Un llamado de Paul Winkler para simplificar, empatizar y aprender a sanar heridas
4 ideas para almas cansadas que buscan desarrollo personal, éxito empresarial y madurez espiritual
A veces simplificar la vida y centrar la mirada en la importancia de la santidad no es fácil: estas cuatro reglas pueden ayudar.
Como fundador de la asesoría Attollo, Paul Winkler es un reconocido proveedor de soluciones para empresarios y ejecutivos que desean alcanzar el éxito en sus negocios y, al mismo tiempo, hacerlo de acuerdo a su búsqueda de la santidad. Íntimamente ligado a su labor se encuentran sus publicaciones frecuentes en medios como Denver Catholic o Catholic World Report, donde profundiza en aspectos espirituales o relativos a la práctica de la fe.
En uno de sus últimos escritos, reflexiona sobre cómo muchos hombres de negocio e incluso la gente corriente se ve absorbida por elevados deseos de fama y poder o, en mayor medida, por una entrega total del tiempo y atención al mundo, resultando la mente y el alma cansados de la batalla diaria contra el ruido, las distracciones y las pasiones consiguientes.
Winkler se basa en las investigaciones que el ingeniero Kelly Johnson, empleado de la división de desarrollo armamentística Lockheed Skunk Works, desarrolló bajo el método KISS (Keep it simple, stupid, Hazlo simple, idiota) y que buscaba simplificar tareas complejas. Amparándose en sus estudios, Winkler busca ofrecer a sus seguidores y lectores unas breves orientaciones para enfrentar exitosamente “el entorno de alta presión que llamamos vida” y que, con frecuencia, “se siente como un campo de batalla”.
Estas sencillas reglas pueden ayudarnos a navegar por la vida, manteniéndonos centrados mientras trabajamos en nuestro desarrollo personal, dominio empresarial y madurez espiritual, asegura el consultor:
1º Supéralo
Como recién nacidos, estamos completamente indefensos, pero somos al mismo tiempo implacablemente exigentes con nuestros padres.
“Con el tiempo, al madurar, deberíamos pasar de un corazón ocupado solo con nosotros mismos a un corazón preocupado por los demás. La madurez espiritual abre nuestros corazones, permitiendo que Dios habite en ellos. Debemos escuchar a San Juan de la Cruz, que dijo: «Dios no cabe en un corazón ocupado»”.
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2º Define la felicidad y tus aspiraciones
Según el consultor, una clave para encontrar la felicidad duradera es, en primer lugar, definirla. Y cada definición de felicidad tendrá sus repercusiones. Por ejemplo, si se considera que la felicidad es la realización de un deseo personal, cada una de las decisiones que se tomen en el día a día deberán basarse en si ese deseo que se persigue nos hará felices. Por ello, Winkler invita a plantearse con frecuencia una pregunta: ¿Qué es lo que realmente deseas?
3º Superar las barreras hacia la santidad
También se detiene en la existencia de barreras personales en la búsqueda de la santidad, como pueden ser el hambre, el dolor físico o las heridas espirituales. Y si bien existen soluciones temporales para las dos primeras, incluso aunque sean heridas psicológicas, no es tan sencillo sanar un alma herida, que puede llegar a mantener a quien lo sufre a la defensiva, desconfiando de los demás e incluso de Dios mismo.
Para explicarlo, desarrolla la metáfora de un sacerdote, que emplea al comparar un alma herida con un campo minado.
“Levantamos vallas para protegernos y proteger a los demás de esas heridas, permitiendo que se infecten y convirtiendo nuestra hermosa alma en un desierto. Necesitamos sanar interiormente con la ayuda de un santo "escuadrón antibombas" como Jesús y un director o consejero espiritual que desentierre y sane esas minas o heridas profundamente arraigadas en nuestras almas. Salomón recibió una mente perspicaz, pero su corazón y sus heridas, agobiados por los dones de Dios de riqueza y honor, finalmente lo derribaron”; explica.
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4ºAplicar, Cambiar y Transmitir
En cuarto lugar, bajo el acrónimo de ACT -actuar- conformado por “aplicar, cambiar y transmitir”, se invita a poner en práctica las reglas previas, reflexionar sobre su impacto positivo y compartirlas en la mejor oportunidad posible con los demás.
“Al vivir estas sencillas reglas y compartirlas con nuestro ejemplo, hacemos más que seguir un camino, creamos uno para los demás”, enfatiza. “Como escribió el Papa San Pablo VI en Evangelii Nuntiandi, “el hombre moderno escucha con más gusto a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros, es porque son testigos”. Nuestro testimonio auténtico, basado en la acción y la humildad, se convierte en una poderosa forma de liderazgo de servicio”.