Busquemos el reflejo de Dios en los demás.

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Amemos a aquellos de quienes no tengamos que avergonzarnos; amemos a aquellos a quienes, en cuanto podamos, deseemos imitar 🔹San Agustín. Sermón 313A, 3🔹

▶️En el contexto de la Espiritualidad Católica: Este pensamiento agustiniano nos presenta dos dimensiones cruciales del amor verdadero y nos invita a reflexionar sobre lo que nos impulsa a amar al prójimo. Podemos amar al necesitado y también a quien admiramos. ¿Qué razón es la que nos hace admirar a estas personas? ¿Son personas que nos inspiran a ser mejores? ¿Sus acciones y valores son coherentes con lo que bueno y justo? Amar-admirar a alguien de quien nos avergonzamos implica una contradicción interna, una disonancia entre nuestros afectos y nuestros principios. San Agustín nos anima a rodearnos de personas que nos ayuden a trascender hacia Dios. El verdadero amor, en este sentido, debe estar alineado con nuestra conciencia moral.

Por otra parte, amar a alguien a quien deseamos imitar implica un reconocimiento de sus virtudes y un deseo de incorporar esas cualidades a nuestra propia vida. Implica admiración, respeto y un anhelo de crecimiento personal. No se trata de una imitación ciega, sino de un proceso de aprendizaje y transformación a través del ejemplo. Pero realmente ¿Qué admiramos de esa persona? Porque a veces admiramos sus apariencias y lo que "vende" a la sociedad que le rodea. En las personas que admiramos debemos ver el reflejo de Dios y no simples y atractivos valores sociales.

San Agustín era muy consciente del poder del ejemplo. Creía que aprendemos más por lo que vemos hacer a los demás que por lo que nos dicen. Por eso, es importante saber qué nos atrae de los las personas que deseamos seguir. Cuando amamos-admiramos, ese amor puede ser un motor que nos impulse a mejorar. Pero también, puede llevarnos a caer en la mundanidad que brilla en los espacios sociales.

Esta frase también nos recuerda la importancia de ser selectivos en nuestras relaciones humanas. No todos los amores son iguales, y no todos los amores nos benefician. Debemos discernir qué personas nos aportan positivamente y cuáles nos arrastran hacia abajo.

San Agustín, nos recuerda que el amor verdadero siempre apunta mucho más allá de lo humano. Nos conecta con la Verdad, con la Belleza, con el Bien. Si el amor-admiración nos conduce detrás de las pisadas del Señor, es una ayuda inestimable.

▶️ En el contexto de la evangelización digital. En un mundo donde la cultura de la celebridad (influencers) a menudo glorifica a través de valores superficiales, esta frase nos invita a reflexionar sobre quiénes son nuestros los modelos a seguir. Si estamos en las redes no es para que nos sigan y aplaudan. Nuestra presencia es para reflejar al Señor y comunicar la Buena Noticia. Como evangelizadores en las redes, debemos ser conscientes de la influencia que tenemos sobre los demás. Debemos esforzarnos por ser espejos que reflejen virtud y verdadero amor. Debemos conseguir que otras personas puedan encontrar en nosotros un una señal de dirección que les lleve al señor. No se trata de que nos imiten, porque el enemigo sabe esconderse detrás de apariencias falsas y atractivas. Como hashtag podemos proponer: #ElReflejoDeDiosEnTi

▶️ Preguntas para reflexionar: ¿A quiénes amamos y admiramos? ¿Qué cualidades admiramos en esas personas? ¿Cómo podemos ver el reflejo de Dios antes que imitar ciegamente? ¿De quiénes necesitamos alejarnos porque nos avergüenzan espiritualmente?

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