Martes, 16 de abril de 2024

Religión en Libertad

Terminado en 1552, fue una maravillosa descripción de la biodiversidad americana

Día Mundial del Medio Ambiente: «Códice Cruz-Badiano», histórico estudio de franciscanos e indígenas

Día Mundial del Medio Ambiente: «Códice Cruz-Badiano», histórico estudio de franciscanos e indígenas
El Códice fue regalado por San Juan Pablo II a México. Originalmente había sido creado y regalado al emperador Carlos I de España

Alfonso V. Carrascosa / ReL

Decía Julio Rey Pastor que la Revolución Científica no se habría llevado a cabo sin el descubrimiento de América para Occidente y todos los estudios que desarrollaron de manera multidisciplinar con motivo de tal suceso.

Sería el medio ambiente a través de los llamados entonces estudios de historia natural el primer beneficiado del interés tanto de los misioneros católicos que llegaron a América como de los indígenas que congeniaron con ellos de maravilla entre otras cosas por la enseñanza que les impartieron en los colegios que abrió la Iglesia para la transmisión del conocimiento.

Un claro ejemplo de todos estos fenómenos lo constituye el denominado Códice de la Cruz-Badiano, maravillosa descripción de la biodiversidad medioambiental al tiempo que clave para la mejora de la medicina. Conocer todo ello parece indicado en la celebración este 5 de junio del Día Mundial del Medio Ambiente.

El Códice de la Cruz-Badiano fue escrito en 1552 por el médico náhua Martín de la Cruz y traducido al latín por el indio Juan Badiano. Es pues una de las fuentes más antiguas de conocimiento de la biodiversidad medio ambiental y la medicina mesoamericana escrito después de la llegada de los españoles.

franciscanos

Martín de la Cruz  (1510-1555) nació poco antes de la caída de Tenochtitlán. Al ser bautizado recibió el nombre que ahora conocemos. Conoció en su ambiente la medicina tradicional, las propiedades de las plantas curativas. Una vez llegados en 1524 a Tenochtitlán los frailes franciscanos entablaron amistad con la población indígena por su humildad, por el hecho de andar descalzos, su sayal, su vivir como los pobres en casas pobres durmiendo en un petate y comiendo tortillas de maíz con chile como los indígenas.

En el afán evangelizador de los misioneros franciscanos estaba integrado aquello que se venía practicando en España: la expansión de la educación y la enseñanza universal. Lo hicieron con el apoyo del Virrey de Mendoza, caballero cristiano que estableció en México la primera imprenta de América, e imprimiendo como primer libro americano ‘Breve y compendiosa Doctrina Christiana’ en lengua mexicana y castellana.

También contaron con el apoyo del obispo de México Fray Juan de Zumárraga O.F.M. –fundador de la Real y Pontificia Universidad de Méjico. En 1536 los franciscanos fundaron el Real Colegio de Santa Cruz en Santiago Tlatelolco, cuyo cometido fundamental era la enseñanza a muchachos indígenas.

Una vez inaugurado el Real Colegio de Santa Cruz en Santiago Tlatelolco se comenzó a impartir a unos 100 niños clases de gramática, retórica, lógica, aritmética, geometría, astronomía y música. También se agregaron teología, religión, medicina y pintura.

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Fray Bernardino de Sahagún

Un destacado profesor llegado de España e importante puntal en el Real Colegio de la Santa Cruz o Colegio de Tlatelolco fue Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590), fraile franciscano considerado el primer antropólogo de América.

Martín de la Cruz trabajó como médico (ticitl) de los niños indios del Colegio junto con otro médico indígena, Antón Hernández, ejerciendo a la vez como examinador de otros indígenas practicantes del oficio.

Desde 1520 la zona fue azotada por epidemias virales de viruela y sarampión importadas del viejo continente. Además, en 1545 una devastadora epidemia de peste (cocoliztli) acabó con la vida de la mayoría de estudiantes del colegio.

Martín de la Cruz recibió concesiones del Virrey Mendoza por sus conocimientos y habilidades, y trabajó mucho en los siguientes años ya que el cocoliztli sería responsable de la pérdida del 90% de la población indígena en México. También obtuvo licencia del segundo virrey de México, Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón (1511-1564) para continuar ejerciendo la medicina indígena para montar a caballo y para llevar una ballesta en las salidas al campo.

A los pocos años de la muerte de Hernán Cortés (1485-1547), Francisco de Mendoza y Vargas (1523-1563), hijo del ex Virrey Antonio de Mendoza, encomendó a Martín de la Cruz la recopilación de las plantas medicinales de Nueva España para ser regalada al rey Carlos I de España (1500-1558), con el objeto de  proponer la exportación de medicamentos e incrementar la actividad del  Colegio de Santa Cruz.

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El manuscrito fue titulado en náhuatl Amate-Cehuatl-Xihuitl-Pitli. Otro científico católico, Isidoro de Sevilla, escribiría: “La más antigua medicina utilizaba solamente hierbas y jugos de plantas. Así empezó la práctica médica a la que se incorporaría después el empleo de la lanceta y de medicamentos de todo tipo”.

Serían los padres franciscanos –concretamente el Padre Jacobo De Grado-  quienes encargarían a Juan Badiano la traducción al latín del libro escrito por Martín de la Cruz en el idioma nativo, el nahualt.

De este modo, fue Badiano quien lo tituló Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis. El libro completo se terminó el 22 de julio de 1552, día de Santa María Magdalena, y así se lo pudo llevar el virrey a España entre agosto y septiembre de ese mismo año a la corte de España. 

Por la autoría de ambos es por lo que el libro se conoce como Códice Cruz-Badiano o Códice Badiano. El libro, gracias a este ambiente católico de estudio perfectamente compatible con la fe en tantas misiones españolas, se convirtió en uno de los principales documentos históricos sobre la medicina tradicional prehispánica.

Juan Badiano, nacido en 1484, fue un latinista y botánico indígena de Nueva España, que nació en el barrio de Chilico, hoy de la Virgen Santísima, del pueblo de Xochimilco, actualmente parte de Ciudad de México.

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Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco

Apenas se sabe nada de él, aunque se cree que vivió sus primeros años aún bajo el imperio azteca, donde recibiría su primera formación, al igual que Martín de la Cruz. Ya adolescente se vinculó al católico y floreciente Real Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, en donde estudió el español, el latín, historia natural europea y otras materias. Fue bautizado por los franciscanos españoles  en el templo de dicho colegio, y siguió investigando. Con el tiempo y sus méritos llegó a ser profesor del colegio.

El Amate-Cehuatl-Xihuitl-Pitli  o Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis constó de 63 hojas, divididas en trece capítulos en las que además de los remedios, se incluyeron 184 ilustraciones a color de diferentes plantas.

No sólo se incluyó un herbario medicinal con remedios a partir de plantas, sino también de animales y minerales. Las ilustraciones a color fueron hechas por un grupo de tlacuilos (escribas) indígenas enseñados por los franciscanos que representaron con precisión las raíces, flores, hojas y plantas incluidas, así como el tipo de suelo en el que crecían. Así se formaban científicos lugareños en las misiones, y las misiones contribuían al desarrollo científico de su país de destino. Las plantas fueron nombradas de acuerdo al sistema nativo de clasificación.

Finalmente el libro fue encuadernado en terciopelo rojo con filos en oro y entregado en 1553 al príncipe Felipe, en ausencia de su padre Carlos I. En España el libro acabó en la Biblioteca Laurentina del Real Monasterio de El Escorial.

En el siglo XVII apareció en la biblioteca del farmacéutico de Felipe IV, Diego de Cortavila y Sanabria (1597-1657), quien seguramente lo tomó prestado sin registrarse. De ahí pasó a las manos del Cardenal Francesco Barberini (1597-1679), amigo del famoso astrónomo católico Galileo Galilei (1564-1642).

La biblioteca del Cardenal pasó a formar parte de la Biblioteca Vaticana de Roma en 1902. Finalmente, en 1992, el Papa Juan Pablo II (1920-2005), en un acto sin precedentes, lo devolvió a México. Actualmente se encuentra custodiada en la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México.

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