecho de poder irme deprisa. Pero, de repente, se llenó y me puse en Sus manos, segura de que pondría en mis labios las palabras justas.

-Tan justas que llevaron a millones de visualizaciones en YouTube.

-No actúo, soy una persona libre que quiere llegar a personas de verdad, para enseñarles que solo hay libertad en Cristo. Mi deseo más grande es glorificar a Jesús en mi vida, no me importa el precio que esto pueda tener. Por ahora está siendo alto, pero creo que nada es imposible para Dios. Yo no tenía que nacer y en cambio vivo lo imposible, esto ya me hace muy feliz.

-¿Ha perdonado a su madre?

-Sí, he perdonado a mi madre biológica y se lo he dicho. Siento compasión por las mujeres que han abortado. Nunca me olvidaré de una mujer de Roma que me abrazó. Sacó una ecografía y me dijo: "Este es mi hijo, al que aborté hace siete años". El suyo era, literalmente, un llanto incontrolable. Intenté decirle que había sido perdonada mediante la sangre derramada de Jesucristo y que podía ser libre. Creo con firmeza en esta realidad. Pero, al mismo tiempo, creo que nunca me podré olvidar de su llanto. 

-En Italia, la primera mujer presidente del Consejo de Ministros ha afirmado que no intervendrá sobre la ley 194, pero que se comprometerá a hacer respetar los artículos que son normalmente ignorados, esos que hablan sobre las medidas de ayuda a la maternidad. ¿Cuál es su opinión al respecto?

-Respecto a Giorgia Meloni, me ha impresionado mucho lo que he visto hasta ahora. Sin embargo, sobre el aborto, no creo que sea bueno tener ambigüedades de ningún tipo acerca de los niños no nacidos. No debería haber espacio para las dudas cuando se trata de defender a los inocentes. No estamos hablando de detalles, sino de la vida o la muerte de un ser humano indefenso.

-Volviendo a su país, ¿cuál es el pulso de los Estados Unidos post-pandemia?

-Es difícil responder por un país que tiene 380 millones de habitantes. Puedo decir que hay tanta censura que si yo no creyera en Dios me sentiría muy descorazonada. Deseo ver justicia y piedad, quiero ver cómo prevalece la bondad, quiero ver a hombres valientes, a personas no dominadas por el miedo. Pienso que el miedo les roba a las personas su vida, de modo que a veces no se las percibe.

-¿Cómo salir de este estado de depresión en el cual parece que también Europa ha caído?

-Es sencillo: nos asustamos y nos retraemos, olvidándonos de que tenemos a Dios de nuestra parte, a Aquel que nunca pierde una batalla y que nos ha prometido que estará con nosotros "hasta el final de los tiempos". Es nuestra tarea combinar una enorme ternura y una valentía indestructible, y defender todo lo que es bueno, justo y recto, sin modificar nuestras ideas basándonos en los vientos cambiantes y en la agenda de la corriente dominante. Estamos aquí para ser sal y luz del mundo, nada menos.

-Muchos analistas dicen que estamos al borde de una guerra mundial. En su opinión, ¿cuál es el verdadero estado de salud del presidente de Estados Unidos de América?

-No conozco sus verdaderas condiciones psicofísicas, puedo solo decir que su estado de salud me asusta. No digo nada más.

-En Italia la quieren mucho. ¿Cree que volverá a hacer otra gira-testimonio como la que hizo en 2017 -que tuvo mucho éxito- y que la llevó a las ciudades italianas más importantes?

-Me alegra saber que mi amada Italia me quiere. En realidad, tengo en marcha veinte proyectos a la vez, pero me gustaría volver a hablar a los italianos, espero que pueda ser pronto. Mientras tanto, con la ayuda de Dios, trabajo sobre mí misma y me repito continuamente: "No puedes cambiar el mundo si te pareces a él".

Traducido por Helena Faccia Serrano.

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