Salvador David presenta Cartas desconocidas de una familia mártir: María Teresa y sus hijas
Cartas desconocidas de las Mártires de Algemesí, una madre y cuatro monjas: «Donde van ellas voy yo»

Toledo, Convento de la Concepción. Un grupo de milicianos posa con los cadáveres profanados de dos monjas.
La Librería Códice, ubicada en el centro de Madrid, acogió la semana pasada la presentación del libro Cartas desconocidas de una familia mártir: María Teresa y sus hijas (Naranja Editorial), del sacerdote Salvador David.
"El libro que tienes en las manos está escrito con sangre. Te da a conocer cartas de las Mártires de Algemesí y del más joven de la familia, fray Serafín, capuchino, que estuvo preso, pero al que respetaron en vida. No puedo yo escribir sin temblor estas líneas con tinta", se dice en la contraportada del libro.
Fieles hasta el final
El autor estuvo acompañado por el prologuista, el obispo auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino. Juntos abordaron diferentes temas como el martirio, las causas de canonización y la historia personal de las protagonistas de la obra.
Las cinco beatas mártires de Algemesí –cuenta el historiador Javier Paredes– eran una madre y sus cuatro hijas monjas, martirizadas juntas el 25 octubre de 1936, en la persecución religiosa que perpetraron las izquierdas durante la Segunda República y la Guerra Civil. Beatificadas en Roma por San Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.

CARTAS DESCONOCIDAS DE UNA FAMILIA MÁRTIR.
Al estallar la Guerra Civil, tres de las hermanas se vieron obligadas a abandonar sus conventos y se refugiaron en la casa de su madre, donde ya estaba la hermana mayor.
El 19 de octubre de 1936 los milicianos asaltaron la casa de Teresa Ferragut y se llevaron presas a la madre y a las cuatro hijas religiosas. La madre no quiso separarse de sus hijas, y todas juntas fueron encerradas en el convento cisterciense de Fons Salutis de Algemesí, que había sido convertido en cárcel.
Durante la semana que permanecieron presas, sus carceleros intentaron apartarlas de su vocación con halagos. Por fin, durante la noche del domingo 25 de octubre, fiesta de Cristo Rey, las llevaron en un camión hasta el pueblo de Alcira, distante tan solo 8 kilómetros, y se detuvieron en la entrada de esta localidad, concretamente en el punto conocido como la Cruz Cubierta.
Sus verdugos volvieron a intentar que renegaran de su fe, ante lo que su madre se dirigió a ellas en estos términos:
-"¡Hijas mías, sed fieles a vuestro Esposo y no consintáis en los halagos de los hombres!".
Los milicianos furiosos arremetieron contra la madre y se disponían a fusilarla, cuando dirigiéndose a ellos les dijo:
-"Quiero saber qué hacéis con mis hijas. Si las vais a fusilar, matadlas primero a ellas y después a mí. Así moriré tranquila".-
Y, a continuación, les dijo a sus hijas:
- "Hijas mías, no temáis, esto es un momento y el Cielo es para siempre".
Teresa Ferragut presenció cómo asesinaban a cada una de sus cuatro hijas. Y cuando sólo quedaba ella, uno de los verdugos la increpó:
-"Oye vieja, ¿tú no tienes miedo a la muerte?"
A lo que ella contestó:
-“Toda mi vida he querido hacer algo por Jesucristo y ahora no me voy a volver atrás. Matadme por el mismo motivo que a ellas, por ser cristiana. Donde van mis hijas voy yo”.
Gritó ¡Viva Cristo Rey!, como habían hecho sus hijas, y tras una descarga de fusiles, fue ejecutada.