Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

¿A quién molesta el origen del CSIC?

Edificio central del CSIC, en la calle Serrano, 117 de Madrid.
Edificio central del CSIC, en la calle Serrano, 117 de Madrid, donde fue fundado en 1939, recién concluida la Guerra Civil. Foto: Wikipedia.

por Alfonso V. Carrascosa

Opinión

El próximo mes de noviembre, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cumplirá 85 años siendo la mayor institución científica del mundo fundada por científicos católicos en el siglo XX.

Persiste el empeño de los herederos ideológicos del Frente Popular en blanquear su propio y turbio pasado en relación con la ciencia manteniendo un discurso historiográfico fuertemente ideologizado y por ello sesgado. De una parte, se ensalza hasta la náusea todo lo que tenga que ver con la Institución Libre de Enseñanza, tan sólo uno de los agentes que intervino en la mejora del nivel cultural español acaecido durante la monarquía parlamentaria católica confesional de Alfonso XIII; y de otra, se silencia el trato que finalmente se le dispensó a personas cercanas a la Institución Libre de Enseñanza o a los científicos españoles al final de la Segunda República.

Otra cosa que hacen por sistema los herederos ideológicos del Frente Popular es no conmemorar los aniversarios de la puesta en marcha del CSIC. De hecho, en democracia, sólo se han mencionado cuando el gobierno era de otro espectro ideológico. Piensan algunos que así van a blanquear su propia historia, pero no, las cosas sucedieron como sucedieron, y traer a colación lo que pasó no puede ser malo. Han sido varias las ocasiones en las que he hablado de los católicos españoles contemporáneos y la ciencia, el nacimiento del CSIC, las personas que lo pusieron en marcha y las raíces de la leyenda progre, que no es otra cosa que el discurso sin base científica que pretende convencernos de que en la España contemporánea la Iglesia católica ha sido enemiga de la ciencia. Señalar el trato que el Frente Popular dispensó a científicos concretos ayuda también a ver con claridad que en todos los bandos hubo malos. En su día todo esto lo publiqué en un libro titulado Iglesia católica y ciencia en la España del siglo XX, cuya lectura sigue siendo en mi opinión más que recomendable.

Alfonso V. Carrascosa, 'Iglesia católica y ciencia en la España del siglo XX'.

Fue precisamente en relación a la fundación del CSIC como comencé mi relación con Religión en Libertad. A petición de este medio hice una primera entrevista con motivo de su 75º aniversario, que me permitió después seguir colaborando hasta la fecha. Recientemente he hablado del coincidente aniversario de la revista más emblemática del CSIC, Arbor, que cumple 80 años también en este 2024.

Fue en 2006 cuando publiqué mi primer artículo sobre los orígenes católicos del CSIC, en un semanario tristemente desaparecido que se llamó Alba, en el que estrené un eslogan que sigo manteniendo y que elegí porque introduciéndolo en Google apenas daba enlaces. Hablo de ‘católicos y científicos’, con el que empezaba el título del mencionado artículo, Católicos y científicos: el CSIC, que nunca se subió a internet, y en el que decía:

"A menudo los católicos sufrimos una especie de complejo, que nos lleva al convencimiento de que lo poco que hemos contribuido a la historia de la ciencia ha sido para ralentizar o impedir su desarrollo. Creo que a la base de este complejo hay sobre todo ignorancia. Es un hecho concreto e histórico poco discutible que para la transmisión del saber clásico, frente a las invasiones bárbaras, la labor llevada a cabo en los scriptorium de los monasterios y en las escuelas de traductores católicas fue poco menos que imprescindible. Del mismo modo, habría que faltar seriamente a la verdad si se negase que las primeras universidades fueron fundadas por la Iglesia católica. Pero esta contribución llevada a cabo la mayor parte de las veces por presbíteros, religiosos, religiosas e incluso el mismo Papa, lejos de haber desaparecido, sigue vigente, llevándose a cabo de forma creciente por laicos. Tal es el caso de la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

»El CSIC es el mayor organismo público de investigación científica de España. Fue creado por ley de 24 de noviembre de 1939. Ya en el texto de dicha ley se hacía mención a la intención de llevar a cabo en este nuevo organismo 'la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias' conjugando 'las lecciones más puras de la tradición universal y católica con las exigencias de la modernidad'. Su primer presidente, y entonces ministro de Educación Nacional, D. José Ibáñez, subrayó en 1940 que 'concebimos la ciencia española como esfuerzo de la inteligencia para la posesión de la verdad, como aspiración hacia Dios exclusivamente para la verdad que nos hace libres, para aplicar su esfuerzo intelectual a llevar a Dios dentro de sí' sabiendo que 'vana es la ciencia que no aspira a Dios'.

»El CSIC llevó a cabo en una época extremadamente difícil y en un tiempo récord la profesionalización de la ciencia, mediante la creación de las profesiones del colaborador científico, investigador científico y profesor de investigación, categorías vigentes hasta la actualidad. Además promovió la descentralización de dicha actividad y su expansión por toda España, así como una importante tarea de formación de científicos en el extranjero, que alcanzó cotas sin precedentes. Desarrolló una investigación básica y aplicada, tanto en ciencias puras como en humanidades.

»De carácter multidisciplinar, abarca todos los campos del conocimiento, tanto técnicos como sociales, desde la investigación básica hasta los más avanzados desarrollos tecnológicos. Entre sus funciones se incluyen la investigación científica y técnica de carácter multidisciplinar, el asesoramiento científico y técnico, la transferencia de resultados al sector empresarial, la contribución a la creación de empresas de base tecnológica, la formación de personal especializado, la gestión de infraestructuras y grandes instalaciones y el fomento de la cultura de la ciencia.

»Dada su envergadura, el CSIC debe ser considerado como una de las más importantes aportaciones de la Iglesia católica española al desarrollo de la ciencia, llevada a cabo en su inicio por laicos que lo pusieron en marcha tales como su primer presidente, D. José Ibáñez Martín, o su primer secretario general, D. José María Albareda".

Han sido muchos los artículos publicados en ReL en los que he tratado de acercar la realidad de los científicos católicos del CSIC a sus lectores, y lo seguiré haciendo si me siguen dejando, porque queda más por contar que lo ya contado.

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