Religión en Libertad

Polvos y lodo

"Si no se educa en esta verdad del amor humano, ¿qué queda? Polvos y lodo"

El sexo separado del amor y la verdad destroza corazones

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Los escándalos de acoso sexual que estamos viendo en España por parte de algunos políticos a mujeres no son casualidad. Está siendo un triste calendario de Adviento, tenemos prácticamente un caso por día. No sorprende que todos son hijos de partidos que hacen bandera de la revolución sexual y que llevan décadas promoviendo el sexo sin límites, sin responsabilidad, sin amor y sin verdad. De aquellos lodos vienen estos polvos. ¿Era así?

La revolución sexual prometía libertad pero entregó la esclavitud. Una ideología perniciosa que educaba en el deseo sin control, en la diversión sin amor, en el placer sin responsabilidad, en la sexualidad sin consecuencias. Sus principios son egoístas, quieren hacer de cada persona un pequeño demonio Asmodeo, enseñan la bragueta bajada como derecho humano Toda idea plantada como semilla, sea buena o mala, da sus frutos, y esos frutos los vemos hoy.

Lo que se promueve hoy explotará mañana. Hace décadas en la cultura española se fomenta lo que llamaban el "destape". Guarradas endiosadas. Las ideas y comportamientos que normalizan el desenfreno sexual crean hombres incapaces de respeto, de espera y de ternura, y mujeres que piensan que eso es lo normal que hay que sufrir para que alguien las quiera. "Todos los hombres son iguales", dicen algunas mujeres. No todos. Pero si lo son sin duda todos los que han hecho de esto su vida.

Demasiado Esteso. Demasiado Pajares. Demasiadas películas que glorificaban lo vulgar y lo sexualmente irresponsable han dejado huella y marcado a los que en otro hilo llamé la primera "Generación Porno". Películas que no solo entretuvieron sino que enseñaron un patrón de conducta que está arrastrando también a las generaciones posteriores. Series, reality shows, música, literatura. Nada escapa al monstruo de la pornificación de la revolución sexual.

Escribía en Instagram muy certera y bellamente el otro día Carla Restoy: "Creemos que queremos sexo. no siempre se trata de sexo. Es intimidad lo que queremos. Ser tocados. Acariciados. Mirados. Admirados. Sonreídos. Afirmados. Reirnos con alguien. Sebernos comprendidos. Sentirnos seguros. Sentir que alguien custodia nuestro corazón. Eso es lo que anhelamos". Pero, si no se educa en esta verdad del amor humano, ¿qué queda? Polvos y lodo.

¿Qué son los políticos presos por gastarse el dinero de los afiliados en prostitutas? ¿Qué son los políticos acusados de abuso sexual que militaban en partidos que juraban defender la dignidad de la mujer? Pobres hombres. Verdugos y víctimas. Un reflejo de una parte de la sociedad española. La parte que desayunó, comió y cenó con el rollo del sexo libre y lo dio por bueno. La parte que aplaudió lo del "amor sin fronteras, sexo sin reglas" y hoy viven en el vacío. Nada promete mas que el sexo libre, nada defrauda mas que el sexo libre.

Estamos llenos de semillas de ideas que viniendo de lo mal llamado "progresista" entraron en todo lugar como el humo del fuego entra por las grietas no reparadas. Me diréis con razón que también hemos visto casos de acoso en políticos de partidos conservadores y también tristemente en la Iglesia. Así es. Allí donde hemos sido ingenuos y esta ideología ha entrado ha ido haciendo daño. Y lo estamos sufriendo en todos los ámbitos de nuestra sociedad. "Porno para gobernarlos a todos y atraerlos a las tinieblas".

A Juan Pablo II y su Teología del Cuerpo muchos le dieron la espalda. También dentro de la Iglesia. Qué bien hubiera venido escucharle mas, seguramente se habría evitado mucho daño. Él dio la clave: Dar la espalda a Dios en lo sexual no es solo pecado, es también causa de daño social y personal. Sin la verdad, sin el amor, sin la dignidad, la sexualidad se degrada y se convierte en instrumento de abuso y manipulación.

Frente a la rancia y vieja ideología marxista-liberal sexual se puede recuperar la educación sexual integral. Una y otra vez se hace necesario volver a la formación de la mente y el corazón en la belleza del cuerpo humano como lienzo que cuenta una historia de amor, y de la sexualidad como lenguaje que expresa a la otra persona esa historia. Enseñar a amar, a esperar, a respetar, a entregar, a valorar la belleza del otro como don, no como objeto de placer.

Los escándalos que hoy nos horrorizan son lecciones amargas de las que podemos aprender. Si queremos cambiar los frutos hay que cambiar la semilla. Familia, Iglesia, educación, cultura. En nuestras casas, parroquias, colegios y movimientos podemos vivir esto. Recuperar el sentido de la vida, la belleza y la dignidad de la persona. Enseñar que todo lo humano tiene un eco en la eternidad, también el sexo. Solo quien está en Dios puede cambiar el corazón y la mente, y de ahí mejorar la sociedad.

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