María, la fortaleza que necesitas
Luz-noche
Cuando celebramos una fiesta de María el corazón se nos ensancha. Hacemos fiesta por tener una madre que siempre nos está esperando. Ella es la que ha pisado la cabeza de la serpiente por decir si a Dios.
Guiados por ella, podemos decir que sí a Dios en nuestra vida. María es un camino seguro para poder hacer la voluntad de Dios. Jesús fue obediente al Padre. La Madre nos lleva a mirar al Hijo, para que con Él, nosotros podamos hacer en nuestra existencia el designio que el Padre nos tiene preparado.
Por ello, María es elegida por Dios, para que el Señor de la Vida se haga presente para nosotros. Ella aparece como la niña de los ojos de Dios. Ha sido creada por Él, para que el Señor tenga un lugar donde poder morar. Por eso, es la privilegiada en el plan de Dios, ya que el Hijo va a morar en su seno.
Ella se va a convertir en la madre que cada uno está esperando. De boca del ángel va a recibir el anuncio de que el Hijo de Dios va a entrar en sus entrañas. Por eso, el ángel la invita a recibir con alegría este anuncio. Dios viene a descansar en su seno, para que cada uno de nosotros, pueda vivir con esperanza en esta vida. Dios viene habitar dentro de ti, para darte esa vida que necesitas.
Así, María nos ayuda a poner nuestra mirada en Jesús. Con ella, podemos celebrar que el Hijo viene a nosotros; con María, cada uno, podemos vivir esta existencia mirando al cielo. Ya en esta tierra, podemos gozar de la presencia de esta Madre que nos regala a Jesús, para que él, habite de manera plena dentro de nosotros.
Ella nos ayuda a entregar la vida al Señor, sabiendo que solo en él encontramos el consuelo a nuestra tristeza y el descanso en medio de la fatiga. Con María, que nos alcanza el don del Hijo, cada uno de nosotros, podemos reconocer al Señor de la gloria, que ha cumplido su promesa de salvación para su pueblo. Ella, es el lugar donde Dios se ha hecho presente. De esta manera, podemos vivir ya el cielo en medio de nosotros porque Dios, ha venido a habitar en nuestro corazón. Así, necesitamos a María, para poder vivir con gozo nuestra vida en esta tierra.
En medio del agotamiento, el cansancio y la prueba, contamos con una madre, que nos levanta para poner nuestra mirada en el Hijo. Ver al Hijo, supone ponernos en pie, y sentirnos que volvemos a ser recreados; ver al Hijo, implica poner nuestra existencia ante él. Mirar al Hijo hace que cada uno pueda salir de sí mismo, porque lo que contempla es más hermoso, que todos nuestros problemas y nuestras preocupaciones, por muy grandes que sean.
Por lo tanto, María es ese alcázar que viene a llenar de fortaleza tu vida. Ella ante la entrega del Hijo en la cruz se mantuvo en pie. Cuando parecía que toda su vida experimentaba el fracaso por la muerte del Hijo, pudo acoger de nuevo, la vocación a la que Jesús la estaba llamando: ser esa acogida que el corazón de cada uno anhela y necesita. El Señor la concedía de modo nuevo vivir como Madre. Madre para acompañar, para cuidar y para amar, aquellos que Dios ama como sus hijos. También, María se dejó acoger por Juan (cf. Jn 19, 27), para poder llevar a plenitud su vocación.
María se ha convertido en Madre, tuya y mía, no solo cuando las cosas nos van bien, y podemos hacer una fiesta de nuestra existencia, sino sobre todo cuando todo van mal. Ahí, es donde ella nos espera.
Muchas veces en el dolor, miramos solo el problema, y nos dejamos llevar de la inquietud y de la angustia. Pero yo hoy te invito a que eleves tu mirada hacia aquella que tiene un rostro lleno de luz. Ella que quiere amarte, viene a ponerte en pie, para que puedas experimentar la fortaleza en medio de tanta pena.
Podemos cantar con San Bernardo: Mira a María, mira a la estrella que quiere guiar tu vida. No pienses tanto en ti, sino mírala a ella, que es más hermosa que toda tu tristeza, y con la Madre, podrás cambiar tu mirada. Ya no vivirás solo metida en lo tuyo, sino que tu vida tendrá un sentido nuevo, porque la guía una madre, que le da plenitud.
Con María, puede sentirte como un niño pequeño, que solo quiere contar su vida a una Madre que lo puede cambiar todo, porque te lleva a Jesús. Puedes ser ese niño que quiere jugar porque quiere experimentar gozo y fiesta; puedes ser ese niño que no tiene miedo ante nada, porque tiene una madre fuerte que está siempre con él. Con María, necesitas ser un niño que balbucea, que llora ante aquella que nunca le juzga, sino que siempre lo ama.
María quiere ser tu madre. Y yo te invito al reto de poder acogerla con la sencillez de un niño que sabe que no está solo, porque la tiene a ella. Entonces lo tendrás todo. Llegarán a ti todas esas personas con las que puedes compartir la vida. Quizás las situaciones difíciles seguirán estando, pero con ella serás fuerte en medio del dolor. María hoy quiere venir a ti, para que puedas vivir como un niño guiado por su presencia.
Belén Sotos Rodríguez