Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Entrevista en profundidad al líder de Comunión y Liberación sobre la fe en nuestra sociedad líquida

«¿Dónde está Dios?»: Julián Carrón responde en un libro... y en un diálogo en EncuentroMadrid

«¿Dónde está Dios?»: Julián Carrón responde en un libro... y en un diálogo en EncuentroMadrid
Julián Carrón, a la izquierda, y Andrea Tornielli, a la derecha, en la presentación en Italia de su libro-diálogo

Pablo J. Ginés/ReL

Julián Carrón, el sacerdote al frente del movimiento Comunión y Liberación, responde en un libro-entrevista con el periodista católico italiano Andrea Tornielli a una pregunta inquietante: ¿Dónde está Dios en estos tiempos de incertidumbre?

En ¿Dónde está Dios? se abordan varios temas sobre el momento actual de la Iglesia, sobre los últimos papas y su pensamiento, y sobre la historia y fe del mismo Carrón y de Comunión y Liberación, pero el núcleo de la entrevista siempre gira sobre cómo presentar Dios al hombre de hoy.

El libro ya está en las librerías, en vísperas del gran encuentro anual de Comunión y Liberación, gratuito y abierto a todo el mundo, EncuentroMadrid (www.encuentromadrid.com) que tiene lugar del 12 al 14 de octubre en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo en Madrid. Allí Carrón podrá profundizar sobre los temas del libro en un diálogo con el periodista Pedro G. Cuartango (antiguo director de El Mundo) en el acto conclusivo del domingo, a las 12.30.

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Andrea Tornielli explica el marco de las entrevistas: "Es fruto de cuatro días de conversaciones que han tenido lugar en una gran sala en el último piso del Instituto Sacro Cuore de Milán, con un ligero temblor del suelo cada vez que pasa un TIR de gran velocidad. Tan solo el último día me dijo don Julián que en ese lugar vivió los últimos meses de su vida, y murió, don Giussani, que debido a las consecuencias de la enfermedad de Parkinson, necesitaba una asistencia especial".

Una y otra vez la figura y enseñanzas de Luigi Giussani, el sacerdote italiano que fundó Comunión y Liberación, salen a relucir en el diálogo. Carrón, nacido en un pueblo de Extremadura, recibió permiso del cardenal Rouco Varela, de Madrid, para ir a Milán con Giussani en marzo de 2004. Menos de un año después, en febrero, Giussani moría y dejaba al español al frente del movimiento.

La fe no es moralismo: se encarna en la vida

La tesis de fondo de Carrón -y de Giussani- la explica en el primer capítulo: "Estoy convencido de que la fe puede decir y dar mucho a los hombres de hoy si la encuentran encarnada en la vida". "Por desgracia, no es infrecuente que nuestros contemporáneos entren en contacto con una fe reducida en sentido moralista o nocional. [...] En cambio, cuando nos encontramos con personas que gracias a que viven la fe afrontan las circunstancias de todos -dificultades, cansancio, desilusiones, enfermedades- de forma distinta, testimoniando una mayor intensidad humana, una alegría última, todo cambia: nos quedamos asombrados, impactados, implicados".

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Julián Carrón es, desde la muerte de Luigi Giussani en 2005,
el responsable del movimiento Comunión y Liberación

La moral ilustrada, al descristianizarse, se deshilacha...

Por otra parte, el sueño de la Ilustración de ofrecer unos valores razonables, comunes, compartidos y luminosos -la moral racional que proponía Kant y que para él coincidía con la cristiana- se ha visto que no puede ser. Sin el cristianismo, se desmorona. Lo decía Joseph Ratzinger: "La búsqueda de una certeza tranquilizadora, que nadie pueda contestar más allá de las diferencias, ha fracasado". Y añade Carrón: "Esos valores que antes eran compartidos y reconocidos por todos, hoy ya no lo son. [...] Hace pocas décadas, ¿quién habría podido pensar que se perdería el valor de la vida o se pondría en discusión la democracia?"

Se cumpliría algo que dijo el jesuita francés Henri de Lubac, tan influyente en el Concilio Vaticano II, en su libro "El drama del humanismo ateo": los intentos de una moral ilustrada, al principio, mantienen sus valores de origen cristiano, pero pronto, "dado que se separaron de su fuente, son impotentes para mantenerse en su vigor y rectitud auténtica". Carrón ofrece la lista de valores: "razón, libertad, verdad, hermandad, justicia, es decir, las grandes cosas sin las que no hay vida ni humanidad verdadera. Separadas de su fuente, se convierten en formas vacía, ideal sin vida. Es lo que estamos viviendo ahora".

Nada puede llenar la vida del hombre... excepto Dios

¿Y qué hay que llene la vida de los hombres? Carrón cuenta el ejemplo de una pintora italiana en Barcelona que por fin, llena de ilusión, logró su sueño: una gran exposición de su obra. Fue un éxito clamoroso más allá de toda expectativa. "'Después del gran éxito me pasé toda la tarde llorando', me contaba. ¿Cómo es posible? Todo esto no bastaba. Pero entonces ¿qué es lo que basta? Es lo que los grandes hombres llegan a descubrir, antes o después". Al final, hay un vacío en el corazón del hombre que sólo Dios puede llenar.

"Dios ha querido compartir su propio ser, su propia plenitud con alguien. Y solo podía hacerlo generando una criatura con un deseo infinito. San Agustín lo dice con aquella frase preciosa: 'Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti'", recuerda Carrón.

Evangelizar en la sociedad líquida: belleza que atrae

Pero ¿cómo evangelizar en nuestra época de pluralidad ideológica y de infinita oferta?

La respuesta, citando a Benedicto XVI, es "por atracción". "El cristianismo nunca ha tenido problemas por vivir en una sociedad multicultural, es más, casa muy bien con ella: en ella puede emerger la diferencia y la originalidad de la propuesta cristiana, sin imponer nada a nadie. El Concilio Vaticano II nos ha devuelto la conciencia de que no existe más posibilidad de comunicar la verdad que a través de la libertad. De hecho, la verdad no necesita nada más que su misma belleza para alcanzar el corazón del hombre", afirma el entrevistado.

Pero ¿por qué es tan difícil creer hoy?, pregunta Tornielli. La respuesta de Carrón es que la comodidad nos ciega y distrae. "¿A quién le interesa Jesús? A quien lo necesita. ¿Y quién lo necesita? Quien es consciente de sus propias heridas, de sus enfermedades, de su mal, de su insatisfacción, de su pecado..." La postmodernidad consiste en distraer para que la gente no sea muy consciente de todo eso.

Un Cristo cercano... y una generación que ya no creía

En el capítulo sobre su itinerario de vida y fe, Carrón explica que "desde los primeros años de mi vida tuve la gracia de experimentar una familiaridad con Cristo que me llenaba de asombro. Es como uno que lleva dentro de sí la experiencia del amor de su madre. Pueden surgir preguntas, cuestiones, incluso dudas, pero todo se halla como inmerso en esta experiencia de familiaridad".

Habla también de las grandes intuiciones de Giussani en 1954, cuando la Iglesia católica parecía fuerte en Italia y Europa, pero él veía que sus alumnos del instituto ya no tenían fe. Empezó a usar "el arte, la música, la poesía, para despertar en los demás la conciencia de su sed de vida, mostrando que la fe tiene que ver con ella".

"Quien sigue a Jesús experimenta el ciento por uno aquí. Este es el desafío lanzado por Giussani: en compañía de Cristo vuestra vida -cuando os enamoráis, cuando trabajáis, cuando jugáis- puede llegar a ser cien veces más; sorprenderéis en vosotros una explosión de vida que ni siquiera podéis imaginar", recuerda Carrón.

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"El Reino hay que mostrarlo"

Frente a visiones intelectualistas y doctrinaristas, comunes en la mente europea, Carrón y Comunión y Liberación aseguran que la verdadera comprensión "es siempre y solo un experiencia vivida". Giussani decía: "Una definición ha de formular una conquista ya conseguida: de lo contrario, sería la imposición de un esquema".

El Reino de Dios, más que definirlo, hay que mostrarlo

Carrón insiste en que así lo hacía el mismo Cristo. "Volvamos al origen: Jesús tenía que comunicar una novedad que no podía ser explicada sin más: los hombres no la habrían entendido si solo hubiese sido explicada. Primero tenía que ser vivida como experiencia. Para documentar en qué consiste lo que dice, realiza gestos, milagros: cura a los enfermos, perdona los pecados, mira a las personas con misericordia y compasión sin igual. Todos quedan asombrados: 'nunca hemos visto nada igual', decían".

"Él añadía: Creed en el Reino de Dios. ¿Y qué quería decir creer en el reino de Dios? Tenía que explicarlo no explicándolo, sino haciéndolo suceder a través de sus gestos, de los milagros, del perdón a los pecadores..."

Así, Carrón finaliza el diálogo con una idea que tanto Benedicto XVI como Francisco han formulado con frecuencia: "el cristianismo no puede ser reducido a un intelectualismo o a un pelagianismo, a una ética, a una serie de prácticas, por muy buenas que sean".

EncuentroMadrid (www.encuentromadrid.com), que es una cita de 3 días que cuenta con muchos testimonios de vida y superación (por ejemplo, personas que trabajan con la fragilidad de la enfermedad en cuidados paliativos) puede ser una ocasión para acercarse a esa enseñanza que no son palabras, sino experiencia vivida.

(Puede adquirir aquí el libro-entrevista "¿Dónde está Dios?")

 

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