Marina Terragni, la mujer de izquierdas acosada por el lobby femi-gay porque ahora tiene poder

Marina Terragni, tras recibir el 13 de junio el premio Luigi Amicone que entrega la revista 'Tempi', próxima a Comunión y Liberación.
En enero, Marina Terragni fue nombrada por los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados de Italia como la Defensora de la Infancia y de la Adolescencia.
Desde entonces sufre una implacable campaña de acoso por parte del lobby LGBT y el feminismo sistémico, porque, aunque feminista radical, defiende la natalidad y se ha opuesto con energía a la ideología de género, a los vientres de alquiler, a la pornografía y a la renuncia a educar que implica entregar sin control un teléfono móvil a un niño.
Como contrapunto a esas críticas, el 13 de junio recibió en Caorle (Venecia) el Premio Luigi Amicone, que lleva el nombre del periodista Luigi Amicone (1956-2021), vinculado a Comunión y Liberación y fundador de la revista Tempi, donde Caterina Giojelli ha escrito una semblanza sobre ella.
Marina Terragni, la piedra en el zapato de los bio-banalizadores
Hace diez años que Marina Terragni interpela a sus hermanos y hermanas progresistas: "¿Ser de izquierdas significa vender derechos y derechitos en el mercado del aquí y ahora? ¿No saber llamar a las cosas por su nombre? ¿Garantizar democráticamente el libre acceso al libre mercado de la carne humana?" Preguntas que dicen más que una biografía.
- Algunas palabras de Marina Terragni tras recibir el Premio Luigi Amicone.
Firma libre (Corriere, Foglio), feminista radical (RadFem), escritora, política (desde los primeros Verdes hasta la dirección del Partido Democrático), fundadora del FeministPost... su nombramiento como defensora de la infancia y la adolescencia ha desatado una ola de histeria. Desde Repubblica hasta Domani, todo ha sido un ataque contra ella: "Peón de Meloni", "Periodista trans excluyente", "Una persona que ha decidido odiar"...
"Es la ideología, que hace perder la cabeza", dice Marina Terragni a Caterina Giojelli en Tempi.
Marina Terragni, el rostro de la resistencia a los bloqueadores y a los vientres de alquiler
Todo estalló con la batalla contra los bloqueadores de la pubertad : "Para ellos, la amenaza soy yo; para mí, la amenaza son aquellos que quieren llenar de hormonas a niñas de nueve años. Ocho de cada diez son mujeres. Más que de disforia, deberíamos hablar de 'angustia por la sexuación'. El cuerpo cambia y da miedo. Una persona que ha revertido su transición ha dicho: 'No quería convertirme en hombre. Lo que quería era no convertirme en mujer'. Y otra: 'Se trataba de escapar de una casa en llamas'".
En todo el mundo se está invirtiendo el rumbo: las pruebas psicodiagnósticas, los protocolos clínicos supervisados, las hormonas ya no son la primera opción obligatoria.
"Me ocupo de esto desde mucho antes del informe Cass", afirma. "La doctora Hilary Cass ha tenido que ir acompañada de escolta, lo que da una idea de los intereses en juego".
Terragni es también el rostro de la resistencia a la gestación subrogada. La izquierda nunca le ha perdonado que defendiera en el Ayuntamiento de Milán (junto con Luigi Amicone, en aquel entonces concejal) una línea alternativa a la inscripción automática de los hijos de la gestación subrogada: la adopción en casos especiales.
"El Tribunal Supremo nos dio la razón", dice Marina. Incluso en privado, muchos le dan la razón. "Pero nadie está dispuesto a perder el aplauso de la comunidad LGBTQ. Donde no todos piensan lo mismo, pero... con la lógica de 'perro no come perro' se guarda silencio".
"La respuesta no está en cursos intensivos"
Tampoco como defensora Terragni da tregua. Los niños acceden hoy a la pornografía antes que a la escritura: "Las plataformas prometen filtros y controles. Pero han triturado carne humana para ganar dinero. Jonathan Haidt (La generación ansiosa) lo ha explicado bien, al igual que los primeros nativos digitales que hoy tienen veinte años: 'No les deis el teléfono móvil a los niños', dicen. ¿Y los padres? ¿Quieren escucharlos?".
Terragni ve un hilo conductor entre los adultos que han perdido el sentido del límite biológico y la "generación ansiosa" de Haidt: "Veo padres que le exigen a la escuela y a los psicólogos, pero parecen haber renunciado a su papel. La estructura afectiva se construye en los primeros meses. Después, es inútil esperar que una hora de 'afectividad' obre un milagro: la respuesta no está en cursos intensivos. Si tu hijo insulta y pega en la escuela y suspende en conducta, no puedes pleitear contra el colegio. El Tribunal Administrativo Regional falló contra esos padres. Es una buena señal. Si formas una familia, asumes una responsabilidad".
Diez años vigilando la relación madre-hijo
En cuanto a la baja natalidad, Terragni no se conforma con explicaciones sociológicas. Habla de una fractura más profunda: "Faltan viviendas, salarios, redes familiares, pero también hay otra dimensión. Un contra-instinto vital, un mantener el pie en el freno durante demasiado tiempo. Quizás con la ilusión de congelar los óvulos y conservar la posibilidad. Que no llega. Es como si hoy faltara el impulso, la esperanza. Hay un instinto que trabaja en dirección opuesta a la maternidad".
Desde hace más de diez años, Terragni vigila el "tabernáculo de la verdad decisiva del dos", de la relación madre-hijo, origen de toda esperanza.