Juan Matías Santos, un hombre de ciencia, fe e Hispanidad

Juan Matías Santos (Salamanca, 1964-2024), doctor en Medicina, psiquiatra y neurocientífico, fue durante toda su vida un católico de fe orante y activa.
Aunque sigo sus trabajos, no conozco personalmente a Santiago Armesilla -espero que eso cambie pronto-; pero, como suele decirse, ya “le debo una”. El extraordinario vídeo-homenaje a Juan Matías Santos (1964-2024) que ofrece en su canal [ver abajo] ha sido el factor desbloqueante que me permite al fin escribir sobre el amigo común fallecido el pasado 10 de diciembre.
Había dilatado el visionarlo, porque me afectaba demasiado. Pero al terminar de hacerlo se ha desvanecido el “síndrome del folio en blanco” que me impedía recordarle como merece en un medio donde colaboró de forma directa con algunas entrevistas (él había hecho muchas cuando dirigió un programa radiofónico de salud en la SER de su Salamanca natal) y de forma indirecta con el asesoramiento y contactos que le pedí para alguna de las mías.

España
La diócesis de Ciudad Rodrigo es «el alma de su comarca», defiende el historiador Martín Benito
Juan Matías Santos / ReL
- Un reportaje de Juan Matías Santos sobre la histórica diócesis mirobrigense, en lucha por su supervivencia.
El montaje que presenta Armesilla incluye sus participaciones en el programa Lágrimas en la lluvia que dirigió Juan Manuel de Prada en Intereconomía TV entre 2010 y 2013, así como dos charlas sobre sendas pasiones suyas (Portugal y la Hispanidad) y su participación en un acto público de homenaje a Isabel la Católica. Lo sustancial de cuanto ha dado Juan Matías a la causa de Dios y de España en los últimos años está ahí.
- El vídeo-homenaje de Santiago Armesilla.
Hay mucho más, claro. Porque él estuvo toda su vida al servicio de esa causa, y lo supo compatibilizar con una trayectoria profesional extraordinariamente brillante como psiquiatra y neurocientífico. Recuerdo bien su biblioteca médica cuando era estudiante, comparable a la de un profesor, y casi toda ella en inglés, con actualizadísimas ediciones importadas cuyas páginas se veían trabajadas a conciencia.
Se formó en la Universidad de Salamanca y luego ejerció y enseñó en universidades y hospitales de Gales, Escocia, Israel, Estados Unidos, Argentina y Chile, donde vivía cuando le detectaron el cáncer que precipitó su regreso a España. En Madrid había participado también en investigaciones neurológicas contra la ceguera, con resultados asombrosos. Como psiquiatra destacó tanto en el ámbito facultativo como forense, y fue un médico con excelente “ojo clínico” incluso fuera de su especialidad, pues procuraba refrescar sus conocimientos en las disciplinas a las que no se dedicó.
La fe de Juan Matías fue siempre orante. La recibió de unos padres extraordinarios -como padres y como cristianos-, la alimentó en familia con el Rosario y la vivió con la devoción de quien saboreaba con frecuencia la literatura mística y la recomendaba con entusiasmo (mis Obras Completas de San Juan de la Cruz son un regalo suyo).
Además de orante, su fe fue activa. Luchó por la misa tradicional desde muy joven, en tiempos en los que las restricciones actuales de Traditionis Custodes habrían parecido un sueño de libertad. Arriesgó y sufrió por ello. La vida le deparó otros sufrimientos, pero a todos hizo frente con esperanza sobrenatural.
Tenía una visión holística de la realidad, aprendida de quien fue gran amigo y maestro, el escritor rumano Vintila Horia. Y esa visión era estructuralmente católica. Sabía integrar sus conocimientos científicos (los biológicos y los que procedían de su excelente preparación en física, como estudioso de la aviación militar) en el marco de una formación filosófica y teológica envidiable y una perspectiva cultural y política de fundamento tradicionalista. Un viaje intelectual y personal con parada final –como gran entusiasta del padre Leonardo Castellani- en la escatología.
- Una entrevista de Juan Matías Santos a su admirado amigo Marcelo Gullo.
Recuerdo precisamente que en una de nuestras últimas conversaciones, a modo de síntesis de lo que deseaba para el mundo sabiendo que él ya no lo vería, mencionó dos cosas: la Hispanidad como alternativa al globalismo y la conversión y la penitencia como remedio para el castigo que esta tormenta enloquecida de ofensas a Dios que define nuestra época está reclamando -si no viviendo ya-.
Él intercede ahora, seguro, por ambas cosas. Y eso da la tranquilidad de seguir teniéndole al lado en la trinchera, como tantas veces.