Amar duele, pero transforma

Así es el amor: no está sin dolor. Cuando lleguemos, cuando nos adueñemos de él, pasará el dolor, pero no desfallecerá el amor 🔹San Agustín. Sermón 298, 2🔹

▶️En el contexto de la Espiritualidad Católica: En esta reflexión, San Agustín nos presenta una visión realista y esperanzadora del amor, reconociendo su intrínseca conexión con el sufrimiento y la promesa de una trascendencia que perdura más allá del dolor. El amor, en su forma terrenal y humana, está inevitablemente ligado al dolor. No deberíamos idealizar al amor como una experiencia puramente placentera, porque es falso. Tenemos que reconocer su complejidad y su potencial para generar sufrimiento. Este dolor puede provenir de diversas fuentes: la pérdida, la decepción, la imperfección del ser amado, la propia imperfección al amar, o simplemente la vulnerabilidad que implica abrirnos a otras personas.

El "llegar" y "adueñarnos" del amor sugiere un proceso de maduración y crecimiento en la relación entre todos los humanos. Implica alcanzar una plenitud en el amor, una comprensión profunda y una aceptación mutua. Tenemos que aceptar que somos diferentes y que la diferencia duele y al mismo tiempo es una oportunidad de enriquecernos. Cuando vemos el enriquecimiento de la diversidad de dones y carismas que Dios nos regala, el dolor disminuye, no porque desaparezcan las dificultades, sino porque se aprende a gestionarlas y a trascenderlas. Esto nos sucede en todos los grupos eclesiales. Tenemos a la uniformidad, despreciando la diversidad de dones y carismas.

A pesar del dolor inherente al verdadero amor fraterno, y a pesar de que éste pueda disminuir con el tiempo, el verdadero amor activo, el amor que ha alcanzado la madurez, permanece. No se extingue con las dificultades, sino que se fortalece y se transforma. Este amor perdurable es un reflejo del amor divino, que es inmutable y eterno. El problema es que el enemigo oculta esto para que estemos siempre enfrentados y enfadados unos con otros.

San Agustín nos invita a no huir del dolor implícito en el amor, sino a aceptarlo como parte integrante de la experiencia humana. El dolor puede ser un catalizador para el crecimiento, la comprensión y la compasión. No olvidemos que el amor no es estático. En un flujo dinámico que evoluciona con el tiempo y nos permite seguir adelante con Esperanza. A medida que aprendemos a amar de una manera más profunda, más generosa y más desinteresada, la Luz de Dios se hace presente para guiarnos. El verdadero amor fraterno, vivido con entrega y generosidad, es un camino hacia la santidad. Al amar a los demás, nos acercamos a Dios, que es la fuente del amor.

▶️ En el contexto de la evangelización digital. Al evangelizar en las redes, debemos transmitir este mensaje de esperanza y consuelo a aquellos que sufren por los enfrentamientos, la indiferencia o el desprecio. Debemos recordarles que el dolor no es el final del camino, sino una oportunidad para crecer y amar de una manera más profunda. Podemos utilizar las redes sociales para compartir testimonios de personas que han superado el dolor en el amor y han encontrado sentido en su vida. Muchos santos padecieron incluso dentro de la Iglesia. Ejemplos de ello son San Francisco de Asís o el mismo Padre Pio. Santa Teresa de Ávila y cientos de santos que sufrieron, pero no desesperaron. Pensemos en el Señor cuando escuchó que San Pedro le negó tres veces. Podemos ofrecer textos de la vida de estos santos, recursos y herramientas que nos permitan ver más allá del dolor. Como hashtag les proponemos este: #AmarDueleYTransforma

▶️ Preguntas para reflexionar: ¿Cómo experimentamos el amor en nuestra vida? ¿Estamos dispuestos a aceptar el dolor como parte integrante de todo grupo humano? ¿Cómo podemos crecer y madurar en el verdadero amor? ¿Qué pasos podemos dar para amar de una manera más profunda, más generosa y más desinteresada a otras personas?

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