Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

María: Madre, Reina y Señora

La Coronación de la Virgen de Velázquez.
«La Coronación de la Virgen» (detalle) de Diego de Silva y Velázquez (1635-1636). Museo del Prado.

por Natalia Santoro

Opinión

María nos trajo a Jesús, y por su divina maternidad mereció todos los honores de Madre, Reina y Señora. Así ruegan a diario los hijos a su Madre.

Si como hija tuviera yo alguna autoridad, pediría incluir alguna nueva letanía a María para suplicar por los grandes desafíos de nuestro tiempo.

* * *

Madre de La Verdad que nos abre la puerta del cielo.

No hay nada más escandaloso hoy que la verdad; una verdad absoluta, cierta e inexorable. Al fin y al cabo, ¿qué es la Verdad? ¿No fue esta la pregunta de la indiferencia? ¿No son la indiferencia y la frialdad las que niegan toda verdad y permiten toda maldad?

Sin embargo, María no habla, sino que busca en su interior, en su silencio, y escucha. Ella acoge la palabra del ángel, y con su respuesta radicalmente libre, sin miedos ni excusas acoge al Amor de los amores. Entonces, la Verdad de Dios tomó cuerpo, y se hizo Jesús en carne y hueso.

Jesús es la expresión y la imagen de Dios sin engaño. Se da a conocer para aclarar nuestras dudas, resolver los misterios; responde a las preguntas, nos enseña el camino. Él lo anda primero, lo muestra con su propia vida de trabajo, vida de familia, amigos, fiestas y debates; argumenta, enseña, quiere, cura, acompaña, calla, sufre, padece, muere. Su vida es la nuestra, pero con sentido pleno, con la alegría de la vida que no acaba, que vence el dolor y la nada a base de misericordia.

María, Madre de La Verdad, ruega por nosotros.

Reina de las Mujeres. El primer desafío para las mujeres es la maternidad misma.

La maternidad vaciada de sentido y de dignidad al ser manoseada sin compromiso, vendida, manipulada o aniquilada en un laboratorio.

La maternidad espiritual discriminada en virtud de la libertad, la feminidad endurecida a fuerza de igualdad.

Al final de la cuarta ola, la mujer permanece en búsqueda constante de sí misma y de la realización de ese alma de mujer y madre que se ahoga y se arrastra entre el trabajo y la casa, entre la familia y la realización personal.

Los hombres también sufren y lloran por las mujeres rotas. Sus familias y sus hijos perdidos.

María, Reina de las mujeres, ruega por nosotros.

Reina de la Alegría. "Mujer, si conocieras el don de Dios" (cf Jn 4, 10), el tesoro que yace escondido esperando a ser descubierto, que contiene la llave perfecta para abrir el entendimiento, para fortalecer la voluntad, que distingue el próximo paso que dar, el consuelo perfecto que llena el corazón, el entusiasmo que mueve la vida, que gana al miedo... entonces, te sentirías segura y vencedora, no tendrías miedo a Jesús, ni al mundo, te convencerías de tu valor, de la dignidad de tu alma de reina.

La Alegría de la Verdad es María cuando fue concebida como un nuevo paraíso sin peligros ni amenazas; cuando diciendo "Sí" se engalanó de las joyas del Amor de los amores, y del Cantar de los Cantares; cuando dio a luz a un Dios hecho niño que nos abriría la puerta de la vida que no acaba.

A ella rezamos, Reina, Madre y Señora, para que nosotras las mujeres seamos portadoras de la verdad y la vida, recuperemos la fuerza de nuestra identidad femenina y seamos capaces de querer, trabajar y educar con Su alegría.

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