Religión en Libertad

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Para ir a su trabajo y el que vuelve de su trabajo

Imprime en el suelo una marca nueva

Eterna

Que es su marca propia y eternamente deja

Intactas las marcas de todos aquellos

Que han pasado antes que él. Que han pasado desde la primera hora.

E igual y de manera similar

Intactas sus propias marcas las de él mismo

Que ha pasado antes también.

Es el milagro mismo del cielo, el milagro de todos los días del cielo, pero en la tierra

El que sigue borra las huellas del que precede.

Los pasos borran los pasos

En la misma arena

El que marcha detrás borra los pasos del que marcha delante.

Y nosotros mismos cuando hacemos,

Cuando recomenzamos veinte veces el mismo camino,

Cuando veinte veces caminos detrás de nosotros mismos,

Nosotros mismos borramos la huella de nuestros (propio) pasos.

De nuestros antiguos pasos.

Sin embargo es lo que Jesús ha hecho

Treinta años.

A su imitación es sin embargo lo que Jesús, lo que Dios nos pide

A los que no han recibido ninguna vocación peculiar

Pública.

Y aun a los otros.

A los que no hemos recibido ninguna vocación peculiar

Extraordinaria,

Pública,

Toda la vida...

Durante los treinta años de su vida privada, y aun después

Durante los treinta años de su vida privada, y aun en otro tiempo

Porque en la vida pública misma los días se parecen a los días.

Partiendo de las mismas mañanas hacia los encaminamientos de las mismas tardes.

Porque en toda vida hay bien pocos días que no se parezcan a todos los días.

Pero todos esos días cuentan. En la vida misma de Jesús, en la vida pública misma

En la predicación cuántos días no eran los mismos.

Cuántas predicaciones no eran las mismas y temporalmente no se recomenzaban.

No hubo sino un día de la Institución de la Cena. Y un día de la Crucifixión. Y un día de la Resurrección.

(Y no habrá sino un día del Juicio).

Durante treinta y durante tres años todos los demás días se parecían.

Pero todos esos días cuentan.

(Péguy, El pórtico de la segunda virtud).