Martes, 19 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Alfonso V. Carrascosa lo repasa en su libro «Iglesia Católica y ciencia en la España del Siglo XX» 

Un siglo de científicos católicos españoles, los que impulsaron el CSIC, la universidad, la mujer...

Un siglo de científicos católicos españoles, los que impulsaron el CSIC, la universidad, la mujer...
La beata Guadalupe Ortiz, científica química, es un ejemplo de una generación de mujeres científicas católicas en la España del siglo XX

Pablo J. Ginés/ReL

El científico Alfonso V. Carrascosa ha publicado Iglesia Católica y ciencia en la España del Siglo XX (15 euros, editorial BenditaMaría, aquí), un repaso a la aportación de grandes hombres de fe a la historia de la ciencia del siglo XX. Fueron inventores, académicos, divulgadores, investigadores, regeneradores docentes. Hombres y mujeres de fe intensa, que en la convulsa España del siglo XX trabajaron para hacer avanzar la ciencia. "El libro está pensado para padres de familia, para estudiantes universitarios, para un público muy amplio, porque no presenta teorías filosóficas, sino historias muy concretas de personas de nuestro pasado", explica Carrascosa a ReL.

Carrascosa es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 30 años como investigador en microbiología de alimentos. En verano, cuando la prensa se asustaba con la contaminación por listeriosis de la carne mechada, los telediarios lo sacaban en antena. "Soy experto en seguridad alimentaria, cuando hay casos así la prensa llama al CSIC y me derivan a mí o a otros compañeros que tratan el tema", explica. Pero su pasión en los últimos 5 años es estudiar la presencia de la Iglesia y de los científicos católicos en la Historia de la Ciencia del siglo XX, "un tema muy poco trabajado".

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Alfonso Carrascoso, microbiólogo y entusiasta de la Historia de la Ciencia 

- El científico medio hoy, en España, ¿cuánto sabe de Historia de la Ciencia?

- Sabe poco o muy poco. Al estudiar su licenciatura, le dedicaron una sola sesión, quizá la primera, a hablar de la historia de su materia... y ninguna a la de otras materias. Tampoco suele saber de filosofía ni de historia del pensamiento. Vivimos una hiperespecialización brutal. Un científico hoy sabe bastante de su materia, y prácticamente nada de otras ramas de ciencia experimental. Y si es investigador, peor: se centra ya no en biología de alimentos, sino en un microbio concreto.

- Pero usted ha hecho un libro divulgativo de Historia de la Ciencia...

- Porque en este tema concreto, un poco de investigación basta para mostrar mucha información muy clara. Repasando libros, biografías y webs ya puedes obtener una buena composición de la realidad de la Historia de la Ciencia española en el siglo XX, si le dedicas tiempo. Son temas muy claros.

- ¿La ciencia española en la primera mitad del siglo XX era especialmente atrasada?

- No, la investigación científica en España nunca fue atrasada. Es verdad que en la primera parte del siglo XX había conciencia de que debía mejorar, y todos se volcaron en un afán regeneracionista, las izquierdas y las derechas. Pero las ideologías de lo que luego sería el Frente Popular se dedicaban más a organizar revoluciones que a invertir en ciencia. Un impulso importante fue la Junta para Ampliación de Estudios, creada en 1907, con Santiago Ramón y Cajal al frente. La izquierda política no tuvo nada que ver: hasta 1910, tres años después, el PSOE no tenía ni un diputado, por ejemplo.

- ¿Las escuelas católicas españolas predicaban contra las ciencias en 1910, 1920, 1930?

- No, en absoluto. Y tenían magníficos gabinetes de historia natural, como el del Colegio del Pilar en Madrid, por ejemplo. Lo más común era lograr encajar la teoría de la evolución con Dios como creador. Muchos veían que los cambios en las especies no negaban a Dios. Lo que no podían permitir es que los anticlericales dijeran "por la evolución sabemos que Dios no existe y hay que acabar con la Iglesia". Tampoco el Vaticano negó la evolución. Pero muchos ateos -entonces y ahora- predican una supuesta capacidad auto-organizativa de la materia que conseguiría que echando protínas y algo más en una sopa haría aparecer células por sí solas... algo que nunca se ha demostrado y que, de hecho, no se lo cree nadie.

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- El libro recoge muchos científicos católicos pero, ¿no serían solo católicos por presión social, para aparentar?

- No, eran católicos destacados y fervientes. Ya podías declararte no creyente, incluso si estabas en la derecha. La Institución Libre de Enseñanza se ubicaría en lo que hoy serían los liberales, o Ciudadanos. No eran tanto de izquierdas, como activistas de la educación no religiosa. Pero nació en una monarquía parlamentaria católica, la de Alfonso XIII, el rey que consagro España al Sagrado Corazón. Muchos científicos a lo mejor eran de fe discreta, pero luego en sus necrológicas se ve su devoción. En otros se ve en sus escritos: Menéndez Pelayo fue un incontestable defensor de la Iglesia como promotora de la ciencia y la cultura. Otros eran militantes de movimientos católicos. José Ibañez Martín, uno de los fundadores del CSIC, era de la Asociación Católica de Propagandistas. Albareda, del Opus Dei. Juan Marcilla, que fue vicepresidente del CSIC, escondía a monjas en casa durante la persecución y acogía misas clandestinas.

- ¿Qué tiene que ver el CSIC con la Iglesia?

- El CSIC es el gran organismo de la investigación científica pública en España. No nació de una conferencia de obispos, pero sus iniciadores eran católicos devotos. He comentado a Martín, Albareda, Marcilla... podemos añadir a Miguel Asín Palacios, que era sacerdote y un gran arabista. Huyeron del Madrid del Frente Popular y recogerían los restos de la Junta para Ampliación de Estudios y la relanzarían, pero mejor: con más internacionalización, más multidisciplinariedad y profesionalizando la investigación. Así nació el CSIC.

- ¿Era muy machista ese entorno científico tan católico?

- Cuando nace el CSIC en 1940, un 10 por ciento del personal asalariado eran mujeres. Cuando muere Franco, en 1975, eran mujeres un 32%, se había triplicado. Hoy, en 2019, tras casi 45 años de democracia, son mujeres un 36%. O sea, que en la época de presidentes católicos, supuestamente fachas y machistas es cuando se triplicó la presencia femenina y desde entonces casi no ha cambiado.

- ¿Qué fueron la Residencia de Señoritas y la Residencia de Estudiantes y qué tuvieron que ver con la Iglesia?

- La residencia de estudiantes nace en 1910, y la de señoritas en 1915, para acoger estudiantes que llegaban a Madrid pero no querían un colegio mayor con componente religioso. Las impulsaba la Institución Libre de Enseñanza, con el permiso y firma de Alfonso XIII, rey católico en monarquía confesional. Insistían en ser no religiosas. Pero la impulsora de la Academia de Señoritas, María de Maeztu, tuvo que huir de España y era católica de misa diaria. También Rafaela Ortega y Gasset, hermana del filósofo, era muy católica. María Goyri, la esposa de Menéndez Pidal, iba a misa todos los días a las cinco de la mañana antes de ir a la residencia, para que no se supiera. Y un año antes de la residencia de señoritas nació la Residencia Teresiana de Estudiantes, de San Pedro Poveda, que no quiso renunciar a la catolicidad de su residencia. Allí se alojó Victoria Kent, abogada y diputada socialista. De hecho, las primeras catedráticas de las universidades españolas eran teresianas, y también muchas de las primeras científicas eminentes. La Residencia de Estudiantes no la cerró Franco, sino el Frente Popular. Allí se habían refugiado en el año 1936 niños ingleses, intelectuales como Gregorio Marañón y otras personas de "la tercera España" que huyeron al extranjero desde allí.

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San Pedro Poveda fue el impulsor de las teresianas, la congregación de la que saldría la primera generación de mujeres universitarias y catedráticas; murió asesinado en verano de 1936, fusilado en el cementerio de la Almudena

- ¿Qué importancia tienen las universidades públicas como la Complutense o la Autónoma de Madrid para la ciencia y qué tiene que ver con la Iglesia...

- La Complutense nace en la monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII. El rey regaló los terrenos y en su junta constructora todos eran personajes destacados, catedráticos y creyentes convencidos, laicos católicos en el sector público. En el libro muestro su religiosidad, superior a la media. Y la Autónoma nace en la época franquista, y sus impulsores, los recojo en el libro, son también de catolicidad clara.

- Muchos jóvenes dejan la fe porque, dicen, la ciencia refuta a la religión...

- No conozco ni un caso de científico que se haya hecho ateo por la ciencia, que haya tenido fe y la haya perdido estudiando ciencia. Nada en la investigación científica hacer perder la fe. La ciencia experimental no puede decir nada de Dios, que está fuera de su ámbito. Respecto a Jesucristo, es un personaje de historicidad incontestable. La ciencia sí puede llevarnos a plantearnos preguntas filosóficas. Muchos físicos se plantean: "¿de verdad todo esto ha surgido solo?"

- Pero en el siglo XX ha bajado mucho la religiosidad en Occidente...

- En el siglo XX sucedió que las naciones cristianas se mataban unas a otras en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Algunos se dijeron: "esto demuestra que los hombres somos pecadores". Y otros dijeron: "esto demuestra que Dios no existe". E irrumpieron unas ideologías anticatólicas, que perduran hoy. Dedico una cuarta parte del libro a hablar del Frente Popular y la ciencia. Menéndez Pelayo pedía que se le dijera el nombre de algún científico ejecutado por la Inquisición por hacer tareas científicas. Nunca nadie ha respondido. En cambio, yo doy aquí 30 nombres de científicos asesinados en 3 años de Frente Popular. Incluso mataron a José María Susaeta, que era concejal del Partido Socialista en Vitoria, al parecer porque en su pasaporte había algún sello alemán, donde había estudiado, y eso bastó para condenarlo. García Morente o Severo Ochoa tuvieron que huir de Madrid por el Frente Popular, que no respetaba a los científicos.

- ¿Ha habido tergiversación histórica?

- La hay cuando se esconde la religiosidad de científicos importantes, cuando se destacan sólo los errores de entidades religiosas y cuando al mismo tiempo se esconden o camuflan los errores y barbaridades de las entidades de ideología materialista. Así se crea un discurso falso sobre el pasado.

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