Religión en Libertad
Valentín Aparicio Lara

Valentín A. Lara

3º Domingo de Adviento: alégrate

Quien se acerca a Dios, no se acerca a una promesa, sino a la realidad. La salvación no es un evento futuro, sino que la tienes delante de los ojos.

B. Murillo, Curación del paralítico

B. Murillo, Curación del paralítico

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El evangelio de hoy, 3º Domingo de Adviento (Mt 11, 2-11), nos presenta la embajada que san Juan Bautista envía a Jesús a través de sus discípulos. En este vídeo te comento en detalle la escena.

  1. Santo Tomás de Aquino comenta que es curioso que Jesús no hiciera ningún milagro hasta que san Juan Bautista fue hecho prisionero. Significa que Dios nos sorprende siempre en mitad de las circunstancias más desfavorables. Dios llega cuando menos lo esperamos.
  2. San Juan no alberba dudas acerca de Jesús. No encaja con su perfil psicológico, dominado por la determinación y la voluntad férrea de dar la vida hasta el martirio. Más bien, la embajada de sus discípulos preguntando a Jesús si es el Mesías, encajaría más bien con su deseo de despojarse de lo útlimo que le quedaba: la gente que aún le seguía. Tanto el historiador Flavio Josefo (cf. Ant. 18.116–119) como los Hechos de los Apóstoles (Hch 19, 1-7) nos hablan de la enorme cantidad de discípulos que suscitó Juan el Bautista. La embajada es su último recurso o estrategia para que los discípulos sigan a Jesús. Nos enseña a sabernos despojar de todo. 
  3. Jesús dice a los discípulos de Juan: "Dichoso el que no se escandalice de mí" (Mt 11, 6). Se refiere a la cuestión del sufrimiento y de su muerte en Cruz. ¿Me escandaliza sufrir? La mayor tentación que todos - sin excepción - experimentamos en la vida es la cuestión de dotar de sentido al sufrimiento. 
  4. Finalmente, el Señor cita una serie de acciones en el evangelio como testimonio de que Él es el Mesías: "los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados" (Mt 11, 5). Estas acciones aparecen en el capítulo 35 de Isaías como referidas al futuro Mesías. Curiosamente, el profeta habla de ellas en tiempo futuro, pero ahora Jesús habla de ellas en presente. Significa que quien se acerca a Cristo se acerca ya a la relalidad. Jesús no es una promesa, es el presente. La salvación la tienes delante de los ojos.
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